miércoles, 10 de junio de 2015

Alcances y límites de un nuevo paro contundente



La huelga se hizo sentir con fuerza, aunque con desigualdades, en todo el país. Fueron claves el paro de transporte y los piquetes desde donde la izquierda y los sectores combativos levantaron una voz independiente reclamando por los derechos de todos los trabajadores.

Como en el 31M, el paro del 9 de junio tuvo su origen en el llamado de la Confederación de Transporte a un paro de todos sus gremios. La Confederación, que lidera el mundo sindical opositor por su capacidad de paralizar el país, había pedido que las cinco centrales sindicales se sumaran. La aceptación de la CGT opositora, de la CGT Azul y Blanca y de la CTA Autónoma convirtieron la medida en un paro nacional.
Como dio cuenta La Izquierda Diario, el paro fue contundente en todo el país. Bastaba salir a la calle en la Ciudad de Buenos Aires para ver el parecido con un domingo o un feriado. El fuerte paro del transporte y los piquetes de la izquierda y los sectores combativos fueron claves para que en todo el país se repitieran, aunque con desigualdades, postales similares. El transporte público fue la principal actividad afectada. No funcionaron los trenes, los aviones, los colectivos y el subte. Tampoco las estaciones de servicio y los peajes. Los mozos no fueron a trabajar. Y los camioneros paralizaron el transporte de carga, el clearing bancario, la recolección de residuos, el transporte de caudales, bebidas, lácteos, logística y combustibles.
También se hizo sentir el paro en la salud (sobre todo en las provincias) donde tiene peso ATE y en sectores de la administración pública provincial y nacional. Entre los maestros la huelga volvió a ser fuerte en ciudades como Rosario, La Plata y Entre Ríos, con un rol destacado de los SUTEBA opositores. En varias provincias hubo piquetes para garantizar que los trabajadores de gremios oficialistas o precarizados sin derecho a sindicalizarse pudieran sumarse al paro. Los más fuertes estuvieron en los accesos Norte y Sur de la ciudad de Buenos Aires. Al numeroso piquete en el kilómetro 23,5 de la Panamericana y otro corte a la altura de Ruta 202, se sumó el del Puente Pueyrredón. Y también se hicieron sentir los cortes en ciudades como Córdoba, Mendoza, Rosario, Neuquén, La Plata, Bahía Blanca, San Salvador de Jujuy, San Miguel de Tucumán y Paraná.
A la hora de evaluar el paro Hugo Moyano señaló que hubo una “adhesión muy importante” y que mostró la “disconformidad” de los trabajadores “con las políticas orientadas desde el gobierno nacional”. Pero pese a su alcance, el quinto paro al gobierno de Cristina Kirchner fue algo menor, si se lo compara con el 31M. En esa oportunidad pararon más sectores de la industria. La UOM de Antonio Caló había dejado correr la huelga por abajo. También habían convocado el Sindicato de la Alimentación (STIA) y los bancarios.
Sin embargo, pese a las limitaciones, muchos trabajadores aprovecharon el paro de transporte para no ir a trabajar. Varios comentaron a La Izquierda Diario que en lugares donde las direcciones sindicales no adherían había concurrido solo el 15 o 20% de algunos turnos, impidiendo arrancar las líneas de producción. Así pasó en fábricas de la zona oeste y de zona norte.
Fábricas de la Alimentación como Kraft y Pepsico, donde tiene peso la oposición a Daer, estuvieron paralizadas. En FATE hubo paro pese a que la dirigencia ligada a la CTA oficialista llamó a no parar. En Volkswagen el 50% estuvo ausente y la empresa no trabajó por falta de insumos. En Lear también hubo un 50 % de ausentismo y en Ford se dio asueto.

Las “banderas” de la dirigencia burocrática

El paro se cumplió con fuerza pese a la nula preparación de los convocantes. La medida se confirmó cuando varios gremios ya habían firmado las paritarias con el techo “oficial” y después de que dos sindicatos claves (desde el punto de vista de la conflictividad) como aceiteros y bancarios levantaran sus medidas de fuerza tras obligar con largas peleas al gobierno y las patronales a firmar muy por encima del 27%.
La burocracia sindical no impulsó asambleas para que que se pudiera decidir parar y la UTA amagó hasta último momento con levantar. También le dieron la espalda a los piquetes. La contundencia del paro fue mérito de los trabajadores que saben que tienen motivos y así lo hicieron. Yendo a la huelga o ausentándose. La inflación no cede, los topes salariales, los jubilados que en su gran mayoría cobran $3.800, el enorme porcentaje de trabajadores en negro o precarizado, más el impuesto al salario que afecta a los sectores altos del proletariado en blanco, fueron razones más que suficientes para adherir.
Con excepción del impuesto al salario y los techos salariales, el drama de los trabajadores en negro y precarizados solo fue tocado por las CGT opositoras en la conferencia de prensa de balance. Ya es un clásico de Moyano acordarse de los trabajadores precarios cuando quiere dar un golpe de efecto. Otra vez le tocó al ministro de Trabajo, por la gran cantidad de contratados en su ministerio.
Las CGT convocantes tampoco plantearon el apoyo a los trabajadores en conflicto, que sufren despidos como en WorldColor, Cresta Roja o Coca-Cola Femsa. Para los dirigentes se trata de mostrar fuerza buscando posicionarse con quien suceda a Cristina Kirchner. Desde el 31M recorren los despachos de los políticos patronales. La última de Moyano fue ayer mismo, cuando manifestó su aprecio por el neoliberal Mauricio Macri diciendo que hay sectores que “ya están trabajando" para lograr una “convivencia política y social con un eventual gobierno nacional conducido por Macri”, y consideró necesario "dejar atrás los enfrentamientos".
La nota igualmente la dio Luis Barrionuevo, quien vergonzosamente criticó la falta de "diálogo" del gobierno comparándolo con "la época de los militares, donde hacíamos paro, huelga, lucha... Se conversaba, se negociaba".

Las del sindicalismo combativo y la izquierda

Las organizaciones de izquierda y el sindicalismo combativo levantaron la voz en los piquetes por el conjunto de los reclamos obreros. Por eso los cortes tuvieron enorme repercusión. Como el de Panamericana, encabezado por los trabajadores de Worldcolor, de la ex Donnelley, Lear, Kraft, Pepsico, Cadbury (Kraft Victoria), Printpack, Siderca, otras fábricas de zona norte y los aeronáuticos de Capital en conflicto. Allí también estuvo el PTS.
Rubén Matu, delegado de Lear, a diferencia de los burócratas que quieren canalizar la bronca obrera por la vía de los candidatos del ajuste como Scioli, Macri o Massa, es parte de los candidatos obreros que propone el PTS para el Frente de Izquierda, para que los trabajadores tengan una expresión política independiente de los capitalistas. Matu declaró en el piquete que allí estaban "los trabajadores de las principales luchas en curso”, y agregó que ese corte fue "para levantar una voz independiente de las conducciones burocráticas que convocan a este paro. Para pelear contra el impuesto al salario, pero también contra los techos salariales, la precarización laboral y por los derechos de las mujeres".
En el corte también estuvo el diputado nacional y precandidato presidencial por el PTS en el FIT, Nicolás Del Caño: El jefe de gabinete, por la mañana había apelado a una frase que suele utilizar para referirse irónicamente a los piquetes de los trabajadores que son acompañados por la izquierda: "Lo esencial es invisible a los troskos". Del Caño le respondió: “Se ve que Aníbal Fernández no quiere ver los problemas que sufren los 280 trabajadores de la fábrica Worldcolor que luchan contra el intento de cierre y vaciamiento que lleva adelante la patronal. O a los trabajadores de la ex-Donnelley que exigen la expropiación de la fábrica para mantener los puestos de trabajo. Los obreros y delegados de Lear que enfrentan a las patotas sindicales aliadas al Gobierno (SMATA). Ni a los trabajadores de Kraft y Pepsico que están en lucha por romper el techo salarial, o a los obreros de la industria del neumático (Fate) que sufren suspensiones. Todos estos trabajadores son muy visibles, pese a que el Gobierno quiera ocultarlos”. “Estuvimos en Panamericana acompañándolos como en cada lucha, ya que también muchos de ellos son invisibles para las conducciones que convocan al paro”.

Ruth Werner

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