sábado, 12 de noviembre de 2016

Cristina Kirchner elogia a Trump



Después de haber apoyado a Hillary Clinton y reivindicar a Obama, Cristina Kirchner no tuvo empacho en elogiar a Donald Trump. En un acto en la Universidad de Florencio Varela fue incluso más a fondo, al afirmar que el programa del enemigo declarado del pueblo mexicano se emparenta con el que ella aplicó durante su gobierno. Para que no queden dudas citamos directamente sus palabras: “se nos acusaba de proteccionismo y en la economía más importante del mundo acaba de ganar alguien que hace del proteccionismo, de sus trabajadores, de sus empresas y de su mercado interno, una bandera”. Leyeron bien: según Cristina Kirchner, Trump le robó su programa. O sea, sería su fuente inspiradora. Le faltó decir que también copió de ella su pasión por los emprendimientos inmobiliarios.
El discurso de Cristina Kirchner constituye un acto de auto-incriminación. Trump rechazó el aumento del salario mínimo y es un enemigo declarado de los sindicatos. Su ´proteccionismo´ será utilizado como chantajea a los trabajadores norteamericanos para que acepten adecuar sus condiciones de trabajo y salario a la de los obreros mexicanos o de chinos. ¿Es muy diferente a la política llevada adelante por el gobierno de Cristina Kirchner? Durante su gobierno el salario mínimo no llegó siquiera al umbral de pobreza, y eso sin contar que el 35% de la fuerza de trabajo estuvo en negro. Desde la tribuna Cristina Kirchner amenazó una y otra vez a los trabajadores y a los sindicatos que si enarbolaban reclamamos salariales pondrían en juego sus puestos de trabajo. Trump, claro, no podría más que aplaudir estas palabras.
Si Cristina Kirchner usara el pensamiento dialéctico debiera concluir sin dificultad que la defensa del mercado interno que formula Trump traerá aparejado un golpe al mercado interno de países como Argentina. O sea, no se puede reivindicar las dos cosas a la vez. Las trabas a las importaciones que puedan imponer los EEUU afectarán a las exportaciones locales, y con ello a los trabajadores que realizan tareas vinculadas al mercado internacional. Pero como esos trabajadores gastan su salario en el país, el golpe económico afectará también a quienes se desempeñan en la industria, el comercio o la construcción dirigida al mercado interno. En momentos que las fuerzas productivas y el comercio han adquirido una dimensión internacional, la defensa de un “capitalismo en un solo país” es una ilusión reaccionaria.
Cristina Kirchner embellece el planteo “proteccionista” de Trump, presentándolo como un repliegue sobre las fronteras nacionales. En realidad, el “proteccionismo” esconde un planteo expansionista basado en una guerra comercial, financiera y monetaria -lo que en definitiva no puede llevarse hasta las últimas instancias si no incorpora la guerra a secas.
Aunque el análisis debe diferenciar entre un nacionalismo de un país oprimido del nacionalismo de un país opresor, en el que el primero contiene elementos que hacen al desarrollo de las fuerzas productivas contra la presión imperialista mientras el segundo puede evolucionar al fascismo, también es importante identificar los puntos de identidad entre ambos. Después de todo, uno y otro comparten su base capitalista, es decir la defensa a ultranza de la explotación de la fuerza de trabajo. Esta base común es la que explica que la mayoría de los gobiernos nacionalistas de países oprimidos que se mantuvieron en el poder por décadas evolucionaron hasta transformarse en agentes del imperialismo y en dictaduras civiles contra sus propios trabajadores. Aunque el gobierno de Cristina Kirchner nunca llegó a ese extremo, las represiones de Berni en la Panamericana, la designación de Milani en las FFAA o el apuntalamiento de una burocracia sindical criminal fueron manifestaciones en esa dirección.
En oposición al nacionalismo capitalista, el socialismo defiende el desarrollo de las fuerzas productivas superando el bloqueo de las fronteras nacionales. Incluso si un país atrasado se ve obligado a adoptar medidas de defensa, como ser el monopolio del comercio exterior, lo hace no para aislarse de la economía mundial sino como una forma de relacionarse con ella a través de un sistema de planificación y dirección centralizada por parte de los trabajadores. Debe recordarse que el llamado ‘socialismo en un solo país´ fue la ideología del stalinismo usada para usurpar la dirección del Estado y allanar el camino a la restauración capitalista.
El elogio de Cristina Kirchner a Trump expresa la faceta abiertamente reaccionaria que anida en el llamado nacionalismo burgués. Se trata de una cuestión de fondo que debieran tener en cuenta los sectores progresistas y hasta de la izquierda, que pretenden enfrentar al Trump de nuestras pampas aliados a la Trump con pollera.

Gabriel Solano

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