domingo, 18 de marzo de 2018
El papa Francisco pide “perdón” y se mete de lleno en la política argentina
La Iglesia pasó a ocupar un rol más preponderante en política argentina. Después de la movilización del 8M y de que Marcos Peña dijera cuánto cobran los obispos, hasta el Papa tuvo que intervenir
Producto de la debilidad del gobierno, Macri habilitó la discusión por el derecho al aborto por pura demagogia. Pero el giro macrista desencadenó la fuerza del movimiento de mujeres que se venía gestando en Argentina desde el 2015, 300.000 personas marcharon el día internacional de la mujer.
Este poderoso movimiento, trastocó el panorama político nacional: La iglesia salió a defender su histórica posición contraria a los derechos de las mujeres y el gobierno, siguiendo con su línea demagógica, “confesó” que se gastan 130.000.000 pesos en mantener a los obispos. En este punto, la iglesia tuvo que salir a responder rápidamente y con una cara “amigable” y más “humilde”, defendió la penalización para la interrupción del embarazo, supuestamente velando por las mujeres más pobres.
En este panorama, el papa Francisco –que en sus 5 años al mando del Vaticano no pisó suelo argentino- tuvo que tomar cartas en el asunto. Aprovechando a responder la carta que le habían mandando distintos dirigentes políticos, sindicales y de movimientos sociales(desde figuras de Cambiemos hasta todas las variantes peronistas) el Papa aprovechó para intervenir en los debates candentes que están a la orden del día.
Su carta, pretendidamente desde el llano apelando al perdón permanente, fue un llamado a la unidad nacional, resaltando que la carta que le habían hecho llegar fuera de “personas de diferentes procedencias religiosas, políticas e ideológicas”. “La unidad es superior al conflicto", remarca la carta.
Exaltando una y otra vez tanto su procedencia argentina, como sus rasgos humanos (recordemos que para la tradición católica el Papa es la máxima representación de Dios en la tierra), Francisco comienza a tomar un rol más protagónico. Lo hace –fiel a su estilo- desde la humildad y apelando a la siempre infalible culpa cristiana.
La carta, de conjunto, pareciera ser un aviso de que, aunque desde el Vaticano o las sombras, el Papa nunca deja de mirar la política argentina. Pasa que desde su última llegada al subcontinente, se hizo más palpable la pérdida de fieles, en una región históricamente con mucha preponderancia católica.
En un momento donde la calle empieza a pesar más, en un marco de despidos, precarización de la vida de los trabajadores, cientos de miles que apoyan los derechos de las mujeres, combinado con una debilidad gubernamental y una dispersión del peronismo –que siempre ha jugado un rol de contención de los trabajadores y las clases populares-, la iglesia ve con temor que estos elementos se desarrollen.
En este sentido, la iglesia se va configurando para contener a los sectores más golpeados para bajar las expectativas de sus reclamos y evitar un desarrollo más revulsivo de la situación.
Matthias Flammenman
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