domingo, 7 de diciembre de 2014

Operación canje: más deuda externa



El canje de deuda anunciado por Kicillof ha recibido el apoyo de los banqueros. Se entiende porque. En principio, la cancelación anticipada del Boden 2015 se ha transformado en una nueva vía para hacerse de dólares, sin tener que comprarlos al mercado paralelo, pero sí con la posibilidad de venderlos allí. La ‘diferencia’ es del 60% a favor de quienes acepten el canje. La otra cara del negocio es el canje que se ofrece por el Bonar 2024, que tiene una tasa de interés un punto y medio arriba del Boden 15 – el 9% contra el 7.5 por ciento. Con esta operación, el gobierno cancela los endeudamientos en pesos ligados al dólar, cuya cotización ha venido cayendo sin pausa. El 9% del Bonar 24 contrasta con lo que paga la deuda pública en Europa, casi cero, o la de Brasil, 4 por ciento. El opositor La Nación tituló: “por su alta tasa auguran buena demanda al Bonar 2024”.
El canje que ofreció Kicillof obedece a la imposibilidad de pagar la totalidad de los vencimientos hasta el final del mandato - unos u$s13.000 millones. Al reducir los pagos a corto plazo, el canje valoriza los restantes títulos en poder de los acreedores.
Toda esto es, claro está, una alquimia, porque, ¿de dóndes saca el gobierno los u$s3 mil millones para la cancelación, en efectivo, del Boden 2015? La prensa financiera no ha dado ninguna pista acerca de esto. ¿Sería posible, por ejemplo, que las autoridades usen para ello los préstamos de monedas, por parte de China y Francia, contra la garantía de esos mismos Boden 15, que vencen en octubre del año que viene? ¿O acaso el gobierno tiene en carpeta otra emisión de deuda por esos mismos u$s3 millones que rescata en efectivo?
Sea como fuere, esta operación continúa la política de reendeudamiento con el exterior, incluso sin haber arreglado antes con los fondos buitres. Por de pronto, incrementa la factura en concepto de mayores intereses. Un pago con reservas no es un des-endeudamiento, porque equivale a una reducción del crédito de Argentina en el exterior. El canje de deuda por dólares no modifica la deuda neta del país.
El canje apunta también a encarar el freno a las importaciones, al dejar más dólares disponibles para el comercio exterior. Las empresas ya no obtienen más créditos afuera para importar e incluso necesitan pagar los que han contraído. La utilización de los dólares para pagar la deuda externa ha llevado a una recesión brutal. La producción cae de manera consecutiva en los últimos 15 meses.
El canje sirve también para mantener el respaldo en divisas de la moneda local y permitir, dentro de nuevos límites, la financiación del déficit fiscal con emisión de pesos. Al liberar la presión de fuerzas económicas reprimidas, el canje abre nuevos desequilibrios – por ejemplo, entre una mayor desvalorización local del peso, y una menor devaluación frente al dólar.
Para muchos analistas, el canje otorga más espacio de tiempo para negociar con los buitres, o sea que evita un defol efectivo. El gobierno se apoya en un sector del capital financiero para ‘pichulear’ con el otro. La autonomía nacional no cuenta para nada. Para otros analistas, sin embargo, este canje podría precipitar una exigencia de pago única del porcentaje de acreedores requerido para ello, y con esto precipitar una reestructuración completa de toda la deuda reestructurada.
Aunque el mercado de acciones y de bonos no registró ningún ‘entusiasmo’ por el canje, probablemente porque se pregunta de dónde vendrán los dólares para la parte de la transacción en efectivo, La Nación asegura que el canje “va a tener buena demanda porque no hay lugar en el mundo donde se puede poner plata al 8.75% y porque los candidatos con más chances de suceder al gobierno generan tranquilidad (!!) entre los inversores”.

Gabriel Solano

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