Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXV)
En los primeros días de noviembre de aquel año 74 avanzamos en la tarea de conseguir un departamento temporario para mudarnos del de calle Uriarte, a fin de que Susana, su pequeño hijo y mi madre siguieran habitando este.
Al mismo tiempo fuimos adaptando el ritmo de vida a las estrictas reglas de la clandestinidad que nos determinaban que no permaneciéramos en actividad hasta altas horas de la noche, y que no nos desplazáramos en la zona céntrica de la ciudad; para evitar ser reconocido.
Asimismo debía eludir los, cada vez mayores, controles policiales.
Teniendo en cuenta estas pautas conseguimos un departamento de dos dormitorios, un amplio living comedor y una espaciosa cocina, ubicado en la calle Conesa, a dos cuadras de Federico Lacroze, en el barrio de Colegiales.
Como pagamos un año por adelantado el propietario no nos pidió ninguna garantía y el contrato lo firme con mi nueva identidad.
Cuando iniciábamos la mudanza una noticia nos conmovió; produciéndonos una gran congoja.
En la ciudad de Santa Fe, la sede de la Facultad en que me había recibido de abogado y donde había llevado adelante, en los primeros años de la década del 60, una intensa militancia, habían sido asesinadas dos compañeras abogadas: Marta Adelina Zamaro y Nilsa María Urquia.
Con la primera, Alba estaba vinculada desde la escuela primaria ya que vivían en el mismo pueblo; en el norte de la provincia.
Con ambas había estado reunido cuando viaje para buscarlo al "Negro Pérez" y en esa oportunidad, con un claro contrasentido, me manifestaron "su preocupación por mi seguridad".
Militantes comprometidas con los derechos humanos, defensoras de presos políticos, habían puesto sus conocimientos al servicio de los trabajadores y sus luchas, acompañando los movimientos de las bases obreras que cuestionaban a las dirigencias sindicales, que apoyaban el llamado "Pacto Social".
La patota criminal estaba encabezada por un teniente del Ejército Argentino e integrada por militares y civiles, integrantes de los servicios de inteligencia, que con ese mensaje intentaban sembrar el terror; para frenar el desarrollo del movimiento popular y revolucionario.
El brutal crimen, que sesgara la vida de estas dos jóvenes profesionales de menos de 30 años, provocó indignación y fue repudiado por el conjunto del pueblo de la ciudad "del puente colgante" y de resto del país.
Los detalles del mismo desnudaban la mente macabra de estos personeros del poder, ya que nuestras queridas amigas, luego de ser sometidas a brutales torturas, fueron sumergidas vivas, atadas con alambre y con una bota de cemento, en la laguna Setubal.
Nuevamente, en su velatorio e inhumación, hubo incidentes, similares a los que se habían producido en los de Rodolfo Ortega Peña, Silvio Frondizi y Alfredo Curuchet.
Me sentí muy mal al no poder compartir el dolor con los compañeros que acompañaron sus restos, pero las normas de disciplina partidaria indicaban pautas que no podían ser transgredidas y una de ellas era la de preservar la seguridad propia y la de la familia; por lo que debía evitar la participación en movilizaciones de cualquier tipo.
Con ese escenario, de luces y sombras, se iba terminando ese año, ya que al mismo tiempo que llorábamos la muerte de nuestras compañeras era derrotada la burocracia de la Unión Obrera Metalúrgica encabezada por Lorenzo Miguel en Villa Constitución y los trabajadores mecánicos, de grandes empresas, como la Mercedes Benz, lograban elegir un cuerpo de delegados que representaba los intereses de estos.
La dirigencia burocrática del Sindicato de Mecánicos encabezada por José Rodríguez, intento desconocer la decisión democrática de las bases obreras al mismo tiempo que disponía la intervención de la Seccional Córdoba, cuyo Secretario General, era el compañero Renee Salamanca.
Acompañaban, esta clara decisión antidemocrática, el gobierno nacional y sus órganos represivos, intentando detener a los principales activistas de esta.
Similar situación vivía el sindicato de Luz y Fuerza de la docta que había constituido una "dirección en la resistencia" encabezada por Agustín Tosco; que integraban 33 compañeros.
Por otro lado crecía la conflictividad social y en el gran Buenos Aires surgían coordinadoras que nucleaban a los delegados de las fábricas elegidos por las bases y enfrentados a la dirigencia pactista.
El congelamiento de las paritarias se hacía insostenible y cada vez más las bases exigían ponerle fin al "acuerdo" con la burguesía, que impedía el funcionamiento de estas.
En el equipo de "Legal", que integraba, se planteó la necesidad de armar una agenda de reuniones con dirigentes políticos democráticos para lograr avanzar en la constitución del Frente amplio antifascista.
En esa dirección fui a verlo a Oscar Alende, que me recibió con la afectividad acostumbrada, y que al enterarse de mi nueva condición de "clandestino", me propuso que nos podíamos encontrar en otro lugar, más seguro, que su domicilio.
Le señale que por el momento no era necesario y acordamos una cita "estanca" semanal, para evitar el uso del teléfono.
Al salir de su domicilio me encontré con Miguel Zavala Rodríguez, extraordinario compañero al que había conocido en los 60 en la famosa "jabonería de Vieytes ", que era el Sindicato de Farmacia de Di Pasquale y Ferraresse.
Quedamos en vernos para avanzar en un posible acuerdo con su organización "Montoneros" y en acciones conjuntas que apuntaran a ampliar los espacios de legalidad; cada vez más restringidos, por la represión legal e ilegal del Estado.
En esos días realizó, un viaje relámpago el "Gringo Tosco" a Buenos Aires, y nos reunimos en mi casa con él y Mario Abel Amaya.
Se dio una situación jocosa ya que como mis hijos estaban de vacaciones, para que no interrumpieran el encuentro, Alba les dijo que se "portaran bien porque venía el futuro presidente de los argentinos".
Nunca estuvieron tan serios como en esa oportunidad.
"¿De qué forma se cerraba este año, de avances y retrocesos, en la historia del movimiento popular argentino? ¿Qué pasaba en ese momento en el Continente y en el Tercer Mundo?. Estos y otros temas abordaremos en la próxima nota de esta saga.
Manuel Justo Gaggero. Ex Director del diario "El Mundo" y de las revistas "Nuevo Hombre" y "Diciembre 20".
No hay comentarios:
Publicar un comentario