lunes, 17 de octubre de 2016

A Lanata le saltó la xenofobia



Un ataque fascistizante para justificar el arancelamiento educativo y la precarización de la salud.

Bastó un sólo programa de Periodismo para Todos, conducido por Jorge Lanata, para que explote del peor modo un periodismo que responde a las necesidades perentorias de justificar el ajuste macrista. En pocos minutos, el programa periodístico más visto del domingo por la noche planteó la necesidad de arancelar la universidad pública y expuso el mal que le hacen los extranjeros a las arcas del Estado tanto en salud como en educación, en una exhibición de xenofobia como hace tiempo no se veía de manera tan abierta en el prime time televisivo.
Un informe del periodista Maximiliano Montenegro intentó demostrar la inequidad de la gratuidad educativa, ya que el estudiantado universitario provendría en un 40 por ciento de escuelas públicas y 60 por ciento de escuelas privadas. El periodista no tuvo en cuenta que la mayor parte de las escuelas privadas están subsidiadas –especialmente las confesionales– y que muchas familias prefieren ese tipo de instituciones debido a las calamitosas condiciones de la educación pública, fomentada por la desidia del Estado, de anteriores gobiernos y del actual. Esto no implica que los estudiantes de tales establecimientos pertenezcan a la burguesía. Se trata de familias trabajadoras que hacen un esfuerzo para que sus hijos se eduquen. Para incrementar el porcentaje de estudiantes universitarios provenientes de escuelas públicas es necesario aumentar de manera urgente el presupuesto educativo para que las primarias y secundarias puedan desarrollar sus currículas de la mejor manera posible.
La argumentación aranceladora prosiguió, aunque de un modo más escabroso mediante la apelación a un recurso recurrente en cada crisis: la xenofobia. Lanata intentó mostrar la incidencia de los extranjeros en la crisis educativa. Según los datos que postuló, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la presencia de estudiantes foráneos pasó del 1,3% en 1992 al 2,7 en 2011 y que había alcanzado el 4,4% en 2015, con 12.779 alumnos del total. El conteo de extranjeros se volvía más específico: el show de Lanata especificaba: casi 3000 en Medicina, 916 en Enfermería, 809 para Contaduría, 733 en Derecho. Con una aritmética que no se condice con el real funcionamiento del presupuesto universitario, el informe lanatesco indicó que, dividiendo el monto presupuestario destinado a la UBA entre todos sus estudiantes, esto indicaba que se gastan 360 millones de pesos en solventar los estudios de estos inmigrantes.
La aritmética de Lanata no se aplica en este caso. El presupuesto que el Estado otorga a la UBA se destina, en un 90 por ciento, a gastos fijos y salarios, incluso cuando una parte importante de los docentes enseña ad honorem, es decir, sin cobrar por ello –aunque deberían. Luego, gran parte de los recursos de la UBA son generados por la UBA misma a través de posgrados y laboratorios de idiomas arancelados, gran parte de cuya matrícula son extranjeros que pagan en dólares que incluso distinguen alumnos provenientes de Latinoamérica y de Europa. En algunas facultades los posgrados están mayoritariamente cursados por alumnos provenientes de otros países y es una de las principales fuentes de ingreso que poseen. ¡Las autoridades privatistas de la UBA compiten por captar estudiantes extranjeros –y sus divisas!
Por otra parte, un sencillo examen hubiera planteado que si hay 733 estudiantes extranjeros en Derecho es porque se trata de extranjeros residentes en el país y que piensan ejercer en la Argentina su profesión, dada la especificidad nacional del título de abogado, o se trata de extranjeros que cursan posgrados… arancelados. Lo mismo pasa con quienes cursan la carrera de Contaduría que, debe recordarse, tiene el título habilitante de Contador Público “Nacional”.
El informe de PPT omite que los estudiantes son, necesariamente, personas residentes en el país y aportan con sus impuestos al erario nacional –por no hablar del producto de su trabajo y sus aportes culturales. Todo esto es obvio. Como sugiere Julián Asiner, presidente de la FUBA: “Este ataque de Lanata no es discrecional, tiene por detrás los intereses empresariales que quieren pasar a intervenir directamente en la educación superior argentina”.
Lanata arremetió aún más contra los extranjeros al denunciar el uso que se hacía de las instalaciones sanitarias por su parte y hasta llegar a la afirmación de la existencia de tours en micros salidos desde el Paraguay con enfermos que venían a pertrecharse de medicamentos para el SIDA antes de regresar a su país. La veracidad de este brulote es incontestable. Lanata se lanza a la búsqueda de un chivo expiatorio por el derrumbe estrepitoso de la salud pública.
“Es cierto que cuando hay crisis nos ponemos más chauvinistas”, dijo Lanata, sin pensar que sus palabras lo delataban. Quizás, en definitiva, se trate de un síntoma político de la debilidad lanatesca. Lanata se ve impedido de criticar a Macri ya que banca su proyecto político y sabe que seguir escarbando en el kirchnerismo redundaría en exhibir las continuidades entre uno y otro gobierno: es consciente que profundizar en las fundadas denuncias sobre Báez implican desnudar un macrista Calcaterra. Por eso debe buscar otros culpables para explicar la crisis que vive el país.
No se le ocurrió mejor idea que atacar a los extranjeros. Un recurso fascistizante que retorna cada cierto tiempo.

Antonia Torrebruna

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