martes, 11 de octubre de 2016

XXXI° Encuentro Nacional de Mujeres: un encuentro histórico y multitudinario



Más de 60 mil mujeres coparon Rosario. El domingo, una masiva movilización colmó la ciudad. En la Catedral, la policía del PS tiró balas de goma y gases contra un grupo de mujeres. Miles votaron en los talleres que el método para elegir la próxima sede fuera a mano alzada y propusieron que sea en Buenos Aires. Desoyendo esa decisión, que miles volvieron a mostrar en el acto de cierre, un sector de la Comisión Organizadora impuso el “aplausómetro” al grito de “no se vota”.

La ciudad de Rosario se convirtió este fin de semana en el lugar de concentración de decenas de miles de mujeres, que llegaron desde todo el país, para participar del XXXI° Encuentro Nacional de Mujeres.
Durante el primer día de la convocatoria se dio a conocer una carta en la que algunas de las referentes políticas y sociales más importantes de las participantes en el Encuentro exigían que la prensa difundiera el mismo.
La reunión tuvo lugar en la misma ciudad, por tercera vez en toda la historia de los encuentros. Anteriormente, había sido la sede en 1989 por primera vez y en 2003 por segunda vez.
La convocatoria mostró masividad y una gran cantidad de participantes en relación a los encuentros anteriores desde el momento mismo del acto de inicio, que tuvo lugar el sábado, poco antes del mediodía, en el Monumento a la Bandera, lugar emblemático de la ciudad. Allí miles de mujeres dieron por inaugurado el Encuentro.
Ese día, La Izquierda Diario brindó imágenes exclusivas desde un dron, que permitieron visualizar la enormidad de ese primer hecho.

Masividad y debates

La masividad también se vio en los talleres que se iniciaron el sábado por la tarde. Los sesenta y nueve temas que eran parte de la grilla en este encuentro reunieron a miles de mujeres, que debatieron en más de 200 talleres.
Así, por señalar uno de las más concurridos, el Taller de Mujer y Trata funcionó en siete grupos, donde pasaron más de trescientas mujeres, denunciando las redes de trata y prostitución. En éste taller fue destacada la participación e intervención de familiares de víctimas de trata, quienes señalaron la complicidad de funcionarios y policías con este negocio generado alrededor de la explotación sexual de las mujeres.
Una de las novedades de este Encuentro fue la realización, por primera vez, del taller Mujeres y Cannabis, que tuvo que desdoblarse en tres grupos por la gran convocatoria.
En el taller de Mujer y Trabajo estuvieron presentes delegaciones de sectores combativos del movimiento obrero. Allí las denuncias fueron sobre las diferencias salariales -que pueden alcanzar un salario un 30% inferior al de sus compañeros varones-, además de las denuncias sobre el acoso patrones, jefes y supervisores.
Destacada participación tuvieron allí las trabajadoras de las fábricas recuperadas Madygraf y Zanon, que estuvieron presentes en esos y otros talleres, llevando la propuesta de impulsar una gran campaña en defensa de los puestos de trabajo de esas empresas.
En el Taller de Transgéneros, Travestis y Transexuales, la lucha contra la violencia y por el cupo laboral trans fueron el centro del debate, que reflejó la vida cotidiana que viven miles de personas trans en Argentina.
Un debate que se expresó con mucha fuerza en los talleres fue acerca de la pelea por #NiUnaMenos, la cuestión de la violencia y los femicidios, frente a los cuáles el Estado no hace nada. Gran cantidad de mujeres que fueron por primera vez a un encuentro planteaban la urgencia de ese reclamo.

Decidir es un derecho

A lo largo del encuentro, en el marco de los debates que se desarrollaban en los talleres, se fue expresando crecientemente la necesidad de poner en discusión el método con el que de decide el lugar del próximo encuentro y, más en general, el funcionamiento del mismo Encuentro. Este debate surca el Encuentro todo los años pero, este año, encontró un eco mucho mayor.

Movilización masiva y represión

Como ocurre en todos los encuentros, el domingo por la tarde tuvo lugar la tradicional movilización. Sin embargo, en este caso tuvo dos condimentos distintivos.
En primer lugar la masividad de la misma que fue a tono con el Encuentro. En segundo lugar, por primera vez, como resultado de la pelea dada en el interior de la Comisión Organizadora por agrupaciones como Pan y Rosas, la marcha pasaría por delante de la Catedral de la ciudad para repudiar a la Iglesia, institución que se opone a muchos de los reclamos que plantean las mujeres.
Más de 40 cuadras de movilización mostraron la enorme concurrencia. En el conjunto de la marcha fue notorio el peso de las columnas referenciadas en el Frente de Izquierda y, en particular, la de Pan y Rosas y el PTS que sumó más de 4.000 compañeras, siendo por lejos una de las más importantes de toda la convocatoria.
Al llegar a la Catedral una parte de las mujeres que se movilizaban fue reprimida por la Policía de la provincia de Santa Fe, gobernada por el Partido Socialista, que de socialista no tiene nada.
La represión hirió a periodistas y manifestantes. Quedó en evidencia que la misma que se hallaba preparada con antelación, porque las fuerzas policiales estaban dentro de la catedral desde hacía horas.

Un cierre bochornoso

Durante los talleres, a medida que avanzaba el debate, fue quedando en evidencia la oposición de un sector de las agrupaciones participantes a la posibilidad de aceptar un método democrático de decisión por medio de la votación.
En nombre de la “tradición” y de la “historia” de los Encuentros, se vetaba la posibilidad de que miles de mujeres pudieran tomar decisiones.
A pesar de esa oposición, crecía el deseo y la intención de que se pudiera votar al tiempo que elegir el lugar del siguiente encuentro por medio de una elección a mano alzada. Esto quedaría plasmado en decenas de actas de los talleres donde se discutió.
En las mismas también se decidió que el próximo encuentro fuera en la ciudad de Buenos Aires. Eso también quedó plasmado en las actas.
Sin embargo, en el cierre del Encuentro, esto fue desoído abiertamente por un sector de la Comisión Organizadora, que tiene como protagonista al PCR y a Patria Grande. Ese sector quiso imponer la definición de la sede del próximo Encuentro por medio del llamado “aplausómetro”.
Como se señaló en un comunicado desde un sector de la Comisión Organizadora, Virginia Grisolía, referente de Pan y rosas y el PTS, señaló que “este método es imposible der ser medido objetivamente (…) para colmo se negaron a habilitar el sonido y a permitir subir al escenario a la mayoría de las coordinadoras que tenían las actas en mano con las resoluciones de los mismos. Estas actas expresaban la voluntad de miles de mujeres de votar y de que la próxima sede sea Buenos Aires”.
El desconocimiento de las actas tiene, además, el grave problema de que implica desoír la voluntad y la opinión de miles de mujeres que ya no estaban presentes en Rosario porque habían iniciado el regreso a sus lugares de origen.
Sin embargo, lo más insólito es que esa negativa a permitir que se vote fue reivindicada y hasta festejada por integrantes del PCR y Patria Grande que, insólitamente, cantaban “No se vota”. Una imagen y una actitud completamente reñida con la idea de que las mujeres son las que puede decidir.
Precisamente lo que está en debate por estas horas es la necesidad de discutir donde se realizará el próximo Encuentro Nacional.
En el acto de cierre del XXXI° más de la mitad de quienes estaban presentes votaron a favor de que la sede sea la capital del país. Argumentos para esa propuesta no faltan. Pero además, como ya se mencionó, esa fue la decisión tomada por otras miles de mujeres que estuvieron en los talleres pero no en el acto de cierre y dejaron plasmada su voluntad en la firma de las actas.

Redacción LID

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