El Banco Mundial acaba de reconocer errores importantes en sus cálculos sobre la situación mundial de la pobreza. En efecto, mientras que «las estimaciones de la pobreza establecidas por el Banco Mundial han mejorado gracias a datos más fiables sobre el coste de la vida», el resultado constituye por sí mismo un violento cuestionamiento de las estadísticas elaboradas por esta institución, que atraviesa una gravísima crisis de legitimidad desde hace varios años: de un golpe, el Banco Mundial acaba de descubrir que «400 millones de personas más de las que se pensaba, viven en la pobreza». ¡Es más de la mitad de la población del África subsahariana!
Esto refleja, sobre todo, la falta de fiabilidad de las estadísticas publicadas por el Banco Mundial, estadísticas que sirven, fundamentalmente, para avalar las políticas neoliberales impuestas por todo el mundo por sus propios expertos. Según su comunicado (1): «1.400 millones de personas que viven en los países en desarrollo (1 de cada 4), subsistían con menos de 1,25 dólares diarios en 2005», mientras que las estimaciones anteriores giraban en torno a mil millones de personas. Sin embargo, el Banco Mundial no deja de alegrarse, ya que lo que cuenta para él no es el número de pobres, sino la proporción de personas pobres. ¿Por qué? Porque con la demografía mundial galopante, esta cifra permite más fácilmente hacerse ilusiones: si, por ejemplo, el número de personas pobres se estanca, la proporción de pobres se reducirá automáticamente con el paso de los años.
Por esta razón el llamado «objetivo del milenio» consiste en reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de la población cuya renta es inferior a un dólar al día. Pero con los enormes errores del Banco Mundial en sus cálculos sobre la pobreza, toda la estructura de las políticas internacionales actuales contra la pobreza se derrumba. Las políticas de ajuste estructural (reducción de los presupuestos sociales, recuperación de los costes en los sectores de sanidad y educación, agricultura orientada a la exportación y reducción de los cultivos alimentarios, abandono de la soberanía alimentaria, etc.), impuestas por el FMI y el Banco Mundial desde principios de los años ochenta, han deteriorado las condiciones de vida de cientos de millones de personas en el mundo.
A este respecto, no faltan críticas al Banco Mundial, puesto que Thomas Pogge, profesor de la Universidad de Columbia, escribía recientemente: «Los sistemas de cálculo del Banco Mundial son extremadamente dudosos. Hay razones pensar que con un sistema más creíble se observaría una tendencia más negativa y una pobreza mucho más extendida. […] Mientras el sistema actual del Banco Mundial y los datos que se basan en él conserven su monopolio en las organizaciones internacionales y en la investigación universitaria sobre la pobreza, no se podrá abordar este problema realmente en serio» (2).
El Banco Mundial ha demostrado su fracaso, tanto en el terreno estadístico como en el político. Más que nunca, hay que fijar un triple objetivo: el abandono de la doctrina del ajuste estructural, la abolición del Banco Mundial, y su sustitución en el marco de una nueva estructura institucional internacional.
(1)Ver http://go.worldbank.org/MLVZFZTMS0
(2) «Un dollar par jour. ¿Que savons-nous de la pauvreté dans le monde?», www.cadtm.org/spip.php?article3282
Damien Millet, es el portavoz del CADTM Francia (Comité para la anulación de la deuda del tercer mundo, www.cadtm.org, y autor del libro L’Afrique sans dette, CADTM/Syllepse, 2005.
Damien Millet y Eric Toussaint
CADTM
Traducido por Caty R.
Eric Toussaint, es el Presidente del CADTM Bélgica, y autor de la obra Banque du Sud et nouvelle crise internationale, CADTM/Syllepse, 2008.
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