lunes, 25 de abril de 2016

¿Qué pasa con la economía después de pagarle a los buitres?

Ayer la Argentina pagó 9.300 millones de dólares a los fondos buitres. Así el gobierno de Macri se propone cerrar el capítulo del default y “volver al mundo”. ¿Qué puede esperarse después del pago?

¿Cuánto se paga a los buitres?

En el día de ayer el gobierno transfirió 9.300 millones de dólares en efectivo para pagar a los holdout, es decir a los fondos buitre que rechazaron los canjes de deuda que el país realizó en 2005 y 2010 para regularizar la deuda en default desde 2001, prefiriendo en cambio ir a juicio en Nueva York. Aunque la deuda no canjeada a valores de hoy (con intereses y punitorios) estaba estimada por el gobierno en 11.500 millones de dólares, e incluso cuando se trató en Diputados la derogación de la Ley Cerrojo y la Ley de Pago Soberano circuló el valor de 12 mil millones de dólares, lo que se paga es inferior a ese valor.
Ocurre que una parte de los tenedores de títulos, que el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay apostaba a incluir en los acuerdos ya cerrados, no se presentó. Los que no aparecieron son acreedores holdout “fantasmas”, que tienen en su poder títulos con un valor que hoy supera los 2 mil millones de dólares. De todos modos, el gobierno continúa negociando, y el martes logró la incorporación al acuerdo de acreedores con títulos por 170 millones de dólares.
Con lo que cobren, los buitres van a lograr rendimientos siderales. El fondo NML de Paul Singer logrará un rendimiento de 1.308 % respecto del capital invertido. Aurelius ganará 846 %. Y no son los que más ganan: para el Bracebridge, el rendimiento llega a 3.183 %. Todo esto partiendo de la estimación realizada por el mercado de que estos fondos nunca pagaron más del 30% del valor nominal de cada bono. Para darse una idea de la magnitud de la ganancia: suponiendo que hayan comprado sus títulos en 2001, es decir que hayan tenido que esperar 15 años para cobrar (lo que no es así casi en ningún caso) y que pagaron el 30 % del nominal, el rendimiento anual que estarían recibiendo por su “inversión” es de 19,28 % para NML; 16,16 % para Aurelius, y 26,21 % para Bracebridge.

El (mal) negocio de pagar deuda “vieja” con deuda “nueva”

Para realizar el pago en efectivo, el gobierno llevó a cabo la más grande emisión en la historia de los mercados llamados “emergentes”: 16.500 millones de dólares, con bonos que a pagar en plazos que van desde 3 hasta 30 años, con tasas de interés promedio de 7,14 %. Se trata de una tasa menor que la que YPF pagó en marzo para colocar un bono a 10 años de plazo (8,5 %), o al 9,25% que hace un año pagó el exministro de Economía, Axel Kicillof. Pero todavía significativamente superior a las que pagan otros países de la región: Brasil pagó 6,13 % en su última emisión en marzo, Paraguay 5 % en el mismo mes, Chile 3,4 % en enero. Sólo Ecuador estaría afrontando tasas más elevadas (8,5 %).
Además del pago a los buitres, una parte de lo que se emite tendrá como destino saldar los pasivos por 3.000 millones de dólares correspondientes a pagos a bonistas que sí ingresaron a los canjes pero no podían cobrar desde junio de 2014 debido a la orden cautelar impuesta por el juez de Nueva York, Thomas Griesa. Estos fondos que estaban retenidos en el Banco de la Nación y (parcialmente) en el BONY. La aplicación de la Ley de Pago Soberano establecía que los bonistas con títulos alcanzados por la legislación norteamericana podían canjearlos para cobrar a través de Nación Fideicomisos, pero esta iniciativa del gobierno de Cristina Fernández fue desairada por los acreedores, por lo cual los pagos de estos títulos quedaron paralizados.
La diferencia de 4.200 millones de dólares entre los pagos a realizar (12.300 millones de dólares) y la deuda tomada, pasará a engrosar las arcas del Banco Central, que son hoy de 29.295 millones de dólares (pero si se descuenta los swap con China, el monto baja de forma considerable). El gobierno aseguró que esta sería la única emisión de deuda en todo el año en los mercados internacionales. Además, afirmó que lo que no se utilice para pagar deuda, tampoco se utilizará para financiar gastos corrientes, sino para inversión en infraestructura.
Pero si el gobierno mantiene su promesa de no realizar nuevas emisiones de deuda en el exterior, será porque las provincias y el sector privado harán su papel para conseguir dólares, y porque espera que entren capitales del exterior. Si esto se cumple, crecerán las reservas del BCRA sin que el tesoro tenga que endeudarse afuera, y podrá limitar sus emisiones a bonos en pesos en el mercado local. El desfalco a futuro mediante el endeudamiento –que garantiza hoy los dólares para que fuguen los capitalistas nacionales y extranjeros y para cumplir puntualmente con las obligaciones de deuda– tiene de socios al gobierno nacional y los provinciales.

No será magia

Un lema repetido entre los funcionarios es que “el gobierno empieza ahora”, después de acordar con los buitres. Sería el momento en que se da vuelta la página, después de meses en los que el shock económico está golpeando al bolsillo y enfriando la economía y generando cortocircuitos en la política económica. Como analizamos en Ideas de Izquierda de abril, el gobierno alimenta la ilusión de que después del ajuste, por el que ha sido felicitado hasta por el buitre Paul Singer (que definió a Macri como “Campeón de la reforma económica”), ahora sí, se vendría el boom de inversiones y el crecimiento.
Pero la política oficial conspira contra esta promesa. El Banco Central mantiene las tasas en 38 % para mantener tranquilo al dólar y como medida contra la inflación (que sólo sirve en la medida en que deprime la economía). Estas tasas son una referencia para el resto de la economía, y no sorprende entonces que el crédito esté en caída, según registra la autoridad monetaria. Mientras el Estudio Bein registra un incremento del costo de vida de 20 % desde enero (y 27 % desde octubre), el grueso de los trabajadores afronta estos precios nuevos con salarios “viejos”, por la cantidad de negociaciones paritarias que permanecen abiertas. En estas condiciones, no sorprende que el Índice de Confianza del Consumidor relevado por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, registre una caída de 10,3 % en abril con respecto al mes de marzo, y de 18,3 % respecto de abril de 2015.
Con estos indicadores, sumado al hecho de que Brasil (principal socio comercial y destino de la mitad de las exportaciones industriales del país) se encuentra en depresión económica y atraviesa una crisis política descomunal, y con el agravante de los costos en alza que afrontan varios sectores productivos entre otras cosas por el tarifazo energético, no sorprende que los empresarios respondan con el bolsillo y al gobierno le cueste mostrar proyectos de inversión considerables. Apenas el agronegocio está recibiendo fondos, cosechando el resultado de la formidable transferencia que le obsequió Macri en sus primeras semanas con la devaluación y eliminación de retenciones. Eso, y las bicicletas financieras que alimenta la política de altas tasas del BCRA (invertir en títulos al 38 % es un negocio formidable), son los incentivos para que vengan dólares.
Difícilmente alcance para el despegue económico esperado. El precio a pagar para tan módicos logros es un salto en el endeudamiento externo, que es apenas el primer escalón de una nueva espiral de endeudamiento en marcha.

Esteban Mercatante

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