El jueves 7, Lear decretó un lock-out por 15 días. Cerró sus puertas y suspendió a todo el personal, aduciendo que no podía “garantizar las condiciones de seguridad” de sus trabajadores. La medida busca disipar una lucha de los despedidos que logró parar varias veces por semana la planta.
Al mismo tiempo, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, atacó la huelga acusando al Partido Obrero de haber impulsado el cierre de la fábrica, obstruyendo “el funcionamiento de la economía y la actividad de las empresas”. Un ataque destinado a ocultar la completa complicidad del gobierno con el pulpo norteamericano. Aun rigiendo un “cepo” a las importaciones, Lear ha importado cables fluidamente para proveer a Ford; ahora mismo, los obreros denuncian que 17 contenedores de la empresa están en el puerto.
El ministerio de Tomada no garantizó el ingreso de los delegados a los que se impide entrar en planta, a pesar de que doce fallos de la Justicia lo ordenaban. El Poder Ejecutivo de Capitanich sólo garantiza, con la gendarmería de Berni y la infantería de Scioli, el “despeje” de la zona y la Panamericana, ordenado por la Justicia penal.
Los obreros, tras meses de lucha, han reaccionado combativamente afrontando el lock-out como una nueva etapa. La empresa despilfarra recursos durante todo el conflicto para imponer una reestructuración antiobrera y ahora paga el 100% del salario -como precisó, conocedor, Capitanich- a los obreros suspendidos, para separarlos de la influencia diaria de la comisión interna y los despedidos en lucha.
La intimidación
Este detalle habla del nuevo campo en que se desenvolverá la pelea, donde el contacto con los trabajadores suspendidos será todo un objetivo para sumarlos a la perspectiva de lucha contra el vaciamiento y eventual cierre de su fuente de trabajo. De hecho, en muchas ocasiones, el sector que ingresó a planta no superó las 100 personas, sobre un total de 450.
El ataque de Capitanich muestra que se pretende intimidar con el cierre, para reabrir sobre la base de una derrota. Llegado el caso, según sean los planes patronales, también se pretende intimidar al resto del movimiento obrero, culpando del cierre a los que luchan. Pero hay que aclarar a la opinión pública y al movimiento obrero, sistemáticamente, que el vaciamiento de Lear Corporation viene, al menos, desde hace un año. Hubo, antes de las suspensiones y despidos, 180 “retiros voluntarios” en diciembre del año pasado, y los delegados denunciaron la presunción de importación de mazos de cable en ese período desde Filipinas, Honduras y otros orígenes donde la multinacional tiene algunas de sus veinte plantas.
Capitanich dice que el justicialismo es el partido de los trabajadores y el PO el de los capitalistas. Pero sus “obreros” son los José Pedraza, los Gerardo Martínez y, en este caso, Ricardo Pignanelli. La burocracia sindical del Smata actuó con métodos lopezrreguistas durante todo el conflicto y ha declarado que prefiere el cierre de la fábrica antes que la continuidad de un cuerpo de delegados que no le responde y se mueve según resoluciones de asamblea de fábrica.
En estos puntos consiste, precisamente, el derrumbe progresivo del peronismo entre las filas obreras y el ascenso, luchado pero evidente, del PO y el Frente de Izquierda. El PJ de los Cristóbal López, la Barrick Gold, la banca acreedora, los Lear y los Milani, cada día corresponde menos a las tendencias avanzadas de los trabajadores, y en particular de su juventud.
El 8 de agosto, día de comienzo del lock-out, el Ministerio de Trabajo mandó, por primera vez, un inspector que “constató” que al delegado Gustavo Troccaioli no se le permite entrar a la planta. Esperaron el cierre patronal. Toda una tramoya, pero que habla de las dificultades que la tenacidad de la lucha obrera está provocando a las “instituciones” involucradas, explotando sus contradicciones. De hecho, la patronal no dejó entrar a “Trocca”, pero prometió hacerlo no bien “se normalice la producción”. Otra echada de lastre.
La producción
Durante la jornada de lucha en la puerta de Lear, una caravana en la Panamericana se disponía a marchar a la fábrica Johnson Control -bloqueada contra un despido y que obligó a parar por unas horas a Ford- ante lo cual la Gendarmería montó una provocación, reprimiendo a compañeros adentro de sus autos y deteniendo a cuatro de ellos en forma brutal.
Nuevas iniciativas se realizan ya, y otras se discuten. Un festival por el día del niño para los huelguistas, un nuevo festival solidario más adelante, se refuerzan y amplían las actividades por el fondo de huelga -la Coordinadora Sindical Clasista ha entregado colectas de distintos frentes-, se preparan nuevas acciones. En este plano, es de gran importancia la iniciativa del Sutna San Fernando proponiendo marchar el 26 de agosto por los despidos y suspensiones, ganancias y demás reivindicaciones, en conjunto con todos los sectores en lucha, ante la defección de las burocracias que levantaron sin fecha el paro nacional. Una muy buena iniciativa que ayudará no sólo en Lear, también en Emfer, a los docentes en lucha, a Fate -que acaba de parar por un accidente-, a los gráficos de Donnelley y a todo el movimiento obrero. Manos a la obra. Apoyemos con todo esta gran lucha movilizándonos masivamente.
Néstor Pitrola
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