El 26 de junio para los argentinos y argentinas es, sin duda, una fecha de lucha y de memoria: se cumplen diecinueve años de la finalización del primero de los cortes de rutas desarrollados en las patagónicas localidades de Cutral Có y Plaza Huincul, que se reiniciarían en abril del año siguiente.
Pero también, por esas casualidades dramáticas de la historia, en esa misma fecha, pero seis años después, morían luchando solidariamente Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Diecinueve años pasaron de aquel duro invierno para esos habitantes patagónicos, en el que revertirían el desamparo y la desesperanza en lucha y dignidad. Al día siguiente de haber doblegado a la jueza que había ordenado a la gendarmería el operativo de desalojo de la ruta y lo encabezaba -y que luego se declararía incompetente frente a una "sedición popular"-, los pobladores festejaron su "victoria" luego de la firma del acuerdo con el gobernador.
Consiguieron algunas cosas, las necesarias para zafar la angustia del frío y el hambre, repetido mes a mes, año tras año, desde la dilución de aquellas indemnizaciones o espejitos de colores que les dieron a cambio de renunciar (despedirlo/as) a sus históricos puestos de trabajo en la vieja YPF o sus dependencias.
Consiguieron "planes", puestos de trabajo temporarios, subsidios, "mercaderías", la reconexión de los servicios cortados y algunas otras cosas. Pero aunque en el momento no podían valorar el impacto de los enfrentamientos sociales que protagonizaron, ellos y ellas marcaron un antes y un después en el ciclo de la rebelión popular de los '90 en la Argentina.
Resignificando tradiciones de lucha con elementos insurreccionales, de los cuales ha tenido bastantes nuestro país -negadas por muchos años desde la historia oficial-, el conjunto del pueblo de las localidades se organizó y tomó las ciudades por siete y diez días, del 20 al 26 de junio de 1996 y del 9 al 18 de abril de 1997. Es recordado ese 12 de abril pues caía una mujer presente en la ruta provincial: Teresa Rodríguez. Su nombre será parte de todos esos nombres que fueron formando las banderas de nuestras luchas, las del campo popular. Y es a partir de ese hecho que, en 1997, se generaliza el enfrentamiento ante el escandaloso incumplimiento de las promesas hechas por las autoridades, poniendo de manifiesto la combativa voluntad de los pobladores de rechazar los ataques de las fuerzas nacionales y provinciales represivas, retomando también las formas de organización asamblearias, los piquetes de cortes de rutas como instrumento para mantener la toma/ocupación de las ciudades y su defensa mediante barricadas.
Las personificaciones de piqueteros y fogoneros serán tomadas como ejemplos y se replicarán en diversos conflictos y enfrentamientos sociales a partir de ese momento. Esa sabiduría popular que impulsó a jóvenes con las caras tapadas que desafiaban a todo tipo de autoridades y respetaban las decisiones de las asambleas populares, poniendo el cuerpo para garantizar las barricadas en las noches del invierno desértico, estará cargada de una potente dignidad que surcará a la Argentina hasta dar origen, unos años más tarde, a la conformación del movimiento piquetero. La/os traba jadores desocupado/as junto a las y lo/as trabajadores ocupado/as (sobre todo estatales) en sus diversas modalidades de organización y de lucha, protagonizaron las más importantes trabas a las políticas de ajuste implementadas por ese nuevo intento de restauración oligárquica que encabezó el menemismo en los '90, hasta aglutinarse el conjunto del pueblo argentino en aquellas históricas jornadas de insurrección espontánea1, de diciembre de 2001.
Son muchos los hilos históricos que conectan a los dos 26 de junio, pero: piquetero/as uno/as, piqueteros otros, hicieron posible seguir tejiendo luchas y abrir nuevos caminos.
Paula Klachko
Notas:
1 Según la definición de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarelo, PIMSA.
Paula Klachko. Universidad Nacional de José C. Paz, Universidad Nacional de Avellaneda
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