domingo, 9 de octubre de 2016

El laberinto de Nariño… y toda Colombia



Tras el inmovilismo en el que se sumió Colombia luego de conocerse el triunfo del NO en el plebiscito sobre el Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP), comienzan los primeros estertores de lo que vendrá en los próximos días en el país caribeño. Y los sonidos que comienzan a oírse no son nada alentadores y llenos de incertidumbres.
En primer lugar, la derrota de la propuesta oficial ha incorporado un nuevo actor de hecho en el proceso, el sector que se opone a estos Acuerdos, la derecha más rancia y anquilosada del país, conformada no solamente por el partido Centro Democrático, sino por el ex procurador Ordoñez, el partido Conservador y dirigentes de las iglesias cristianas y católica. Deberá verse cuál es la forma en la que se vehiculiza esta participación, puesto que la negociación es a dos bandas, con los dos actores en pugna en la guerra que se viene desarrollando e Colombia en los últimos 52 años.
En segundo lugar, y casi como una reacción lógica, el Ejército colombiano se declaró en estado de emergencia ante el NO de las urnas, pues técnicamente el cese al fuego cayó tras el rechazo al paquete de medidas acordadas. Tal como se manifestaba durante las negociaciones de La Habana, hasta que no esté todo acordado no hay nada acordado.
En tercer lugar, las FARC-EP, que desde tomar conocimiento de los resultados electorales han manifestado su compromiso con el proceso de paz y con la negociación política para solucionar el conflicto y comenzar a desenvolverse en la arena político partidaria para llevar adelante sus ideas, mantuvieron su propuesta de alto el fuego definitivo y bilateral puesto que entienden que el resultado electoral no significa que el Acuerdo de Paz se haya convertido en letra muerta no sin antes, evaluar la pertinencia de juzgar legalmente desde el Presidente de la República hacia abajo, en una clara alusión al ex presidente Uribe.
Y en el mismo sentido se pronunció el Presidente Santos, aunque con matices. Reconoce el Gobierno que Colombia está ante ‘una zona gris, un limbo peligroso y riesgoso’ del que cuesta salir, porque no se quiere renegociar todo nuevamente, pero es evidente que ante el NO ciudadano algo debe cambiar. Y fue precisamente Santos quien decidió cambiar y afirmó que el cese al fuego acabará el 31 de octubre.
La jugada es riesgosa, porque puso a correr un reloj de arena que vale tanto como para encontrar una salida al conflicto como para no hacerlo, por ello es precisa y oportuna la respuesta del Jefe de las FARC-EP a dicho anuncio. Se pregunta Timoleón Jiménez ‘¿De ahí para adelante continúa la guerra?’, y es un cuestionamiento que no sólo se hace Timochenko sino toda la ciudadanía colombiana y los observadores extranjeros, puesto que está claro desde dónde se parte, pero no hacia dónde se va.
Puede pensarse que la propuesta de Santos se realizó para presionar a quienes se oponen al Acuerdo, para obligarlos a aceptar las partes más urticantes respecto al modelo de justicia transicional pactado o la asignación de curules representativos en la Asamblea, pero si así fuera, ¿cuál sería la alternativa si esa presión no surtiera efecto? La pregunta que se hacía el líder de las FARC-EP vuelve al centro de la escena.
Ante esto, el ex Presidente Uribe afirmó que ‘Este no es un problema solamente político. Aquí hay un problema jurídico muy hondo’, y en esta frase sintetiza el núcleo duro de su posición. Para la derecha no hay negociación política posible si no se enjuicia y se encarcela a los líderes de la guerrilla. Propone la imposición de la paz en lugar de la paz negociada, pero lo que olvida Uribe es que el Acuerdo no es producto del triunfo del Estado colombiano sobre las FARC-EP, sino una salida acordada para evitar la consecución de una guerra de la que nadie ve próximo un fin si no es a través de un pacto.
Entonces cabe preguntarse ¿y ahora qué? Puesto que Santos, apremiado por el resultado de un plebiscito innecesario y que creía ganado de antemano, propone revisar el Acuerdo que llevó más de cuatro años alcanzar en menos de un mes. ¿Y si no se alcanza ese nuevo Acuerdo?
Con la celebración del plebiscito, y su inesperado resultado, el gobierno colombiano ingresó en un laberinto, pero a diferencia de Teseo, no tiene un ovillo de lana con el que guiarse para salir y, para complejizar aún más la situación, el Minotauro que se creía débil y abatido, recobró fuerzas con su triunfo electoral. Fuera de él, la sociedad colombiana cual Ariadna, espera que regrese sano y salvo con la paz, tarea difícil por demás.
Mientras se discuten en amplios salones con café “tinto” en las mesas, el sentir de las zonas más golpeadas en el conflicto armado del país, -quienes votaron mayoritariamente el SI- es preocupante y desolador. Ellos son los que han sufrido en carne propia los horrores de la guerra. ¿Será que todo esto, dio inicio la campaña electoral para las elecciones presidenciales del 2018 en Colombia?

Diego Andrés Guevara Fletcher*Eduardo Rivas**

* Doctor en Ciencias Sociales. Académico colombiano | diegoguevara@gmail.com
** Magister en Estudios de la Unión Europea | eduardorivas07@gmail.com | @eduardorivas07
Coautores del libro “En torno al Desarrollo y la Calidad de Vida: Miradas reflexivas y transdisciplinarias en América Latina y situación de postconflicto en Colombia”.

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