martes, 25 de octubre de 2016

CGT: un paro que quedó en el olvido a cambio de migajas bonificadas



Las amenazas de Héctor Daer que nadie cree. Pablo Moyano, de la pose rebelde al silencio más completo. La izquierda y el sindicalismo combativo van a Atlanta.

Un nuevo capítulo, repetido ya, en el rol que viene jugando la nueva CGT ante las políticas de ajuste, despidos y suspensiones del gobierno macrista. A pesar del 32,2 % de pobreza, una inflación anual pronosticada de 40,1 %, la desocupación del 9,3 % y los más de 170.000 despidos, la conducción de la CGT parece no haber hallado motivos suficientes para enfrentarse al Gobierno. El motivo esbozado es la existente negociación por un bono que, encima, no es obligatorio para las patronales ni los Gobiernos.
Luego de anunciar de forma exaltada que en octubre se concretaría un paro general, los dirigentes fueron bajando los decibeles y del paro -o una movilización como se señaló alternativamente- no quedaron más que los recuerdos. Por el contrario, lo único que abundó fueron la “prudencia” y “el diálogo”. ¿Resultado? Más y más tregua.
El Gobierno ofreció un bono de fin de año. Héctor Daer confirmó que eso disipaba “cualquier posibilidad” de una medida de fuerza en 2016. Pero el bono no cubre ni de cerca la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores. Precisamente para compensar las pérdidas que ya han tenido los salarios, un bono debería multiplicar por 4 o 5 el monto actual de referencia que se estableció en $ 2.000.

Un bono que tiene mucho de promesa

No habían pasado más que algunas horas del anuncio del bono de fin de año cuando ya quedó en evidencia que tenía mucho de promesa y poco de realidad por el momento. Tanto las Pymes, como las cámaras de Comercio y Textiles, salieron a declarar que no pagarían tal bono a sus trabajadores.
El ministro de Trabajo (que bien podría llamarse el ministro de la Ganancia capitalista) Jorge Triaca planteó que los sindicalistas habían sido "comprensivos" con los empresarios y sugirió que éstos últimos, si "no lo pueden afrontar en un solo pago, lo puedan pagar en dos o tres cuotas".
Como no podía ser de otra manera, eso disparó un nuevo capítulo de la novela entre Gobierno y dirigentes sindicales. Fue otra vez Héctor Daer el que afirmó que "de ninguna manera" la central obrera aceptará que el bono extraordinario de fin de año "se pague en cuotas". “Eso nunca se habló en la reunión de mesa de diálogo" dijo el dirigente.
Daer agregó “generamos el derecho para que se cobre antes de fin de año un bono de $ 2.000 como base, que se puede incrementar en aquellos lugares u empresas o cámaras que lo puedan hacer. De lo demás no se habló en absoluto".
Si no fuera porque afectan, hacia abajo, el nivel de vida de millones de trabajadores, resultarían graciosas las declaraciones de Daer. Las afirmaciones de que no se aceptará algo “de ninguna manera” no las creen ni los niños en boca de estos dirigentes.

Mi silencio me condena

Otro de los que cotiza bajo en cuanto a credibilidad es Pablo Moyano. Fue de los que anunciaron que “no tenía sentido” estar en la CGT se si se daban “pobres negociaciones” y el Gobierno otorgaba un “bonito”. Pero por estas horas, esos dirigentes parecen haberse caído en un “agujero negro”.
Moyano hijo brilla por su ausencia luego de la mesa de diálogo donde se cerró el acuerdo entre la CGT, el Gobierno y los empresarios. Y tampoco se fue de la conducción de la central renovada.
Es así como el secretario adjunto de Camioneros se ajustó a los consejos de su padre Hugo, que vio como “positivo” el diálogo con el Gobierno para llegar a fin de año con una “oferta positiva para los trabajadores”. Todo bajo el considerando que “hay que dejarlo gobernar” y que “es poco tiempo 11 meses de gestión”. Bajo la sombra de su padre, el agitador de medidas de fuerza y amenazas de ruptura, asumió la decisión del triunvirato de aceptar el bono de fin de año, sin chistar.
Ante este panorama de tanta quietud y traición por parte de la dirigencia sindical, los sectores combativos y de la izquierda, desde sus lugares de trabajo, las agrupaciones, comisiones internas y delegados convocan al gran acto que realizará el Frente de Izquierda en el estadio abierto de Atlanta. Un acto donde esos sectores, no comprometidos con el Gobierno o con las patronales, plantearán la perspectiva de pelear por recuperar los sindicatos para la lucha y construir una alternativa política independiente de los capitalistas, con la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Lucho Lucero

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