sábado, 10 de marzo de 2018
El Manifiesto y sus usos metafóricos
El "Manifiesto Comunista" no sólo constituye uno de los textos políticos más importantes de la historia política de Occidente, sino que además posee notorias cualidades estéticas y literarias, que queremos destacar en el año de su 170 aniversario.
Otros textos de Marx y Engels de innegables méritos literarios son por ejemplo "La sagrada familia" o "El 18 brumario de Luis Bonaparte", sin embargo "El Manifiesto" registra dos de las más celebradas y famosas metáforas en la historia de la literatura política revolucionaria que queremos analizar no sólo semiótica, sino históricamente, a ciento setenta años de su publicación.
Los proletarios no tienen nada que perder, excepto sus cadenas
Al final del "Manifiesto" los autores enfatizan la idea de que los proletarios en la lucha por la revolución y el socialismo, no tienen nada que perder, que no sean los grilletes de la esclavitud asalariada con los que el capital encadena al proletariado.
Sin embargo, si consideramos como orientación metodológica la lectura prudentemente crítica de los clásicos, como postula León Trotsky en su prólogo "A noventa años del Manifiesto Comunista", debemos reactualizar y complejizar el análisis de la significación histórica de dicha frase: hoy a ciento setenta años de escrita puede ser leída como completamente anacrónica, e incluso romántica, si no damos cuenta de las transformaciones producidas en la división internacional del trabajo y al seno de la clase trabajadora mundial en el siglo XX en general, y muy particularmente en el lo que va del siglo XXI .
Sin descartar esa aspiración final, de que el proletariado deje de ser una clase "esclava" del capital y rompa las cadenas de la explotación, debemos dar cuenta de los nuevos fenómenos de fragmentación y división de la clase trabajadora, que aunque alentadas por las clases dominantes para perpetuar su dominación, nos hablan también de nuevas realidades materiales e ideológicas de los explotados, atravesadas por múltiples especificidades de género, nacionalidad, orientación sexual y por el contexto de una subjetividad polisémica de la clase.
Reconocer las diferencias culturales e identitarias de la clase obrera en el presente, no es una cuestión de semiotización de la lucha de clases, sino la urgente necesidad estratégica del internacionalismo marxista, de poner en pie nuevamente la perspectiva de la revolución socialista a nivel mundial.
Un fantasma recorre Europa
Al comenzar la lectura del texto socialista, nos hallamos con una de las metáforas de más potencia significativa de la historia política contemporánea: el fantasma del comunismo que recorre Europa y despierta el terror en las diferentes variantes de la reacción.
La tradición literaria del "fantasma" es rica y copiosa en la historia de la literatura occidental en general, y en la literatura inglesa en particular, desde los moralizantes y elevados fantasmas shakespearianos hasta el paródico Nick Casi Decapitado de Harry Potter, pasando por el irónico fantasma de Canterville de Óscar Wilde; los fantasmas leídos en clave simbólica siempre cumplen un función narrativa o dramática que implican también, aunque no se reduzca a él, un presupuesto ideológico.
Muchos de los dramas shakespeareanos, tanto trágicos como históricos, tienen la presencia de uno o más fantasmas que ejercen una función principalmente de corte profético-moralizante, de advertencia severa de derrota o muerte; quizás el más famoso de los fantasmas de Shakespeare sea el padre de Hamlet que vuelve de ultratumba como una fuerza moral que interpela a su hijo; sin embargo existen otros fantasmas con la misma función dramática en otras obras como Ricardo III, Macbeth, Julio César o Cimbelino.
Desde 1848 a esta parte, han sido muchas las ocasiones, afortunadamente, en que el espectro del poder proletario se ha cernido sobre los bastiones de la dominación burguesa; albergamos la más íntima confianza que en este siglo nuevas revoluciones y alzamientos de los explotados y oprimidos serán como los fantasmas shakespeareanos, que anunciarán la derrota histórica del capitalismo, esta vez su derrota definitiva.
Matías Matonte
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