Desde 1961 a la fecha, las embajadas de EEUU en América Latina canalizan recursos millonarios en dólares a través de la USAID a políticos, empresarios, sindicalistas, organizaciones estudiantiles, periodistas e intelectuales, susceptibles de ser utilizados en sus planes de desestabilización a gobiernos que resultan "hostiles" a sus intereses.
Cuando la administración Clinton diseñó el Plan Colombia la intención de EEUU era llevar a cabo un proceso de vietnamización en el corazón de América del Sur. El epicentro del plan expansionista de EEUU en el área ha sido Colombia con el objetivo de proyectarse, posteriormente, hacia otros países de la región.
Entonces, Evo Morales, un líder cocalero del Chapare, todavía no "pintaba" para presidente de Bolivia. Pero el auge de la lucha de masas del campesinado boliviano propició la caída del "gringo" Sánchez de Losada y, tras un breve interregno en el Palacio Quemado, llegó al gobierno Evo Morales.
El arribo de Morales al sillón presidencial prendió los focos rojos en Washington, que incluso antes de que aquél asumiera, ya había diseñado planes de desestabilización para Bolivia. Pero las acciones encubiertas recrudecieron después de que Evo nacionalizara el petróleo y el gas natural.
Hace un par de semanas, en la coyuntura previa al referendo revocatorio del pasado 10 de agosto, el gobierno de Morales denunció que el país estaba en el "umbral" de un golpe de Estado. Según él, la ultraderecha, con apoyo de EEUU, estaba llevando a cabo "una guerra económica cruel", como parte de un plan de desestabilización que, mediante la inflación y carestía, buscaba "tumbar al indio".
En medio de los llamados del alcalde derechista de la ciudad de Santa Cruz, Percy Fernández, para que las Fuerzas Armadas derroquen a Evo Morales, el presidente se reunió en Palacio con el subsecretario de Estado norteamericano, Thomas Shannon.
Durante 20 minutos, Evo le exhibió pruebas de la injerencia del embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg y funcionarios de la Agencia de Cooperación Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Entre las pruebas estaban algunas curiosas sugerencias del embajador Goldberg a grupos opositores de derecha. Las mismas figuraban en correos electrónicos, interceptados por la inteligencia boliviana, donde el diplomático enviaba mensajes desestabilizadores.
En particular, el presidente Morales denunció que la USAID tiene "copada" buena parte del país con "programitas" que podrían ser útiles en la preparación de una asonada. Con el cinismo habitual propio de un subsecretario de Estado para América Latina, el halcón Shannon protegió a Philip Goldberg, y dijo que era "el mejor embajador que EEUU podía tener en La Paz".
Casualmente, a medio mandato, el gobierno de Evo Morales está en la antesala de una guerra civil. Y aquí encaja la otra parte de la ecuación desestabilizadora: el embajador Philip Goldberg.
Como el Pentágono no tiene capacidad para llevar a cabo una ocupación territorial de Bolivia, empantanado como está en Afganistán e Iraq, recurre a vías indirectas. O a lo que algunos expertos llaman "una guerra por intermediarios".
En el caso boliviano hoy, recurre a los grandes terratenientes de Santa Cruz de la Sierra vinculados con agroindustrias transnacionales y asentados en una provincia rica en hidrocarburos. Y a través de ellos, fomenta el separatismo y la sedición.
En ese contexto, no es casual que Goldberg, un experto en "desintegración", haya sido antes embajador en la ex Yugoslavia. Allá, durante su gestión diplomática, la CIA canalizó importantes "inversiones" a través de la mampara de la USAID, y contó con Goldberg en las tareas de desestabilización y desintegración. Además, fue el contacto principal con grupos fascistas de la ex Yugoslavia.
Hoy, según denunció Evo Morales, Goldberg repite su actuación en Bolivia. Desde su misión diplomática subvenciona a las organizaciones de la extrema derecha secesionista de Santa Cruz, e instituciones "anodinas" como la Fundación del Milenio, en la Universidad San Simón de Cochabamba. También en los barrios populares de El Alto, la USAID ha puesto en marcha programas para "reducir las tensiones en las zonas propensas a conflictos sociales".
Va quedando claro, pues, por qué Washington "exportó" a Goldberg de los Balcanes a Bolivia. Para transformar al país en una nueva Yugoslavia.
Carlos Fazio – Bolpress- Bolivia -
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