La cuota de los préstamos ya equipara a la de los créditos tradicionales, y la deuda de capital de los UVA creció un 50 por ciento.
Los créditos UVA produjeron en su momento un fuerte sacudón en el mercado inmobiliario al facilitar el acceso de los créditos para la vivienda –que prácticamente habían desaparecido del mercado− mediante la reducción de la cuota inicial y de los requisitos exigidos a los tomadores.
Desde su implementación al presente, se van haciendo cada vez más palpables los riesgos de este nuevo mecanismo creado en función de los negociados de los grandes especuladores inmobiliarios y financieros, en la medida que –como lo denunciáramos en Prensa Obrera– las cuotas se ajustan de acuerdo a la inflación y no a los ingresos de los tomadores de préstamos.
Siguiendo a una inflación que no dejó de crecer en estos dos años, quien tomó un préstamo UVA en abril de 2016 y pagaba una cuota de 7.915 pesos −contra los 12.435 pesos de los créditos comunes− ahora paga 12.428 pesos. De modo que una diferencia de 4.250 pesos se achicó ahora a 7 pesos. Peor aún: mientras que quien tomó entonces un préstamo común de 1 millón de pesos achicó -aunque marginalmente- su deuda de capital, debiendo ahora $978.854, quien asumió el mismo monto con UVA debe actualmente $1.529.466 pesos –un aumento del 53 por ciento (La Nación, 26/2).
Por otra parte esos créditos, al alimentar un nuevo ciclo de especulación inmobiliaria, llevaron al encarecimiento de los inmuebles, dificultando todavía más el acceso de la población trabajadora a la vivienda.
El panorama para los tomadores de UVA no es alentador: mientras la inflación no da tregua –las consultoras la sitúan entre el 20 y el 25% para 2018–, el gobierno avanza en su pretensión de imponer un techo muy por debajo a las paritarias, con la complicidad de la burocracia sindical, con la que viene cerrando acuerdos de entre el 12 y el 15% en cuotas. En abril, la inflación ya lleva un 9 por ciento acumulado; ya crecieron fuertemente las tarifas de transporte, gas, naftas y subterráneo, y quedan pendientes otros aumentos programados: la electricidad en agosto y el gas en octubre. Y la consultora Elypsis prevé para marzo “un mayor arrastre estadístico, con aumentos muy fuertes en alimentos y educación”.
Entretanto, el Banco Hipotecario lanzó al mercado bonos por 20 millones de UVAs (430 millones de pesos), de modo que esos préstamos empiezan a generar una burbuja de especulación financiera: en cuanto se vuelvan impagables provocarán una crisis similar a la de los créditos hipotecarios subprime (bonos basura) en los Estados Unidos, en 2008.
Resulta preciso exigir un plan de préstamos para vivienda a tasa cero en beneficio de los trabajadores, financiado con un impuesto a las grandes fortunas y a los especuladores financieros; eso exige además la creación de un banco único y estatal para la vivienda bajo gestión de los trabajadores y los tomadores de préstamos, y un urgente plan de viviendas populares.
Alejandro Guerrero
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