lunes, 3 de octubre de 2016
Los ajustadores debajo de la sotana papal
El seguidismo al Vaticano del gobierno, los partidos políticos tradicionales y la burocracia sindical tiene un contenido social definido: hacer pasar el ajuste
Sería un error reducir la influencia de la Iglesia y del Papa Francisco sobre los partidos políticos y el gobierno a la negativa de éstos a legalizar el derecho al aborto o a su defensa cerrada de los privilegios del clero –pago del Estado de los salarios de obispos, subsidios millonarios a la educación confesional, la autorización para dictar contenidos pedagógicos propios en sus colegios, etc. Estas cuestiones, que han sido tradicionales del lobby clerical, ahora se combinan con un peso inédito de la Iglesia en la situación política, que ha crecido en la misma proporción que se agrava la crisis social, económica y política.
Una prueba de ello hemos visto en los últimos días, con la Iglesia desplegando un activismo febril para evitar la concreción de un paro nacional, y más en general, para actuar como contenedora de una crisis social que no deja de agudizarse. Durante la semana pasada la cúpula del Episcopado se reunió con el gobierno, la CGT y movimientos sociales cercanos para invitarnos al `diálogo´, en el que se reservan el papel de facilitadores. Para el gobierno que no quiere que le hagan un paro nacional, y para la CGT que no quiere hacerlo a pesar de haberlo votado, el favor jugado por la Iglesia es invalorable. A esto se le debe sumar una cuestión estratégica: la Iglesia también ´acercó` a los movimientos sociales a la burocracia sindical de la CGT. Detrás de esto se esconde una clara intención de disciplinamiento social.
La cercanía entre el clero y la burocracia sindical está fundada en cuestiones que hacen a la naturaleza de ambos. La burocracia sindical, que se ha apropiado de los sindicatos pisoteando a los trabajadores, envidia del clero su carácter vitalicio. Quizás esto explique la amistad entre el Papa Francisco y el Caballo Suárez, recientemente detenido por hacer negociados con el SOMU.
La acción del Vaticano tiene un peso decisivo incluso sobre la política exterior del país. Al Papa le alcanzaron escasos 22 minutos de reunión en la Biblioteca del Palacio Apostólico para que Macri abandone a su amigo Álvaro Uribe y se sume a un “proceso de paz de Colombia” diseñado por el imperialismo norteamericano, que deja en manos de los grandes hacendados y sojeros las principales tierras cultivables del país.
Esta influencia decisiva de la Iglesia y del Papa sobre el gobierno y los partidos agrega un elemento de clarificación política invalorable. Esto vale en primer lugar para el kirchnerismo, que reivindica para sí una condición opositora que no es tal. La alegría de la tropa de la ex presidenta por el sólo hecho de que la reunión del Papa Francisco con ella duró unos minutos más que la de Macri alcanza para caracterizar la sumisión al Vaticano de los `nacionales y populares`. El llamado de la Iglesia a la defensa de la `gobernabilidad` encontró eco entre senadores y gobernadores del FPV, que votaron favorablemente al pacto con los fondos buitres y la mayoría de las leyes de macrismo.
A la luz de lo expuesto surge que el seguidismo al Vaticano del gobierno, los partidos políticos tradicionales y la burocracia sindical tiene un contenido social definido: hacer pasar el ajuste que reclaman los capitalistas. En contraposición a ello, la delimitación estratégica que el Partido Obrero y el Frente de Izquierda traza con el Clero se condice con su programa para que la crisis no la paguen los trabajadores.
Gabriel Solano
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