lunes, 5 de marzo de 2018

De la Reforma a la contrarreforma: 1918-2018



Vigencia de la gesta estudiantil e hipocresía de los partidos patronales.

Hace 100 años, los estudiantes cordobeses fueron los que encendieron la llama de la Reforma Universitaria. Terminar con la opresión, con el autoritarismo, era el grito universal inspirado por la Revolución Rusa (1917) y el ascenso general de la clase obrera europea de la primera posguerra.
El programa de la Reforma Universitaria planteaba la participación estudiantil en el gobierno de casas de altos estudios, la autonomía universitaria, la docencia libre y la extensión universitaria.
Uno de sus mayores méritos es que puso de manifiesto la unidad de la transformación educativa y cultural con la transformación social y política de la sociedad.
La influencia obrera se expresó también en los métodos: declaró la huelga general, ocupó el Rectorado, invadió el recinto de la Asamblea Universitaria el 15 de junio. Con métodos “piqueteros”, “la multitud arrolló a los gendarmes, arrastrándolos hasta la puerta de calle”, según cuenta La Prensa del 16 de junio de 1918; ocupó y cortó calles en multitudinarias movilizaciones (10 mil cordobeses en julio) y acompañó activamente huelgas obreras.

Perfidia a granel

Este año habrá innumerables actos y homenajes que poblarán las grillas de todas las instituciones y partidos. Advertimos –sobre todo a la juventud– sobre que en ellos se ocultará la verdad de toda esta rica gesta, que fue tan poderosa que desde la clerical “Córdoba de las campanas” no tardó en extenderse a las otras universidades del país, a toda América latina y al mundo.
Los que crean protocolos para limitar la protesta social y política, los que estigmatizan y condenan marchas y piquetes, los que persiguen y encarcelan a luchadores y que hoy vociferan loas a la Reforma del ’18 e incluso se presentan como sus defensores, ¿cómo hubieran actuado en ese momento?
Con los mismos propósitos, Hipólito Yrigoyen mandó a encarcelar a los 83 ocupantes que el 9 de septiembre de 1918 reabrieron la Universidad de Córdoba con la dirección de los estudiantes, que durante tres días (hasta que fueron desalojados) cumplieron incluso la función de los decanos.
Esta parte de la historia será cuidadosamente enterrada porque es una denuncia de los “homenajeadores”.

Enterradores

La perfidia obedece primero a ocultar que la Reforma empezó a ser desmontada a los pocos años, en el gobierno del radical Marcelo T. de Alvear, y sigue hasta nuestros días, gobierno tras gobierno.
Los estudiantes en 1918 se levantaron contra la Corda Frates, una logia dominada por el Arzobispado, que imponía docentes y contenidos. Por eso exigían la docencia libre y hablaban del “demos universitario” (ver Manifiesto Liminar). Pero la Iglesia Católica volvió a ser metida en la educación.
Lo hizo Juan Domingo Perón en su primera presidencia, luego el “progresista” Arturo Frondizi (¡laica o libre!), haciendo efectivo el decreto de la Revolución Libertadora que abría la enseñanza universitaria a los privados, en ese momento fundamentalmente la Iglesia y más tarde los grupos capitalistas varios.
Se estableció en las leyes de educación del menemismo, que todos los sucesivos gobiernos sostuvieron y agravaron, y en la ley de educación aprobada en 2010 en Córdoba. Violaron una de las principales banderas de la Reforma, a la que ahora homenajearán con bombos y platillos.
Así sucedió con cada uno de los reclamos que levantaron y pusieron en marcha los estudiantes cordobeses hace 100 años.
Los mueve un segundo propósito: reivindicar la Reforma para avanzar aún más en la liquidación de las carreras de grado, en asegurar a grupos como Intel, Monsanto y otros el dominio de los contenidos, en facilitar el negocio de los posgrados, en que otras “Corda Frates” avancen sobre el “demos universitario” y se adueñen de la educación.

Vigencia

Deodoro Roca comentó en 1936: “La Reforma fue todo lo que pudo ser. No pudo ser más de lo que fue, en dramas y actores. ¡Dio de sí todo!”. Esto significó que la Reforma superaría el terreno universitario y se abría a la lucha política más general. Pero, al hacerlo, comprobó rápidamente sus propios límites.
El movimiento reformista no pudo desempeñar un papel independiente en la escena política, y enseguida se dividió entre los que se pasaron al terreno de la burguesía y los que abrazaron la causa de los trabajadores.
Pero si la Reforma como movimiento social fue superada, las reivindicaciones democráticas que le dieron vida mantienen hoy toda su vigencia. La lucha por la autonomía, el cogobierno, la docencia libre, la cátedra paralela serán las banderas con las que nos planteamos nuestro homenaje, sosteniendo la conclusión a la que arribaron los sectores más avanzados del movimiento reformista: la transformación educativa es inseparable de la transformación social, dirigida por la clase obrera contra la opresión y la miseria capitalista.

Eduardo Salas, legislador del PO-FIT y dirigente del Partido Obrero

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