lunes, 8 de junio de 2015

La conexión local del Fifagate



Alejandro Burzaco y Hugo y Mariano Jinkis, implicados en la escandalosa causa

La crisis desatada en torno de la Fifa muestra a los Estados de las principales potencias del mundo pujando por el reparto del negocio del fútbol, a cuenta de sus monopolios mediáticos y de otras grandes corporaciones capitalistas. El fútbol mundial se ha tornado "cuestión de Estado" y su gigantesca corruptela es otra muestra de la descomposición del orden social existente.
¿Podría ser de otro modo en la Argentina? Las informaciones periodísticas acerca de la conexión local del "Fifagate" arroja una conclusión clara: detrás de los empresarios y grupos involucrados en el país, las complicidades suben hasta los "partidos de Estado".
El hilo conductor es Alejandro Burzaco, el responsable de Torneos y Competencias y socio del grupo Clarín en el monopolio de los derechos de televisación del fútbol argentino durante veinte años. Su hermano, Eugenio, fue jefe de la Policía Metropolitana de Macri y, antes de ello, asesor de seguridad del derechista neuquino Jorge Sobisch, justamente en los días en que era asesinado el maestro Carlos Fuentealba. Pero los vínculos entre los dos Burzaco no son sólo familiares, y entrelazan al fútbol con el poder político y los servicios: cuando Eugenio Burzaco deja la Metropolitana, asume como nuevo jefe de seguridad de River Plate, el mismo club con el que está fuertemente vinculado su hermano prófugo. El macrista Burzaco renunció a River en abril de este año, cuando se desató una batalla campal entre barras dentro de la sede del club. En ese momento, se conjeturaba sobre su posible regreso a "la política", en este caso, como candidato del PRO en la Ciudad.
Pero la participación del "Estado PRO" en esta historia arranca de más lejos: pocos recuerdan que, en 2009, cuando estalla el escándalo de las escuchas telefónicas en el gobierno de Macri, uno de los que denunció haber sido fisgoneado fue el empresario Carlos Avila, entonces principal accionista de TyC. Avila fue espiado por la banda de "Fino" Palacios y Ciro James, cuando se encontraba negociando con la AFA y el gobierno kirchnerista la creación de una nueva sociedad para la transmisión de fútbol.
Las conversaciones entre Avila, Grondona y los K anticipaban el viraje que se produciría en 2010, con la creación de Fútbol Para Todos. A partir de entonces, Burzaco y TyC -ya como socios del gobierno argentino- le pagaron a la Conmebol cifras fantásticas para la transmisión de torneos internacionales en el marco del "fútbol para todos". La gigantesca plataforma de propaganda oficial montada por el kirchnerismo a partir del fútbol tuvo al propio Burzaco como uno de sus intermediarios. El tráfico de dinero para asegurar las transmisiones deportivas pasó de la Corpo a la "Korpo".
A partir de lo anterior, no puede sorprender el vínculo que une a los barrabravas con los dirigentes del fútbol y los partidos de Estado. Unos y otros se encuentran asociados en el copamiento capitalista del fútbol, y en las operaciones de corrupción y manipulación política asociadas a ese copamiento. Los barras son la mano de obra que ambos emplean para dirimir sus pujas por el botín de los clubes y para "operar" como represión paraestatal contra los luchadores y el movimiento popular.
La conexión local del Fifagate es otra muestra del abismo que existe entre los partidos de gobierno y el interés popular.

Marcelo Ramal

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