Luego del tarifazo del gas el gobierno aplicará otro tarifazo, en este caso para el servicio de electricidad. Durante 2016 las distribuidoras eléctricas fueron premiadas con un aumento promedio del 400%, que en algunos casos llegó al 600%. Ahora, de cara al 2017, está previsto un nuevo aumento del 56 al 73%, lo que sumado al dispuesto durante el año en curso, totalizará en algunos casos el 1.000%.
El esquema armado consagra un tarifazo permanente, con ajustes semestrales ligados al tipo de cambio, la inflación y los costos laborales. Así, al igual que lo ocurrido con el gas, se vuelve a un esquema de dolarización, que agravará el aumento de tarifas si el tipo de cambio se dispara. Esta dolarización no tiene que ver con los costos de distribución, que son esencialmente en pesos, sino que apuntan a sostener un endeudamiento de las empresas y la remisión de utilidades a sus casas matrices. En relación a los llamados costos laborales se arma un chantaje a los trabajadores de Edesur y Edenor, cuyos reclamos de aumentos salariales serán rechazados en nombre de que no se afecte la tarifa.
Con todo, sin embargo, el aumento podría ser aún mayor. Sucede que todavía resta establecer las nuevas tarifas de generación de electricidad, que impactan en la boleta en una proporción similar que la distribución de servicio. En Argentina, la matriz de generación eléctrica está determinada por el gas. El aumento dispuesto sobre éste ahora se trasladará a la tarifa eléctrica, creando un tarifazo en serie.
El premio que recibirán Edesur y Edenor contrasta con el cuadro de desinversión en la infraestructura eléctrica de la zona metropolitana, que ha llevado a los cortes de luz durante el verano en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Aunque las empresas alegaban que las tarifas estaban retrasadas recibieron durante ese período subsidios varias veces millonarios sin la menor rendición de cuentas. Los propietarios de las empresas usaron esos recursos para expandirse con la compra de nuevos activos. Es el caso de Mindlin, que compró la filial local de Petrobras por U$s 892 millones. En el caso de Edesur el beneficiado directo será el amigo-hermano de Macri, Nicolás Caputo, que integra el grupo SADESA, que controla la empresa junto con la italiana ENEL. Tanto Edesur como Edenor van por un premio adicional: que la ANSES se retire de sus directorios, y que puedan manejar las obras libremente, volviendo al esquema de los ’90.
Que el tarifazo a la electricidad es un premio enorme a las privatizadas lo prueba el hecho de que el porcentaje del mismo triplica y hasta cuatriplica la pauta inflacionaria del 17% que el gobierno estableció en el Presupuesto 2017. Como con esa pauta el gobierno quiere fijarle un techo a las paritarias, está claro que el tarifazo implicará una nueva reducción de la capacidad adquisitiva del salario.
La audiencia pública convocada para el próximo viernes ha sido cuidadosamente vaciada para hacer pasar el tarifazo. No están presentados los verdaderos costos de distribución del servicio, así como tampoco una rendición de cuentas sobre los millonarios subsidios recibidos durante el gobierno pasado. A la vez, el sistema previsto de aumentos semestrales estará asociado al dólar y no a los costos reales de distribución que son en pesos.
Todo el arco patronal que apoyó el tarifazo al gas ahora no abre la boca sobre el enorme premio que recibirán Edesur y Edenor. Esto vale para Massa, que se reunió en secreto con las corporaciones capitalistas que vinieron al Mini Davos, pero también para el FpV-PJ y la centroizquierda de Stolbizer.
El Partido Obrero participará de la audiencia para rechazar el tarifazo, y plantear la necesidad de una auditoría independiente para establecer los costos de distribución y generación y una investigación a fondo sobre los subsidios recibidos. Planteamos que es necesaria una nacionalización integral de los recursos naturales y energéticos para desarrollar un plan de desarrollo e industrialización del país.
Gabriel Solano
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