Entrevista al economista político Julio Gambina
Mario Hernandez (MH): Para analizar la actualidad de la economía política estamos en comunicación con Julio Gambina. Estaba leyendo una contratapa de Página 12 del 29.11.2003 firmada por José Pablo Feinman (“el bueno”) que se titula “La deuda odiosa” y dice que no se debe pagar.
Julio Gambina (JG): Suscribo.
MH: ¿Por qué?
JG: Porque la deuda odiosa es aquélla que provoca un gobierno ilegítimo a espaldas del pueblo. El antecedente más cercano es la calificación que hizo EE. UU. cuando invadió Irak y se hizo cargo del gobierno en relación a la deuda tomada por Saddam Hussein y, por lo tanto, no la reconocieron.
MH: ¿La deuda externa argentina es una deuda odiosa?
JG: En origen contemporáneo fue contraída por la última dictadura militar aunque se remonta de antes, sin embargo, el problema de la deuda que hoy tenemos remite puntualmente a la dictadura y fue investigada por la denuncia de Alejandro Olmos hasta 1983. El Juez Ballesteros, en junio del 2000, emitió una sentencia donde encuentra 477 casos de fraude y califica a la deuda de ilegítima e ilegal, y como fue tomada en tiempos de la dictadura militar es odiosa.
Los gobiernos constitucionales, lo que han hecho en todos los períodos presidenciales, son procesos de renegociación de la deuda intentando legitimar algo que es ilegítimo y es odioso.
MH: Interpreto que no suscribís la política de Fernández de Kirchner-Kicillof respecto al tratamiento de los fondos buitre.
JG: Para nada, no solo con los fondos buitre, sino con todo el tratamiento de la deuda porque lo que no ha hecho este gobierno ni los anteriores fue investigar la deuda, una auditoría, en todo caso están las investigaciones de la justicia que no han llegado a cumplirse. La sentencia del 2000 fue pasada al Parlamento y éste, salvo un debate que duró una jornada, no hizo otra cosa a pesar que la Constitución Nacional sostiene que es el Poder Legislativo el que debe ocuparse de la deuda externa. En eso se escudó Ballesteros para no tomar determinaciones más allá de la sentencia.
MH: ¿Qué deberíamos hacer frente a esta situación de acuerdo a tu criterio?
JG: Suspender los pagos ya. Esta semana que pasó se le pagaron U$S 650 millones al Club de París. Esa deuda es todavía más odiosa que el conjunto de la deuda odiosa porque mayoritariamente fue asumida en tiempos de la dictadura. En vez de negociarla por los U$S 9.700 millones, que empezaron a pagarse en estos días, hay que suspender los pagos e investigarla, lo que no se ha hecho. Muchos dicen que no se puede porque ya se han hecho varias renegociaciones, pero se puede ir para atrás e investigar con mucha fuerza.
El plan gubernamental para resolver los problemas del sector externo falló
MH: Algunos datos preocupantes. Cuatrocientas mil cuentas salariales fueron canceladas, en la industria automotriz ya no existen solo suspensiones, empezaron los despidos, el saldo comercial en el primer semestre ha estado un 28% por debajo del mismo período del 2013, las exportaciones cayeron un 10%. Ante este cuadro, ¿qué le suma la situación de la deuda externa?
JG: El plan del gobierno era resolver los temas pendientes en el sector externo, es decir, aceptar las sentencias del CIADI y empezar a pagarlas. Eso se hizo. Se pagaron U$S 600 millones. Compensar a Repsol por la expropiación parcial de YPF. Se hizo. Se emitieron bonos para pagar esa deuda por U$S 5.000 millones. Tercero, negociar con el Club de París. Se hizo por U$S 9.700 millones y ya se pagó la primera cuota con bonos de la deuda y en cuarto lugar, se esperaba resolver el problema de los fondos buitre e imaginaban que la Corte Suprema de Justicia norteamericana iba a tomar el tema y por lo menos postergarlo hasta enero del año que viene y evitar una potencial demanda de los acreedores que entraron en el canje de deuda.
Esa cuarta parte del plan falló. En ese punto estamos ahora y, por lo tanto, toda la estrategia que había para que Argentina volviera al mercado de préstamos de divisas y al mismo tiempo atraer capitales externos para inversión, principalmente energética en Vaca Muerta, parece naufragar.
El plan que hubo desde fines del año pasado y todo este año se viene abajo y de alguna manera, supongo, que el gobierno estará pensando cómo intentar superar los importantes cuellos de botella que hay en este momento.
Entre otros problemas que completarían tu pregunta, está que el Banco Central venía comprando dólares y de alguna manera recomponiendo las reservas internacionales. Ahora con el pago al Club de París y los vencimientos que se vienen, comenzó a perder reservas internacionales.
MH: La presencia en Argentina de los presidentes ruso y chino, y la constitución de nuevas instituciones financieras dependientes de los BRICS, ¿nos favorecen?
JG: Primero hay que decir que las instituciones que se anuncian en la cumbre de los BRICS son a crear no antes del 2016. En la coyuntura argentina actual solo da para la imaginación que Argentina pueda solicitar un préstamo, alguna asistencia financiera o cosa por el estilo. Lo concreto es el acuerdo firmado entre Argentina y China para llevar adelante un crédito entre ambos por un equivalente a U$S 11.000 millones pero en monedas locales. China facilita el equivalente en yuanes o renminbi, del mismo modo Argentina le puede prestar a China, si necesitara de nuestra ayuda, en pesos argentinos, y te pido que no te rías.
MH: Para nada. Te voy a contar algo que me pasó hace muchos años. En 1998 visité Londres y mostraba el billete de un peso a los ingleses y les decía one dollar. Ellos sí se reían.
JG: Pero da para imaginar porque hay una relación de cooperación con China, pero de allí a que pueda llegar a necesitar el financiamiento argentino, cuando China es la fábrica y el prestamista del mundo, el principal inversor en bonos del Tesoro estadounidense, el principal ahorrista en activos de ese país y financiador de su déficit fiscal, con lo cual es un gran banquero mundial, no un demandante de crédito, es cuando menos exagerado.
Hay que convencer a la población del costo que supone pagar la deuda externa
MH: La última vez que te entrevisté me llamó un oyente para hacerme una crítica. Muy bien el análisis pero no escucho propuestas, me dijo. ¿Tenemos una salida, tiene salida Argentina?
JG: Me parece excelente la observación del oyente, en general perdemos mucho tiempo en explicar porque en Argentina hay un partido único de la deuda que domina los medios de comunicación y ha generado un sentido común mayoritario en la población, entonces hay que explicar mucho.
MH: Lamentablemente. Hay que dar una batalla cultural.
JG: Lo primero es la batalla ideológica, cultural, propagandística, tenemos que ganar un nuevo sentido común. Hay que convencer a la población del costo que supone pagar. Mucha gente habla del costo de no pagar, la prensa en general habla del costo del default. El costo de los despidos, las suspensiones, la inflación vienen de antes, no del default.
La inflación escondida bajo la alfombra arranca en el 2007, van siete años. El gobierno cambió el índice de precios al comenzar el año y no hubo explicaciones, simplemente discontinuidad, hasta aquí llegó el anterior y ahora empieza uno nuevo. No hay más análisis del tema y actualmente se vuelve a discutir la credibilidad de los datos de la evolución inflacionaria por parte del Indec que ha discontinuado muchas estadísticas. El propio Ministerio de Trabajo utiliza creativamente datos del Indec, por ejemplo, de la Encuesta Permanente de Hogares. Entonces, la primera cuestión es que hay que hacer un gran debate sobre el diagnóstico porque si no lo tenés claro es muy difícil encontrar la salida.
Por supuesto que Argentina tiene salida, pero primero tenés que descubrir cuál es el problema que hay. A partir de ese diagnóstico discutido socialmente, mayoritariamente, es que podés hacer una propuesta de cambio de modelo productivo y de desarrollo. Para que me entiendan voy a dar un ejemplo. Hay muchos. Cambiar el modelo productivo es cambiar la política agraria e industrial.
La política agraria, para decirlo muy simplemente, es la sojización y la subordinación a las transnacionales de la alimentación y la biotecnología cuando habría que desarrollar un programa de soberanía alimentaria que ponga a discutir qué, para quién, cómo producir, que genere y aliente la agricultura familiar y comunitaria, el desarrollo cooperativo y social del conjunto del país, es decir, a la política de industrialización de la ruralidad, oponerle una política de desarrollo de la soberanía alimentaria.
Ese es todo un programa que no es sencillo hacerlo, no es golpear los dedos y empieza a funcionar la nueva estructura, requiere de un gran debate político e ideológico, de una articulación de la producción agraria con las universidades públicas y los institutos de desarrollo tecnológico, es mucho lo que se puede hacer.
En la industria, por ejemplo, Argentina acaba de hacer un convenio con China para la provisión de material ferroviario y muchos trabajadores despedidos de la industria ferroviaria o automotriz se preguntan por qué compramos el material hecho por otros si Argentina tiene historia de haberlo hecho y puede hacerlo en la actualidad. Eso no se hace de la noche a la mañana, hay que reconvertir la industria para que esos trabajadores, que hoy están siendo despedidos o trabajando para los intereses de la multinacionales del automotor, lo dinamicen para la industria ferroviaria. Es un ejemplo, pero podríamos dar muchísimos más.
MH: Dejemos acá porque hay otros invitados al programa y como bien señalaste este es un problema extenso. La próxima vez que te entreviste arranquemos de aquí para seguir desarrollando esta idea que Argentina tiene una solución.
JG: Algo muy breve para terminar. Esta semana se está lanzando una Asamblea Permanente por la suspensión de los pagos. Hoy hubo una reunión y mañana se iba a hacer una conferencia de prensa, pero la hemos transformado en una campaña de difusión con mesas en todo el país para la semana que viene.
Después te haré llegar toda la información, pero me adelanto para que la población sepa que un conjunto de organizaciones sociales, políticas, populares y personalidades nos largamos a una campaña pública para enfatizar que hay que suspender los pagos de la deuda externa ya y auditarla para generar condiciones de cambio del modelo económico en el país.
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