jueves, 10 de noviembre de 2016
Trump y un golpe al relato de Macri
La vuelta a un mundo del que todos huyen. La fallida apuesta política de Macri y las complicaciones económicas. Los “traductores” criollos de Trump y el peronismo.
En su primer discurso luego del triunfo, Donald Trump le bajó unos cuántos cambios a la furia que había desplegado durante toda la campaña electoral. Se mostró unitario y conciliador, como si hubiese hecho una interpretación peculiar de nuestro conocido “teorema de Baglini”.
“Quiero decirle a la comunidad internacional que aunque siempre ponemos primero los intereses de Estados Unidos, vamos a tratar de forma justa a todos los países. Vamos a buscar un terreno común, no la hostilidad”, afirmó con una tranquilidad inédita para el estilo belicoso del histriónico magnate. También agradeció el llamado telefónico de Hillary Clinton reconociendo la derrota y luego sentenció: "Ahora es tiempo para todos los republicanos, demócratas e independientes de juntarnos como uno solo”. Cambiamos.
Indiscutiblemente, el cimbronazo electoral representa un “giro brusco en la política norteamericana (que) está llamado a tener consecuencias geopolíticas de largo alcance”. Pero los alcances y límites para la aplicación de las múltiples y encendidas promesas demagógicas que realizó durante la campaña, estarán cercados por los poderes fácticos que mandan en el país más importante de la tierra. Será todo lo aislacionista y proteccionista que le permita esa relación de fuerzas.
Pese a esto, deberá intentar cumplir todo lo que pueda de su “contrato electoral” en un mundo que todavía sufre las consecuencias de la crisis desatada en 2008 (el “cisne negro” de Trump es un episodio más en el desarrollo de esa crisis). Los dueños de la Argentina en general y Mauricio Macri en particular no pueden más que esperar malas noticias.
Tanto el Brexit inglés como ahora la victoria de Donald Trump en Estados Unidos representan un golpe al centro de gravedad del relato de Cambiemos y su alegre consigna: “Volvimos al mundo”.
En la política inmediata, el error de cálculo del presidente argentino fue la fallida apuesta por la candidatura de Hillary Clinton, motorizada por la desesperada búsqueda de un sostén externo para la viabilidad del violento endeudamiento que lleva adelante, ante una lluvia de inversiones que no ha tenido lugar.
El Gobierno de Macri venía de sobreactuar la sumisión a Barack Obama, convertido hace tiempo en “pato rengo” y cuyas iniciativas eran saboteadas persistentemente por el Congreso dominado por los republicanos.
El terremoto político provocado por el resultado electoral norteamericano sacudió no sólo el discurso, sino también el único plan de un Gobierno que nunca tuvo “plan B”
En la economía, el proteccionismo y la probable suba de tasas de interés de la Reserva Federal (una de las cuestiones concretas a las que apuntó Trump) pueden provocar un reflujo de capitales desde los países llamados “emergentes” y terminar golpeando por distintas vías el precio de las commodities. Además, la eventual apertura del mercado estadounidense (a la carne, los limones o los tubos de acero sin costura argentinos) que venía gestionando el Gobierno de Macri se aleja aún más del horizonte, para pasar a ser menos que puras promesas.
Hace tres días, el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, en el mismo discurso en el que se autoelogiaba por la política de tasas altas que aplica para contener la inflación vía el planchazo de la economía real, cuestionó “el exceso de regulación (que) atrofió al sistema financiero mundial tras la crisis de 2008”. Ese razonamiento “aperturista” y desregulador fue el que precisamente impugnó en los hechos la mayoría que encumbró a Trump en la Casa Blanca.
El terremoto político provocado por el resultado electoral norteamericano sacudió no sólo el discurso, sino también el único plan de un Gobierno que nunca tuvo “plan B”. Si Cambiemos había encontrado un límite “por abajo” en la relación de fuerzas sociales que impuso un giro hacia un relativo “gradualismo” en medio del ajuste; ahora se choca con un límite “desde arriba” por la incertidumbre que genera una vuelta al mundo del que todos huyen.
Para aportar a la confusión general, el camaleónico peronismo, en la voz del último “candidato del proyecto” (Daniel Scioli) pretende también subirse al carro del triunfo del ultraderechista republicano y lo traduce al criollo de sus intereses políticos: afirmó que Trump es un fiel representante de la genuina voluntad popular, injustamente “demonizado”. Aplica el clásico pragmatismo peronista regido por un solo principio: el que gana tiene razón y el que pierde está equivocado. No importa si es un semifascista, misógino, homofóbico y racista antiinmigrantes. La expresidenta, Cristina Fernández, siempre tan locuaz en las redes sociales como Facebook o Twitter -incluso ante eventos relativamente insignificantes-, no pronunció palabra alguna frente al cambio de mando de la principal potencia imperial. Tampoco opinó sobre las barrabasadas de su último delfín: un aporte más a la construcción de la famosa “nueva mayoría”. Y otra prueba de que el mal menor es siempre el camino más rápido y directo hacia el mal mayor.
Por su parte, el sector empresario más perjudicado por el plan de Cambiemos, la fracción “no monopolista” de la fantasmal burguesía nacional (a la que justamente pretende representar el peronismo en sus diferentes variantes), también se hace eco del relato de Trump y levanta la voz: "Se necesita una clara política del Ejecutivo. Hoy se alienta la especulación financiera y no el trabajo y la producción. Hace cuatro años que venimos con caída y estancamiento industrial, y este año se profundizó mucho con cinco puntos de caída que llevamos. Todavía no sé cuál es el modelo industrial del Gobierno", denunció el dirigente de la Unión Industrial Argentina, José Urtubey en dialogo con la radio La Once Diez. El Capital no tiene patria, ni ideología; si Trump es útil para defender sus intereses, todos se hacen "trumpistas" de la primera hora (o de la última).
El triunfo de Donald Trump volvió más farragoso el pantano en el que se encontraba un desinflado Gobierno de Macri. Las malas noticias de las dramáticas primeras 24 horas no parecen ser las últimas que vaya a recibir. La sorpresiva victoria de Trump, golpea a la "revolución de la alegría" y a su narrativa de insustancial charla motivacional, con un baño de áspera realidad disparada desde el centro del imperio.
Fernando Rosso
@RossoFer
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