sábado, 31 de marzo de 2018

Cuentas offshore para los ministros, tarifazos y techos paritarios para los trabajadores



El gabinete de gobierno se compone de ministros y funcionarios millonarios con cuentas en el exterior y en paraísos fiscales, pero para los trabajadores sólo hay tarifazos, recortes del poder adquisitivo y promesas de un nuevo "segundo semestre".

Mauricio Macri defendió ayer desde Chapadmalal al ministro Aranguren por mantener su fortuna en el exterior y no traerla al país por “falta de confianza”. Mientras tanto, pidió a los trabajadores y pueblo pobre que confíe en que la inflación disminuirá en el “segundo semestre” y que acepten un nuevo golpe al bolsillo con los tarifazos. ¿Broma? No. Cinismo.
La lista de ministros y funcionarios con abrumadoras cuentas e inversiones en el extranjero -en muchos casos en paraísos fiscales- se va extendiendo día a día. Esta semana, mientras se anunciaban nuevos incrementos del 40 % en la tarifa de gas residencial y un 17 % en la garrafa, el ministro encargado de realizar este ajuste afirmó que aún “no confía” en el país, luego de más de dos años de desenvolverse como funcionario de esta gestión, tras haber sido CEO de una multinacional petrolera como Shell. La lista continúa con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, el flamante titular de la AFIP, Leandro Cuccioli, y hasta el propio presidente, Mauricio Macri, entre otros tantos.
Semanas atrás, Marcos Peña había defendido al ministro Caputo en el Congreso Nacional tras conocerse su participación accionaria en el fondo offshore Noctua. Así, el gobierno primero niega que sus funcionarios tengan plata afuera, luego niega que ese dinero lo mantengan en sociedades offshore, y cuando aparecen evidencias que dejan al descubierto la mentira, transforman la debilidad en ideología: proponen que es “natural” tener plata en paraísos fiscales y que no tiene relación con la corrupción. Como si fugar dinero, evadir impuestos y no declarar el origen de los fondos fuese una actividad normal, incluso siendo claramente ilegal desde el punto de vista de los marcos del régimen democrático-burgués.
Tampoco es normal, como hicieron notar a Dujonve en España con una pregunta incómoda, que los funcionarios que convocan imponen a los trabajadores a ajustar el cinturón con la promesa absurda de que la situación va a mejorar “en algún momento”, sean los primeros en mantener su riqueza afuera. Y, lo que es más descarado, a decirlo públicamente sin cuestionamientos.
Aranguren es el ministro que más dinero tiene afuera: $ 87 millones. Le sigue el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que de un patrimonio declarado de $ 97 millones tiene alrededor de $ 79 millones en el exterior. Por su parte, Gustavo Arribas es el funcionario con más bienes del Gabinete y también el que más activos tiene en el exterior. El titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), declaró bienes por $ 126 millones.
Lo que faltaba para coronar tanto cinismo era la justificación de la abultada riqueza que posee todo el gabinete de gobierno: Macri lo hizo. Durante sus vacaciones de semana santa en Chapadmalal añadió que Aranguren “debió vender sus acciones en la compañía (Shell) perdiendo la mitad de lo que había ganado en su vida". "Eso es lo que hizo Aranguren por los argentinos”. Como si la riqueza que acumularon los funcionarios ex-CEO desde sus compañías o puestos jerárquicos la hubieran realizado “con el sudor de su frente” y no mediante la explotación de los trabajadores, los negociados con el Estado y la corrupción.
Resulta insólito que el macrimo quiera presentar como un sacrificio el hecho de que alguien venda las acciones de una multinacional.

El viejo cuento del “segundo semestre”

Corría el segundo trimestre del año 2016 cuando Macri y varios de sus funcionarios prometían que en el “segundo semestre” habría una mejora en la economía, luego de haber propiciado un fuerte golpe a los trabajadores con una devaluación del 50%, tarizafos y despidos masivos, mientras por el otro lado beneficiaba a los grupos económicos con la quita de las retenciones y un abaratamiento del “costo salarial”. El salario real se hundió un 6 % promedio en todo el año (con sectores que vieron desvanecer su poder adquisitivo en más del 10 %), se desplomó el consumo y la economía nunca repuntó. Así, diciembre cerró con una caída acumulada de 1,8 % en la actividad económica según el Indec.
En el 2018 la economía no transita un enfriamiento abrupto como el de hace dos años, sin embargo tampoco logra repuntar más allá de los niveles de 2015. El crecimiento es efectivamente, invisible. Las expectativas de la economía se recalculan a la baja en forma permanente apuntaladas por la sequía del agro y los desequilibrios internos, mientras el ajuste sobre los trabajadores persiste bajo nuevas y viejas formas: los tarifazos y la inflación ya están afectando la capacidad adquisitiva del pueblo trabajador, mientras el gobierno se vota “metas de inflación” irrisorias utilizadas como anclas salariales por debajo del 15 %, con ayuda de burocracias amarillas.
En este contexto, Macri desempolva el viejo libreto del “segundo semestre”, prometiendo un futuro mejor mientras ataca el bolsillo popular. Su plan es “perdurar” mientras pasa el mundial, apostar a algún gol de Messi y esperar al 2019 evitando la mayor cantidad de sobresaltos posibles.
Nada bueno puede esperarse de un gobierno que festeja una Argentina con más de 11 millones de pobres, 7 millones de trabajadores en la informalidad y más de la mitad de los trabajos bajo condiciones de precarización extrema. El salario promedio de la economía es de $ 14.000, por debajo de la línea de pobreza y muy por debajo de la canasta familiar estimada en $27.000. La jubilación mínima que percibe el 66 % de los jubilados no alcanza tampoco ni la mitad de la Canasta de Jubilados.
Mientras tanto, el gabinete está compuesto por una casta de empresarios millonarios que fugan dinero y lo mantienen en paraísos fiscales. "Todo normal".

Lucía Ruiz
@LucuRuiz

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