La cooperativa Por Más Tiempo busca un espacio para mudar la redacción ante el plan de vaciamiento pergeñado por el Grupo 23 de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel
Los problemas habitacionales de la Cooperativa Por Más Tiempo parecen no tener fin. La sociedad suiza que ostenta el título de propiedad del inmueble donde funciona nuestro diario volvió a solicitar el desalojo forzoso para el martes 15 de noviembre por una deuda contraída por los vaciadores Sergio Szpolski y Matías Garfunkel. Los periodistas ofrecimos generar un nuevo alquiler y la propuesta fue rechazada. Luego intentamos mudarnos a un espacio cedido por la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) pero la demora en la habilitación para realizar una obra necesaria en el lugar lo hizo imposible. Finalmente buscamos un alquiler comercial con espacio suficiente para que trabajen cincuenta personas en simultáneo. Cumplimos los requisitos legales y demostramos solvencia para afrontar el contrato, pero tampoco logramos avanzar. Incluso reservamos un lugar y a último momento los propietarios se echaron para atrás sin argumentos. Por eso los integrantes cooperativa de prensa más grande del país, recientemente reconocida por la UNESCO, seguimos buscando un lugar para poder trabajar.
Las vueltas de la historia ya no sorprenden: cuando todo parece encaminarse a una resolución aparece una nueva traba. El vaciamiento del Grupo 23 atravesaba sus primeras etapas cuando nos enteramos, junto a los compañeros de Radio América, que el inmueble de Amenabar 23 donde trabajamos hace casi cinco años no pertenecía a Sergio Szpolski y Matías Garfunkel (o que al menos ellos no figuraban en la escritura). Un oficio convocando a una audiencia por desalojo en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil 3 destinada a los titulares de la sociedad Balkbrug SA, editora hasta febrero de Tiempo Argentino, nos puso en aviso.
Ya constituidos como cooperativa y realizando una permanencia en la redacción en custodia de las herramientas de trabajo, nos presentamos junto a nuestros abogados, Pablo Godoy y Luciana Martín, en el juzgado a cargo de Eduardo Cecinini para interiorizarnos de la situación. Ofrecimos a Martin Davicino, representante de la sociedad suiza SFP3 poseedora del título de propiedad, el pago de un alquiler para poder seguir trabajando en el lugar. Su rechazo innegociable quedó asentado en el acta redactada ese día en la que también solicitó por primera vez el desalojo anticipado.
En ese acto, no solo conocimos el doble estándar de Davicino, que dijo haber dado más de un año al Grupo 23 para pagar el alquiler pero que ni siquiera recibió la oferta de la cooperativa, sino también constatamos las sugestivas inconsistencias del contrato que había firmado SFP3 con Szpolski y Garfunkel. La primera es que en el encabezado del contrato de locación se establece que por Balkbrug SA se presenta en caracter de presidente el Sr. Roberto Oscar Flores, pero quien firma al final ostentando el título de presidente de la sociedad es la Sra. Luisa E. Cuschnir. Insólitamente, a pesar del evidente error, la escribana Gabriela S Barssamian (Matricula 4940) autorizante titular del Registro Notarial 572 de la Ciudad de Buenos Aires, certificó que la firma que obra en el documento pertenece al Sr. Roberto Oscar Flores DNI 21.954.045 en su caracter de presidente de Balkbrug.
Más allá de hacer notar al juzgado esta nueva estrategia ilegal del Grupo 23 de la que había participado también la sociedad SFP3, avanzamos en la búsqueda de un nuevo espacio para seguir trabajando. Ahí surgió el ofrecimiento de la CNCT, que poseía un inmueble en el barrio de Flores con las características necesarias para el funcionamiento de la cooperativa. Pero el predio requería una obra cuyos trámites de habilitación tomaban más tiempo del que disponíamos según lo planteado en las audiencias judiciales previas. Por lo tanto comenzamos a buscar un alquiler comercial urgente a los fines de evitar un nuevo problema para los trabajadores que, a esa altura, ya habíamos sufrido el ataque criminal de una patota liderada de Mariano Martínez Rojas y Juan Carlos Blander en la madrugada del 4 de julio, hecho por que también está siendo investigada la Policía Federal.
Tras un peregrinaje por toda la capital analizando la oferta inmobiliaria pretendimos alquilar en varias oportunidades. Pero los dueños se negaron con distintos pretextos. La última vez incluso firmamos una reserva y los abogados y contadores de la cámara empresaria que alquilaba el lugar habían aceptado la garantía y reconocido la solvencia de la cooperativa. A último momento se echaron para atrás precarizando una vez más la situación del centenar de familias que dependen de Tiempo Argentino.
El panorama habitacional para nosotros no es sencillo. Este martes estamos citados a una nueva audiencia en la que el abogado de SPF3, Martín Davicino, ya anticipó que volverá a pedir el desalojo. Mientras tanto, seguimos en la búsqueda de un lugar para continuar trabajando. Un espacio de por lo menos 220 metros cuadrados, con la posibilidad de armar tres oficinas y contar con un lugar amplio para la redacción. Sabemos que no estamos solos. Contamos con el incansable apoyo de nuestros lectores, el gremio de prensa y de una enorme comunidad solidaria comprometida con otra forma de hacer periodismo.
Tiempo Argentino
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