miércoles, 24 de junio de 2015

Scioli presidente: los cinco burócratas sindicales más oscuros que apoyan su campaña



Un ex buchón de la dictadura, el más famoso perseguidor de activistas del ciclo K y el que encabezó la complicidad con el ajuste, entre algunos de los hombres del sindicalismo que apoyan la candidatura de Scioli y se proponen para ser los garantes del ajuste a cambio de prebendas.

En tiempos de elecciones, las cúpulas sindicales, al igual que la casta de los partidos tradicionales, piensa en su futuro. Muchos de los que estuvieron con Menem, con De la Rúa, con Duhalde y con los Kirchner, juegan sus cartas estos días por Scioli, Macri o Massa. Apuestan a conservar sus prebendas con el próximo gobierno, a cambio de garantizar el control de sus bases para que los candidatos del ajuste puedan pasar con su complicidad sus políticas contra los trabajadores y el pueblo. En esta entrega, presentamos a cinco de los más oscuros burócratas sindicales que apoyan la candidatura de Daniel Scioli, aunque lo mismo vale para Macri (apoyado por ejemplo por Gerónimo “Momo” Venegas), o para Massa (bancado por Luis Barrionuevo, entre otros). Contra ellos, las listas del PTS en el Frente de Izquierda cuentan con cientos de luchadores obreros que enfrentan cada día a las patronales y a la burocracia sindical, defendiendo los intereses de los trabajadores y presentando una alternativa a los planes de ajuste de los candidatos de los capitalistas.

Gerardo “601” Martínez (UOCRA)

Al igual que muchos otros, Gerardo Martínez está atornillado al sillón de secretario general de su sindicato desde hace décadas, más precisamente desde el año 1990. Se mantuvo ahí durante los gobiernos de Menem (período durante el cual fue uno de los secretarios generales de la CGT), De la Rúa, Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner.
Sin embargo, nunca trabajó en la construcción, lo cual no le impidió llegar a la UOCRA, en el año 1978, de la mano de la intervención militar en el gremio. Por esos años, 105 obreros de la construcción fueron secuestrados y desaparecidos. El rol de Martínez en el gremio durante el genocidio, claro está, no estuvo ligado a la defensa de los intereses de los trabajadores: su nombre figura en la nómina de civiles que revistaron en el Batallón de Inteligencia 601, que concentró durante esos años la información de todos los destacamentos de inteligencia del Ejército y coordinó con los servicios de inteligencia de las otras fuerzas la represión en todo el país.
Si durante los años 90 Martínez no solo avaló la ofensiva neoliberal sino también las campañas xenófobas contra los albañiles bolivianos y paraguayos para hacerlos responsables de la hiperdesocupación de esos años (llegando a proponer un “cupo para inmigrantes”), durante el ciclo kirchnerista consiguió sus negocios y prebendas a cambio de mantener con sus patotas el récord de trabajo en negro que encabeza el sector de la construcción, uno de los sectores más explotados, precarizados y con mayor tasa de accidentes laborales. Por estos servicios a la “década ganada” llegó a sonar como posible reemplazante de Hugo Moyano al frente de la CGT, hasta que la revelación de su rol en el 601 obligó a abandonar estos planes.
Meses atrás, Gerardo Martínez fue uno de los que tempranamente se pronunció a favor de la candidatura presidencial de Daniel Scioli.

Ricardo Pignanelli (SMATA)

Ricardo Pignanelli asumió la conducción del SMATA durante el año 2011 con un acto en el Luna Park. Lo acompañaron en la proclamación el electo vicepresidente Amado Boudou, Hugo Moyano, y la ministra de Industria, Débora Giorgi, entre otros.
Tras deshacerse en elogios a los gobiernos kirchneristas, en su discurso Pignanelli afirmó ese día que estaban “trabajando mucho sobre los delegados que hoy son jóvenes entre 28 y 40 años”, y que él se sentía preparado para esa tarea “por los 30 años de labor sindical” con los que contaba.
Hoy, con el correr de los años, se comprenden mejor esas palabras. Durante los 30 años en los cuales Pignanelli se entrenó para su tarea, el hombre clave del SMATA fue José “el gordo” Rodríguez, quien falleciera en 2009 después de 36 años de conducir el gremio, período durante el cual no solo fue acusado de ser cómplice de la entrega de las condiciones de trabajo de los obreros automotrices, sino también de haber entregado obreros a la dictadura y haberse enriquecido de forma ilícita con la administración fraudulenta de la obra social del sindicato. Al morir, le dejó a su familia propiedades por dos millones de dólares, cuentas bancarias por tres millones de dólares y una sociedad comercial por otros dos millones de dólares más.
Esta fue la “escuela” de Ricardo Pignanelli, quien, por supuesto, jamás cuestionó nada de todo esto. Rápido aprendiz, en 2012 se supo que cobraba 61.000 pesos mensuales por sus cargos en el gremio. Aunque también aprendió rápidamente a ejercer la persecución contra todos aquellos trabajadores y activistas que cuestionen la explotación patronal de la cual es cómplice el SMATA. Ahora se entiende el “trabajo” sobre los jóvenes delegados que se proponía Pignanelli al asumir la conducción del gremio. Lo atestiguan los activistas de Lear, de Gestamp y tantos otros que sufrieron los ataques de las patotas del SMATA.
Patotas, asambleas truchas, secuestro de trabajadores en micros, declaraciones en tono “Triple A” contra la izquierda, complicidad con la empresa y el gobierno, son parte del repertorio de Pignanelli, haciendo honor a la historia de la burocracia sindical del SMATA. Los últimos casos, este año, el ataque con un cutter provocándole heridas cortantes al “indomable” Damián González dentro de Lear, y una persecución similar a otro trabajador reinstalado dentro de Volkswagen.
Estos mismos servicios son los que ofrecen ahora Pignanelli y el SMATA para Scioli, en caso de que sea Presidente. A cambio, por supuesto, de mantener sus prebendas de burócratas millonarios.

Antonio Caló (UOM): el hombre a la cabeza del ajuste

Durante la mayor parte del ciclo kirchnerista, fue Hugo Moyano quien jugó un rol central dentro del sindicalismo para hacer pasar los topes salariales. Cada año, el dirigente camionero firmaba un acuerdo salarial que servía de “pauta” o “techo” que después todos los gremios debían firmar. Sin embargo, desde la ruptura entre Moyano y Cristina Kirchner, ese rol lo juega Antonio Caló, quien está al frente de la UOM desde 2004, siendo heredero de Vandor, Rucci y Lorenzo Miguel, y a la cabeza de la CGT oficialista desde 2012.
“Los compañeros me quieren colgar del Obelisco”, será probablemente la frase más famosa de Antonio Caló que sintetiza su rol en el oficialismo. Arrancadas las paritarias de este año, el líder de la UOM se puso al frente de imponer techos salariales por debajo de la inflación, contra la voluntad de las bases metalúrgicas, como su frase lo demuestra: es que el salario exigido para la paritaria significaba cubrir apenas algo más de la mitad de la canasta familiar, y encima se bajaba de ese pedido sin ninguna medida de lucha.
Si el segundo mandato de Cristina Kirchner es el del ajuste, Antonio Caló pasará a la posteridad como el hombre que durante ese período, al frente de la CGT, se opuso a todos los paros nacionales contra la política económica, avaló los techos salariales y dejó aisladas a su suerte a todas y cada una de las importantes luchas obreras de estos años. Ahora, ofrece sus servicios a Daniel Scioli.

José Luis Lingeri (Obras Sanitarias)

José Luis Lingeri está al frente del Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias desde 1986, y todavía tiene mandato hasta 2019, por lo menos. Es otro de los que se mantuvo durante los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, continúa con los Kirchner y seguirá durante la próxima presidencia, que aspira a que sea de Daniel Scioli.
Para el año 2007 tenía en su poder dos autos importados, un chalet en Bariloche, un piso gigante en Recoleta y una empresa, además de contar con familiares también propietarios de empresas, uno de ellos acusado de desvío de fondos para las obras sociales. Cuando le preguntaron por qué tanto lujo, Lingeri se enojó: “¿Los sindicalistas tenemos que vivir en la Villa 21?”, y afirmó que “lo que tengo lo compré con mis sueldos o con un préstamo, como la casa de Bariloche”. Aunque este ex funcionario menemista cobraba en el año 2012 un sueldo de $ 64.500, muy superior al de sus representados, parece dudosa la afirmación. Quizás tantas propiedades sean a cambio de los servicios ofrecidos a los gobiernos de turno, como haber apoyado las privatizaciones en los 90, aunque esto no cuaje muy bien con el “relato” K.

Andrés Rodríguez (UPCN)

Andrés Rodríguez está al frente de los estatales desde 1990. En esa década, ferviente menemista, apoyó a velas desplegadas la política neoliberal de achicamiento del Estado. Durante la década K fue cómplice de la precarización de los trabajadores estatales, y la patota de UPCN saltó a la fama por imponer con sus métodos la intervención del INDEC para la manipulación de las estadísticas que, entre otras cosas, se utilizan para negociar salarios a la baja en todo el país.
Rodríguez ganaba en 2012 $ 92.200 mensuales, lleva una billetera Luis Vuitton, colecciona caballos pura sangre (motivo por el cual se lo apoda “Centauro”) y es director de la Comisión de Tradición de la Sociedad Rural. Otro que vive no acorde a un salario, sino a las prebendas que recibe por los servicios prestados a los gobiernos de turno.

Fernando Scolnik
@FernandoScolnik

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