El kirchnerismo empieza a echar lastre sin cuidar ya las formas. La fulminante decisión de dejar para mejor vida el acuerdo firmado con Marsans para transferir Aerolíneas al Estado constituye una nueva vuelta de tuerca de la crisis política. Advertimos desde ya, sin embargo, que estamos ante un fraude descomunal porque el nuevo proyecto habla de "rescatar" a la empresa y de "comprar" las acciones, o sea que admite un valor a lo que efectivamente no vale absolutamente nada, debido al completo hipotecamiento del patrimonio de la empresa. Este rescate fraudulento ya comenzó desde el momento en que el Estado se ha hecho cargo de todo el movimiento en operativo, mientras el grupo Marsans continúa siendo el titular del paquete accionario.
Aerolíneas en el limbo
La camarilla de los De Vido y los Jaime ha sufrido un golpe espectacular, porque esta voltereta para salvar el proyecto en Diputados le impide cerrar la trama de una década de negociados con el grupo español; esto, en medio de la crisis del Indek, señala prácticamente el final de este clan inamovible e inicia formalmente la desintegración del gobierno; De Vido y Jaime tendrán que salir a negociar un salvoconducto de impunidad para sus fechorías. La ruptura del acuerdo con Marsans coloca a la gestión futura de Aerolíneas en un cono de sombra, porque sufrirá el acoso de Marsans y de la patronal española, en medio de un déficit operativo absolutamente extraordinario y de una crisis generalizada de las compañías aéreas; conseguirá financiamiento corriente solamente a precios usureros. El compromiso armado en el bloque de diputados del PJ, para asumir en forma provisoria la dirección de AA sin haber zanjado la disputa con sus anteriores ‘accionistas' (en realidad vaciadores), lleva directamente a una declaración de ‘default' de la empresa, que no tiene condiciones de honrar sus deudas (fraudulentas o ficticias), sea con los acreedores privados como con el Estado.
Todo esto permite pronosticar que el proyecto que ahora se pretende ‘consensuar' con la oposición no tiene ningún futuro y que constituye un intermedio para proceder a una próxima privatización. Aerolíneas se suma de este modo al estado general de ‘default' que ha puesto en evidencia el ‘modelo productivo', en especial a partir de la colocación infortunada de bonos en Venezuela. Los subsidios que deberán ser concedidos para el funcionamiento de AA se suman a los ya abultados que se pagan por otros desaguisados oficiales, lo que puede llevar el monto total de subvenciones, en un corto plazo, al 50 por ciento del presupuesto nacional.
En este punto contarán con el entusiasmado apoyo de Solanas-Lozano, que se han cansado de explicar la inevitabilidad del subsidio cuando se trata de los transportes (un premio para los capitalistas que los usan para sus negocios). El abultamiento de los subsidios se habrá de poner de manifiesto cuando se discuta, en pocos días más, la ampliación del presupuesto de 2008. Del intento de rescate del accionista privado se pasa, a corto plazo, a una necesidad de rescate del propio Estado, lo cual requerirá tarifazos, renegociaciones internacionales de la deuda de Argentina y una nueva devaluación del peso.
Transición
La crisis de Aerolíneas ha puesto en evidencia la vulnerabilidad del conjunto del régimen económico. La pseudo estatización de AA (rescate de Marsans) siempre fue una fantasía, que la burocracia de los sindicatos aeronáuticos alimentó con absoluta irresponsabilidad bajo la excusa de la defensa de las fuentes de trabajo. El régimen social actual no tiene espacio para parches o salidas aisladas; la recuperación de Aerolíneas (expropiación sin pago, incluidos los patrimonios y empresas de los estafadores) solamente es viable juntamente con medidas de fondo: nacionalización de la banca, desconocimiento de la deuda externa usuraria y reestructuración de la economía sobre nuevas bases. La burocracia sindical, en especial de la CTA, apoyó a muerte el acta fraudulenta de rescate de Marsans y aún más a los De Vido-Jaime, y ahora se encuentra completamente aislada, y sus trabajadores sin un plan de defensa real de la fuente de trabajo y de la propia empresa. Para tapar su propio derrumbe ha decidido juntarse con Moyano y Fernández (UTA) para ir a apoyar el nuevo engendro oficial.
En esta situación de transición (desintegración) del régimen actual, hasta los más emperrados opositores aseguran que cualesquiera sean las dificultades que se aprecian, no existe el riesgo de ‘default'. Es exactamente al revés: Argentina ya está funcionando en un régimen de cesación de pagos, como lo prueba el hecho de que el gobierno está recomprando deuda pública, cuando se encuentra en la necesidad de obtener créditos nuevos, y como lo testimonian los proyectos para que la administración pública pueda meter mano en los fondos del Banco Nación, cuando ya la está metiendo en la Anses y el Banco Central.
‘Default' hasta el cuello
La especie de que no hay riesgo de ‘default' es sencillamente una estupidez, porque la economía mundial en su conjunto se encuentra en esa situación. ¡El gobierno de Estados Unidos, que se supone es el kilómetro cero del riesgo financiero, está pagando cerca de 200 puntos de riesgo país para mantener en el pulmotor a sus dos empresas de crédito (Fannie Mae, Freddie Mac)! El poderoso banco de inversión Lehman Brothers está tratando de vender títulos incobrables por 40.000 millones de dólares, al 22 por ciento de su valor original - 3.000 puntos de riesgo financiero (y como no consigue compradores, ¡está ofreciendo préstamos para hacerlo!). Los capitales están saliendo de las bolsas más reputadas: China cayó más de un 50 por ciento y Brasil cerca de un 20 por ciento. Si la devaluación del real prosigue (de 1,56 a 1,70 el dólar en diez días), el comercio exterior argentino sufrirá un golpe descomunal y la capacidad internacional de pagos se irá definitivamente a pique.
El problema que no quieren reconocer los nac & pop, en especial los del grupo Fénix, es que el superávit fiscal apenas alcanza para pagar los intereses y que todo el sistema económico está organizado para que la deuda externa aumente sin pausa. La mitad de ella, ajustable por CER, es vulnerable a la inflación y la otra, en dólares, a la devaluación. Si el ‘modelo' requiere moneda devaluada, inflación y desendeudamiento, es claro que no tiene salida, porque la inflación y la devaluación aumentan catastróficamente la deuda pública. A la luz de esto se entiende que el conflicto con el ‘campo' nunca fue tal, en especial porque los dos polos en disputa apoyan la sojización. Fue una disputa para capturar la renta de los precios de exportación para evitar el ‘default'; la derrota oficial aceleró la cesación de pagos. La propuesta del ex ministro Lousteau, al comienzo del conflicto, de refinanciar otra vez la deuda pública, obedeció a esta circunstancia y fue el equivalente a una declaración de ‘default' que no ha dejado de hacer sentir sus efectos. Hasta el mismo Chávez, con sus petrodólares, enfrenta el mismo problema, que se manifiesta en una enorme salida de capitales que llevó el mercado negro del dólar a más del doble del oficial. Por eso empezó hace unos meses a vender títulos públicos en dólares, que permitieran reducir la cotización del dólar en el mercado negro, lo mismo que hizo con los títulos que le compró a Argentina y que derribó las cotizaciones de la deuda argentina.
Los economistas oficiales -sean del gobierno o la oposición, de la derecha o del progresismo-, simplemente no admiten la bancarrota del capital aunque leen sobre ella todos los días. El entusiasmo que despertaron la soja y De Angeli se explican porque vieron en las cotizaciones de los granos la alternativa al derrumbe; pero la euforia duró poco: una, porque los granos se derrumbaron; dos, porque con los granos subieron todas las mercancías vinculadas con su implantación, siembra, cosecha y transporte. La caída de las materias primas ha acelerado liquidaciones: de deudas y capitales en los llamados países emergentes. Para la burguesía y para el gobierno es acuciante recomponer la situación con tarifazos, pero sabe que tal cosa provocará un estallido popular y también el estallido de la deuda externa por la vía de la inflación. ¿No hay ‘default'?
Trampa
Es el ‘default' lo que está liquidando al gobierno, no Carrió, De Angeli o Duhalde. La parlamentarización del régimen político no es tal, se trata de la descomposición del Poder Ejecutivo en un sistema presidencialista y del justicialismo y del kirchnerismo. El gobierno ya no tiene más un bloque mayoritario. Se desarrolla, al mismo tiempo, un conflicto ‘destituyente' entre el gobierno y la oposición, y un co-gobierno entre uno y la otra, o sea un intento de co-legislar mientras se agudizan las contradicciones en su conjunto. La trampa más grande en la que podrían caer la izquierda o los luchadores populares es la adaptación a los vaivenes de la crisis y a las tendencias capitalistas que intentan, sin posibilidades, encauzarla.
Jorge Altamira
Prensa Obrera
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