Las fuerzas policiales, al servicio del crimen organizado
En el municipio bonaerense de Avellaneda fueron detenidos el 28 de octubre por comercialización de estupefacientes dos efectivos de la policía local, la pareja de uno de ellos y el empleado de una pizzería del líder de la barra de Independiente, Pablo "Bebote" Álvarez. Un tercer efectivo permanece prófugo.
La detención, que contó con elementos típicos de movida mediática (hasta hubo tiempo de sacar una foto en el momento de la detención de Gerónimo Menéndez, uno de los policías, en una estación de YPF), busca maquillar el nivel de descomposición hacia adentro de las fuerzas.
Se intenta mostrar este caso ante los medios como un hecho aislado en el que "las fuerzas respondieron rápidamente recolectando pruebas documentales, testimoniales y escuchas telefónicas".
Pero la colusión del conjunto del aparato policial con el delito organizado resulta, a esta altura, indisimulable. Y la cadena de complicidades involucra al poder político.
Además, no se hace mención alguna al origen de los estupefacientes ni al seguimiento que se dará a las supuestas pruebas. Una vez más, la investigación se limita a los eslabones más fáciles de reemplazar en la cadena, o sea, quienes comercializan la droga en la calle. Los cinco procedimientos que siguieron a la detención lo demuestran: solo se allanaron los domicilios particulares de los detenidos. ¿Las escuchas y demás pruebas, no hacían mención a la procedencia de las drogas incautadas?
Contra esta podredumbre institucional, reforcemos la lucha por una alternativa de los trabajadores.
Prensa Obrera
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