sábado, 15 de octubre de 2016

El Coloquio de IDEA o la vuelta al 2001



Del pacto con la burocracia a un horizonte de despidos y suspensiones.

Un periodista acreditado en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata no tuvo mejor ocurrencia que realizar el siguiente comentario: “entre los empresarios hay un entusiasmo que no se ve desde el año 2001”. Entre las tantas conclusiones que permite la reflexión, destacamos la siguiente: el estado de ánimo de los capitalistas no es el mejor termómetro para medir el estado del país y de su economía.
De hecho, el balance que los capitalistas presentes hicieron de la situación de sus propias empresas fue más que pesimista. En todas las ramas industriales la producción sigue en picada. Los que dicen que en el 2017 la tendencia se modificará son los mismos que prometían un repunte para el segundo semestre de este año. Otro tanto ocurre con la construcción; la nueva caída del despacho de cemento en el último mes refutó a quienes avizoraban que el crecimiento vendría por ese lado. Al final de la cola viene el comercio, donde las caídas de las ventas reflejan de manera directa el retroceso del salario y el agotamiento de las compras apalancadas con tarjetas. En las vísperas de la apertura del Coloquio, una de las “joyas” de la burguesía nacional como Arcor anunció suspensiones masivas a pesar de que sus ventas se colocan mayormente en el extranjero. La crisis es generalizada.
Aunque en su discurso Macri llamó a los empresarios a un mayor compromiso de inversión, no tuvo en cuenta que la mayoría de las industrias están trabajando muy por debajo de su capacidad instalada. Es decir que, en términos capitalistas, están sobreinvertidas. El sobrante de capitales describe las características clásicas de una crisis capitalista. La ´salida´ a ella pasa por una quiebra de los capitales sobrantes, y un incremento de la tasa de beneficio a través de una mayor ofensiva contra los trabajadores. De esta caracterización se desprende un horizonte con más despidos y menores salarios.
Como esto planteará una intensificación de la lucha de clases, Macri se presentó en IDEA con una carta fuerte: su pacto con la burocracia sindical, logrado con la ayuda del Papa y los gobernadores e intendentes del PJ- FPV. Macri les enrostró a los empresarios que se habían equivocado si pensaban que un presidente no peronista sería incapaz de lograr un pacto con la burocracia sindical. Aunque gobierna con una coalición con la UCR, quiere ser Menem y no Alfonsín. Tiene a favor el retroceso histórico de la burocracia sindical, que depende del respaldo del Estado y de las patronales para mantener el control de los sindicatos contra los trabajadores.
A Macri le faltó originalidad para darle forma a su política. La convocatoria por decreto a una mesa de concertación entre los empresarios y los sindicatos es un recurso gastado al que recurrieron todos los gobiernos en crisis. Conscientes de ello, en el PRO quisieron evitar la convocatoria pero debieron ceder para armar una malla de contención que evita un estallido social ante el ajuste. Con el aval del clero y el concurso de la burocracia quieren hacer pasar la ley de empleo joven, que implica introducir cláusulas de flexibilidad laboral, la modificación del régimen de las ART a pedido de los empresarios y diseñar una nueva reforma previsional que suba le edad jubilatoria.
En noviembre del 2001 Mauricio Macri también había estado en el Coloquio de IDEA, pero en su faceta de empresario. En esa oportunidad, como los otros capitalistas presentes, apoyaron las medidas anunciadas por Cavallo para profundizar el endeudamiento y el ajuste. Hoy, con los mismos protagonistas, pero con roles cambiados, la historia se repite. Los resultados, entonces, no pueden ser diferentes.

Gabriel Solano

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