sábado, 30 de agosto de 2014

Turbulencias

Mientras el gobierno explora alguna salida a la crisis de deuda abierta por el fallo Griesa, aumenta la especulación con el dólar y la presión por una nueva devaluación. La recesión va golpeando sobre los trabajadores. | 0 comentarios

“Si todo el mundo piensa que la cosa va a ir mal, probablemente vaya mal, aunque no haya motivos para eso”, dijo el ministro Axel Kicillof este jueves 28 en el Consejo de las Américas. Pero para millones de trabajadores que ese mismo día salieron al paro no se trata de lo que piensan, sino de lo que efectivamente sufren sobre sus espaldas con despidos, suspensiones y la inflación que se come el salario. El paro mostró una enorme predisposición a no dejar pasar el ajuste. La recesión no es una “sensación”. Según un informe que dio a conocer la consultora económica FIEL la retracción industrial lleva catorce meses y en lo que va del año la producción cayó 4,2%. El panorama económico confronta cada vez más frentes de tormenta. Por un lado, el dólar paralelo (“blue”) alcanzó un máximo de $14,45 por la especulación. Por otro lado, la caída del precio de la soja agrava la escasez de dólares porque las multinacionales exportadoras y los terratenientes agrarios realizan maniobras reteniendo ventas. En este contexto de problemas económicos crecientes el gobierno busca una difícil salida a la crisis de deuda abierta por el fallo de Thomas Griesa.

Presiones devaluatorias

Más allá que el oficialismo pretenda estar declarando la soberanía en cada pago de la deuda, la atención sobre la cotización del dólar devela en algún grado el carácter semi colonial de nuestro país, que depende para su desenvolvimiento en dosis importantes de la moneda yanqui. El gobierno está intentando minimizar, como ya lo hizo previo a la devaluación de enero, la relevancia del aumento del dólar paralelo (“blue”) diciendo que comprende un volumen insignificante de transacciones en relación a las oficiales. Es verdad. La gran mayoría de los dólares se van por el circuito oficial (algo así como los mecanismos normales de la expoliación imperialista) en pagos de la deuda externa usuraria, en las ganancias que las multinacionales buitre sacan del país, en las compras de combustibles en el exterior por la crisis energética y otras importaciones. Cuando no por la fuga legal a través de bonos y títulos. Todo este drenaje de dólares no alcanza a cubrirse con los ingresos por exportaciones. Como entran escasísimos dólares por inversiones o nueva deuda, la faltante se compensa liquidando reservas del Banco Central. La restricción de divisas en el circuito oficial retumba en un recalentamiento del circuito del dólar pararelo o ilegal, justamente la vinculación que el gobierno niega.
Con el foco en el precio de la soja, otra cosa se pone en evidencia. A pesar del relato de la “industrialización”, el peso que tiene la producción agraria es central en la economía. Las exportaciones agrarias son el principal suministro de dólares. Las multinacionales exportadoras de granos y los grandes terratenientes tienen una posición privilegiada para especular con la divisa verde. La especulación se acentuó ahora que el precio de la soja cayó a un mínimo en cuatro años. Quieren compensarse esa caída con una recomposición de ingresos vía devaluación. Para lograrlo retienen ventas de soja.
La Unión Industrial Argentina ya reclamó la devaluación hace algunas semanas. Este jueves, en el Precoloquio de IDEA, un foro empresarial con la impronta del Grupo Clarín, se pronosticó una devaluación. Un pronóstico así, realizado por el lobby empresarial, no sólo puede expresar un deseo, es un plan de acción. El gobierno negó que vaya a ceder a las presiones. El mismo discurso sostuvo en enero previo a subir abruptamente el precio del dólar. La historia puede repetirse.

Multimillonarios con el “modelo”

A la escasez de dólares el gobierno la quiso resolver con una vuelta a los “mercados”. Los acuerdos con el Club de París, Repsol y el Ciadi (un tribunal del Banco Mundial al servicio de las multinacionales imperialistas) buscaban acercar posiciones con el capital financiero internacional. Pero el fallo Griesa puso en jaque el plan de volver a endeudarse para conseguir dólares. Luego de fracasar con reapertura del canje en 2013, con apelaciones en EE.UU., intermediaciones con Daniel Pollack, negociaciones de la banca nacional y de la J.P. Morgan y una demanda en la Corte de La Haya, la última movida del oficialismo, para intentar salir de la encrucijada del fallo Griesa, es el proyecto de ley de pago soberano.
A esta pelea el gobierno buscó darle un carácter épico bajo la consigna “patria o buitres”. Pero la épica se va diluyendo. El domingo 24 el oficialista Página 12 dio a conocer el apoyo del empresario mexicano David Martínez Guzmán al proyecto de ley de pago soberano que Cristina Kirchner envió al Congreso. Martínez es socio del Grupo Clarín en Cablevisión y dueño de Fintech Advisory, que posee millones de dólares en bonos argentinos. No pasaron dos días desde que el mismo diario tituló “No estamos Soros”, se refería al magnate George Soros, dueño de Quantum Partners, que junto a Hyman Capital, perteneciente a Kyle Bass, y a otros inversores iniciaba una demanda en Londres contra el Bank of New York Mellon (BoNY), el agente de pago de la deuda argentina que el gobierno desplazó por acatar la orden del juez Thomas Griesa. Soros también tiene una cartera llena de bonos argentinos y participación accionaria en YPF. Es un experto especulador. En 1992 apostó contra la libra esterlina del Reino Unido provocando su devaluación. Con esa apuesta se ganó más de mil millones de dólares. Kyle Bass tendría otros 2 mil millones de dólares en bonos argentinos. Saltó a la fama especulando con las hipotecas sub prime mientras miles de familias perdían sus casas en EE.UU.. Martínez, Soros y Bass son apenas algunas de las caras visibles de los multimillonarios que aceptaron los canjes “soberanos” de 2005 y 2010 logrando ganancias del 300%, como reconoció Cristina Fernández de Kirchner. No hay dudas que los que entraron al canje son tan buitres como los que lo rechazaron.

Una salida obrera

Cualquier acuerdo con los buitres de la deuda será una hipoteca que cargarán las actuales y futuras generaciones del pueblo trabajador. Una devaluación será un nuevo zarpazo contra el salario obrero como en enero. A esa salida capitalista a la crisis, hay que oponerle un plan de conjunto de la clase trabajadora. El paro nacional es un enorme punto de apoyo, un gran pronunciamiento contra los despidos y suspensiones, contra la pérdida del salario por la inflación y por todas las demandas obreras. Frente al proyecto de ley de pago soberano que quiere votar el oficialismo para seguir siendo “pagador serial”, o a las propuestas de la oposición patronal que compite por ser más cipaya aún con el capital financiero internacional, desde el PTS en el Frente de Izquierda y los Trabajadores decimos no al pago de la deuda externa.
Llamamos a que se realice una consulta para que sea el pueblo el que decida qué hacer con la deuda. Para terminar con las maniobras especulativas de financistas, bancos y exportadores sojeros que retienen ventas, hay que establecer el monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de la banca bajo administración obrera para centralizar todos los recursos y ponerlos en función de las necesidades sociales. Para que esta vez la crisis la paguen los capitalistas.

Pablo Anino

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