El encubrimiento de una tregua sindical y política.
En estos días ha recrudecido la ofensiva política pejotista en función de la unidad no sólo del PJ, sino hasta de toda la oposición “incluido el Frente Renovador y el Frente de Izquierda” –como lo ha reiterado Agustín Rossi, haciendo trascender que la propia Cristina Kirchner es autora de la idea. El tema de la unidad del PJ se ha reiterado por parte de Alberto Rodríguez Saá, con el mismo alcance hasta la izquierda a través de una gran interna. Por otro lado se han producido reuniones y actos, el último de ellos incluyendo a Hugo Moyano en la reproducción de la película Sinfonía de un Sentimiento de Leonardo Favio.
En tanta reunión pejotista opositora, sin embargo, no se hizo ver un sólo gobernador. Ellos están ocupados en otros menesteres. Alicia Kirchner acaba de computar descuentos del puntaje concursal a los docentes que hicieron paros, volviendo sobre los pasos de una larga historia antihuelga de los gobiernos provinciales de Néstor, mediante premios al presentismo para quebrar la lucha. Otros como Urtubey de Salta y Bordet de Entre Ríos han visitado la Expoagro para saludar al capital agrario, dándole garantías de “no volver atrás”. En tanto la policía del tucumano Manzur perpetraba uno de los crímenes de gatillo fácil más repugnantes de la historia reciente bajo “la doctrina Chocobar”. Claro, son los gobernadores firmantes del pacto fiscal que estuvo en la base de las leyes previsional y tributaria, que desataron las rebeliones obreras y los cacerolazos de diciembre.
El argumento de los hacedores de la unidad pejotista -y aún opositora- es que hay que perdonar a los gobernadores porque están “apretados” por la caja de Macri. Pero el problema es más profundo, porque buena parte de los legisladores de las provincias, que no están apretados por ninguna caja, han formado un bloque político para aprobar todas las leyes de Macri en las que se apoya el plan de guerra contra los trabajadores. Es que el eje de la unidad opositora es el 2019, en lo que el “volveremos” –con o sin Cristina a la cabeza- resulta una réplica –grieta mediante- del plan reeleccionista de Macri. En el mientras tanto, Macri y el gobierno capitalista que representa, avanza con sus tarifazos, flexibilización, entrega a la banca acreedora, paritarias a la baja y el enorme reforzamiento represivo del Estado, incluidos los acuerdos con el Comando Sur del Pentágono.
El otro violín de esta orquesta opositora que le pone música al ajuste, es la CGT. Impactada su dirección por las jornadas de diciembre, se recauchuta en torno a una acentuación del colaboracionismo, firmando las peores paritarias de la era Macri: entre el 12 y el 15% en cuotas, sin actualización por inflación, cuando los precios treparon al 24,8% en 2017 y apuntan al mismo guarismo este año. Hundida la Reforma Laboral que esta CGT pactó con Macri –incluido Moyano, cuyo hijo menor participó de la redacción–, ahora firman convenios flexibles: es el caso de Smata y Ferroviarios, que siguen la saga de Petroleros, UPCN y Atilra. Varios de los cuales son gremios kirchneristas. Este último sector, a través de Palazzo (Bancarios) y Baradel (Suteba), están planchando la lucha de sus gremios ante los topes oficiales. La Corriente Federal prometió incluso no sacar los pies del plato de la reconstrucción de la CGT, que ahora incluiría a los macristas de las “62”. Todos los sectores de la fracturada burocracia sindical están, al mismo tiempo, completamente de espaldas a las luchas obreras del momento –sean el INTI, el Turbio, o los obreros azucareros. De manera que todo el andamiaje de la unidad opositora conlleva una tregua sindical que se proyecta hasta el propio 2019. El 21F, como marcamos desde estas páginas, no movió el amperímetro por su completa falta de perspectiva y su carácter de aparato.
Esta tregua sindical va acompañada de la más completa cobardía política. Frente a la propuesta de la diputada del PO-FIT, Romina Del Plá, de una sesión especial opositora para derogar el mega DNU y otros DNU (como el de inmigrantes), el FPV, el FR y el Evita dicen estar de acuerdo pero se niegan a convocarla por si fracasa debido a la oposición del Bloque Federal –mientras este bloque avanza en sociedad con el macrismo para dividir el mega DNU en tres leyes y a la reforma laboral en otras tantas. Es al revés: si la sesión especial fracasa pero desnuda al Bloque Federal, cumple un papel de agitación política y contribución al movimiento obrero y al movimiento popular.
Es decir que el planteo de la “unidad opositora” es funcional a la subordinación a todo un régimen que sigue avanzando contra los trabajadores. En la verdadera vereda de la oposición se anotan los trabajadores que están luchando contra los despidos, el 14 y el 18D, y ahora este impresionante 8 de marzo, tan vasto y radicalizado que tuvo que salir a disputar sus banderas hasta el propio Macri. Ahora se presenta otro escenario para esa lucha política el 24 de marzo.
A la unidad opositora del colaboracionismo, oponemos la unidad de la clase obrera y los explotados para enfrentar el ajuste. El paro activo nacional y un plan de lucha se inscriben en esa perspectiva política: por ello impulsamos un congreso de trabajadores con delegados electos para debatir un programa, un plan de acción y una salida de los trabajadores como alternativa política al régimen. Llamamos al Frente de Izquierda a luchar en común por esta perspectiva de independencia política de los trabajadores.
Néstor Pitrola
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