La Presidenta aprovecha cada oportunidad para ajustar cuentas con las tendencias de lucha e independientes del movimiento obrero.
En un reciente discurso, y en un tiro por elevación a la próxima huelga del transporte del 9 de junio, dijo que hubo "algunos, hasta a Perón le hicieron huelgas" en referencia a la luchas ferroviarias de 1950-51.
El nacionalismo burgués no soporta la actividad de lucha de los trabajadores. Su base está en la regimentación de los sindicatos para poder usarlos como marionetas domesticadas en sus maniobras políticas frente a partidos rivales.
Una lucha histórica
Para 1948 se había acabado la etapa de las concesiones del peronismo al movimiento obrero, arrancada también por el reclamo y movilización de trabajadores. Comenzaba el ajuste (y la represión a los que no lo aceptaban). En 1949, los ferroviarios rechazaron la escala salarial propuesta por el Ministerio de Trabajo y la burocracia de la Unión Ferroviaria (UF), y comienzan a reunirse en Asambleas Interseccionales por fuera del control burocrático. A fines de 1950, los ferroviarios van al paro reclamando aumento y categorías, así como también la renuncia de la burocracia de la UF. Para frenar el desborde, la CGT -por iniciativa de Perón- interviene la UF.
Ante las amenazas y el cierre de locales los ferroviarios decidieron ir a la huelga general, centralizados por una Junta Consultiva, una suerte de Comité de Huelga.
A pesar de las amenazas, la huelga se extendió hacia el interior. Fue entonces que la misma Eva Perón recorrió "los talleres ferroviarios para pedir a los obreros que carnerearan" (Hugo Gambini, Huelgas contra Perón). "¿Por qué están en huelga?", recriminaba Evita a obreros que en su mayoría habían votado por Perón. "¿Sabe qué pasa, señora? -respondían los huelguistas-, nos cerraron los locales de la UF y eso está mal".
"Los obreros, finalmente, rechazaron su propuesta. Evita los mandó a ‘la puta madre que los parió a todos'" y los amenazó con la represión (Marcelo Larraquy, De Perón a los Montoneros).
Represión y derrota
Una marcha de miles de ferroviarios sobre la sede central de la UF en la calle Independencia fue disuelta a sablazos con heridos y detenidos. Un enojado Perón declaró ilegal la huelga porque "no fue consultada" y era obra de "mil a dos mil agitadores y ciento cuarenta y ocho mil indecisos".
Finalmente, el gobierno peronista decretó la militarización del ferrocarril, despidió a dos mil trabajadores, trescientos dirigentes fueron presos (algunos de ellos arrancados de sus hogares por la policía y el ejército) y obligados a levantar el paro.
La burocracia, aislada, se dedicó a formar grupos de carneros y matones para perseguir a los huelguistas. La huelga fue derrotada y, a partir de ahí, se acentúo la política de burocratización y regimentación sindical.
Gran parte del pueblo y la clase trabajadora, incluso la que apoyaba al peronismo, fue solidaria con la huelga ferroviaria, dándoles cobijo a los perseguidos. El balance de esta enorme lucha forma parte de la enorme historia de los obreros del riel argentinos.
El próximo 9 de junio, las bases de la UF se plegarán al paro general pese a que la burocracia pedracista K no adhiere. Vamos por asambleas autoconvocadas para coordinar esta adhesión.
Rafael Santos
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