jueves, 17 de noviembre de 2016

Al gobierno se le queman los papeles



La coalición ajustadora que gobierna la Argentina da muestra, no ya de su carácter reaccionario sino también de su completo desconcierto frente a la marcha de la crisis capitalista internacional y sus remezones políticos. La burbuja financiera construida en estos meses por el macrismo, y que significó un endeudamiento público de más de 50.000 millones de dólares, ha comenzado a tambalear. Los mismos gurúes que convocaban hasta hace unos días a la compra de títulos argentinos envían ahora tuits recomendando “salirse”, ante la posibilidad cierta de una fuga de capitales de Argentina y los emergentes hacia los Estados Unidos -ello, como resultado de una suba de la tasa de interés internacional.
Los “analistas” sostienen que esta crisis en ciernes es el resultado del “inesperado” triunfo de Donald Trump. Pero es al revés: la victoria del demagogo fascista yanqui es una expresión política de la crisis capitalista, que impone salidas de fuerza a la desintegración de los bloques políticos y económicos que signaron el orden de la segunda postguerra.
El macrismo y sus socios, que salieron a reciclar otra quiebra -la de la Argentina- apostando a ese mercado mundial en ruinas, se han quedado ahora sin libreto. El gabinete del “dólar planchado” y las “metas de inflación” deberá vérselas ahora con una guerra devaluatoria internacional. Sólo en una semana, la depreciación de la moneda brasileña aventajó en cinco puntos al peso argentino, aún cuando éste también se devaluó. Si el gobierno acompaña esta guerra de monedas, acelerará la salida de los capitales que vienen a especular con las tasas de interés usurarias y el dólar fijo. Ni qué decir que una nueva devaluación haría volar por los aires a las “metas de inflación” y al propio presupuesto que está en debate en el Congreso. Si, por el contrario, el gobierno sostiene la paridad cambiaria, acentuará las tendencias a la quiebra industrial y al déficit comercial del país. Al macrismo, en definitiva, se le han quemado los papeles.

Es mi presidente

Mientras se extiende el desconcierto económico, la mayor parte de la coalición gobernante y la oposición despliegan votos de confianza en el demagogo derechista que ha sido consagrado presidente. Un desfile de apoyos que muestra la completa dependencia de la burguesía argentina y sus partidos respecto del capital financiero internacional. Esta adaptación política se extiende con particular fuerza a los opositores “nacionales y populares”. Daniel Scioli y Cristina Kirchner le han prodigado elogios a Trump, ésta última, poniendo énfasis en sus anuncios proteccionistas y nacionalistas -como si el nacionalismo de la principal potencia imperialista no constituyera, antes que nada, un anticipo de que sus prerrogativas económicas y políticas serán defendidas a sangre y fuego en todos los rincones del planeta.
Para quienes soñaban con una “resistencia” de la mano del kirchnerismo, es bueno que tomen nota de este coqueteo de su jefa con quien debutó anunciando deportaciones masivas de inmigrantes. Precisamente, y empalmando con la agenda reaccionaria de Trump, el gobierno ha lanzado una escalada de anuncios persecutorios contra los trabajadores extranjeros en Argentina, cuyo mentor, de todos modos, ha sido el jefe de senadores del Frente para la Victoria. En cualquier caso, la “empatía” con Trump es una poderosa señal respecto de los recursos que empleará el macrismo y sus opositores de cara al agravamiento de la crisis internacional: una mayor ofensiva contra las conquistas salariales y laborales de los trabajadores argentinos.

Dos perspectivas para los trabajadores

Mientras aparecen estas señales de guerra contra la clase obrera, la CGT ha resuelto guardarse bajo el alero de las “organizaciones sociales” afines al Vaticano -este es el bloque de fuerzas que impulsa la marcha de este viernes 18.
La plataforma de este frente es la legalización de un extendido esquema de trabajo precario y subpagado, como respuesta a los despidos y al aumento generalizado de la miseria. En esto consiste el contenido de su “emergencia social”. Pero la crisis capitalista podría barrer incluso con el asistencialismo oficial, en el que se funda la “paz social” que impulsan la burocracia y sus socios. Es que una crisis financiera del Estado colocaría con más fuerza la cuestión de un ajuste contra el conjunto de los gastos sociales. De cara al nuevo escenario internacional, el “frente Vaticano” también podría quedarse prematuramente sin libro .
A la luz de este cuadro general, el acto del Frente de Izquierda en Atlanta cobra una enorme dimensión política. El Frente de Izquierda tiene la responsabilidad de hacer emerger una auténtica polarización política, en medio de los virajes y crisis que deberán producirse como consecuencia de esta nueva fase de la crisis capitalista internacional.

Marcelo Ramal

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