Los principales acontecimientos políticos de estos días tienen un hilo conductor: la férrea tarea de blindaje que le prestan todos los bloques de la oposición tradicional y la Iglesia a un gobierno complicado política y económicamente.
CGT
El primero de estos blindajes es el que la burocracia sindical puso en marcha para bloquear una reacción conjunta de la clase obrera, en medio de una caída del salario de más del 15%, despidos (Pirelli, textiles, petroleros) y suspensiones aún más extendidas: en Córdoba, a la industria automotriz y toda su cadena de producción se suma ahora la alimenticia Arcor. En este cuadro, la cúpula de la CGT ha abandonado la reivindicación de la reapertura de las paritarias y el fin de los despidos, también la eliminación de impuesto al salario, para mendigar un bono de fin de año que ahora también está cuestionado. El gobierno sólo habilitaría un bono misérrimo para jubilados que ganen la mínima y beneficiarios de la AUH, junto a la exención de Ganancias en el aguinaldo para un sector.
Pero entre los que impugnan el bono, se anotaron en primera fila los gobernadores pejotistas y kirchneristas, comenzando por la cuñada santacruceña y siguiendo con el “socialista” Bonfatti. A cambio de la solidaridad con el ajuste, los gobernadores esperan la venia de Macri para sumarse a la escalada de endeudamiento externo que lidera el Estado nacional. En la fila de los enemigos del paro, Sergio Massa ya hizo oír su voz hace varias semanas. A todos ellos, Cristina Kirchner acaba de proponerles una “nueva mayoría”, incluso a costa de un eventual renunciamiento a su candidatura.
En la trastienda de todos ellos opera el elenco de obispos más ligados al papa Francisco. En la reciente marcha a Luján, la Pastoral y los “movimientos sociales” ligados a ella le dieron un lugar privilegiado a Carlos Acuña, uno de los miembros de la troika cegetista. Los obispos ya le han pedido a ese triunvirato que postergue cualquier decisión de paro, incluso si se fuera de la reunión con el gobierno con las manos vacías. Ello, en nombre de la reunión de Macri con Francisco, este sábado. La cúpula de la Iglesia ha tejido los hilos de una verdadera coalición contra el paro nacional.
Inseguridad
La segunda caución en favor del gobierno se ha armado en torno de la marcha “paraquenotepase”, donde el reclamo de las víctimas de numerosos casos de inseguridad o impunidad de estos años fue intensamente manipulado desde el gobierno, la Iglesia y sus voceros, en aras de un reforzamiento legislativo, jurídico y policial de la represión estatal. La marcha, sin embargo, tuvo lugar en momentos en que las evidencias del entrelazamiento entre los aparatos de represión e inteligencia estatales con el delito organizado alcanzan su punto más alto –en rigor, el propio gobierno se encuentra atravesado por una furiosa interna de servicios, como lo reveló el episodio del desplazamiento del titular de la Aduana.
De cara a esta descomposición, el macrismo no ha hecho sino pactar con una fracción de la policía y los servicios, como lo revela la cooptación de Stiuso o la preservación del jefe de la policía bonaerense, Pablo Bressi. Estos acuerdos, a su turno, son un subproducto de los pactos políticos con los gobernadores o barones del conurbano, unidos por mil lazos a la maldita policía.
Es significativo, en este cuadro, que la marcha haya resultado un fracaso en concurrencia, según la confesión de sus propios organizadores. Los que motorizaron desde afuera a las víctimas de la impunidad esperaban una nueva “marcha Blumberg”, pero la historia no se repite. Las leyes Blumberg –fogoneadas por el kirchnerismo después de aquella marcha- no atenuaron la crisis de inseguridad, que tiene sus raíces en el aparato estatal y en los barones capitalistas del juego, el narcolavado y los puertos privados (todos ellos, beneficiarios del blanqueo macrista). La cúpula de la Iglesia, también protagonista de esta convocatoria, disimulaba en estas horas el escándalo desatado por la muerte de un cura tucumano, posible víctima de sicarios de la droga. Pero el régimen de Manzur-Alperovich, encubridor de crímenes brutales, es otro de los ‘nuevos amigos’ de Macri. Para los familiares, se impone un debate y un balance: la lucha por justicia exige la más completa independencia de los cómplices políticos y estatales de la impunidad, aunque se revistan de “nacionales y populares” o de supuestos “republicanos”.
Mujer
Con mucha menos repercusión –en verdad, casi disimulado por los medios- ocurría en Rosario un hecho extraordinario: la movilización de 70.000 mujeres en su Encuentro anual, para reclamar por el derecho al aborto legal, contra la violencia y por todas las reivindicaciones de la mujer trabajadora. El Encuentro de Rosario ocurría después de las gigantescas movilizaciones por el “ni una menos” , por años de luchas crecientes contra el oscurantismo clerical e, incluso, por un ascenso internacional en la batalla por el derecho al aborto. En ese cuadro, varias de las organizaciones históricas del movimiento de mujeres, junto a las de los partidos de izquierda –que protagonizaron una movilización excepcional comenzando por el Plenario de Trabajadoras- impulsaron que el próximo encuentro se realice en Buenos Aires, con un objetivo claro: después de una larga lucha en ascenso, colocar una movilización de centenares de miles de compañeras en el centro del poder político, para arrancarle a ese poder todos los reclamos postergados. Otra vez, una coalición urdida por la Iglesia y una parte de la izquierda y los partidos patronales intentó desconocer esta decisión mayoritaria, para recluir al próximo Encuentro en una localización distante. Pero si se mira bien, el frente político que operó de ese modo es el mismo que ha arrastrado a los movimientos sociales detrás de la tregua cegetista, y que tuvo su debut en aquella marcha a San Cayetano. El mismo bloque que opera para “proteger” al ajuste de un plan de lucha, intenta silenciar a las mujeres con la mordaza del oscurantismo clerical.
Estrategia política
La comprensión de las cuestiones políticas que unen a hechos aparentemente inconexos –la lucha sindical, la inseguridad ciudadana, la mujer- nos lleva a una conclusión de fondo, a saber, que una lucha consecuente de los trabajadores, mujeres y explotados contra el gobierno ajustador exige de una estrategia política. Detrás de la crisis económica y social, de las peleas de gabinete y de camarillas, los explotadores están discutiendo cuál será la coalición capaz de llevar adelante el trabajo sucio de trasladarle la totalidad de la crisis capitalista a los trabajadores, de cara a un gobierno que carece de los recursos políticos para ello y de una crisis mundial que amenaza con barrer el castillo de naipes -ingreso de capitales especulativos- con que el macrismo posterga las contradicciones en curso. El adelantamiento de los aprestos electorales es una consecuencia de esa crisis temprana del macrismo. Este cuadro de conjunto destaca la necesidad y urgencia de una campaña vigorosa del Frente de Izquierda para desarrollar un programa y presentar a la clase obrera y a la izquierda como alternativa. Es parte de esa campaña y en favor de las luchas obreras, el impulso de un paro activo nacional y un plan de lucha contra el ajuste. Es decir, de la irrupción de la clase trabajadora en el escenario nacional. El acto que hemos resuelto convocar en Atlanta es un punto de apoyo para todo ello, del cual, en el Partido Obrero, nos serviremos para impulsar una campaña nacional de charlas, reuniones abiertas y asambleas de trabajadores y jóvenes, para pronunciarnos, levantar reivindicaciones y organizar una multitudinaria movilización hacia el 19 de noviembre. Estas son nuestras premisas políticas.
Marcelo Ramal
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