La propuesta oficial de reestructurar la deuda que vence en octubre de 2015 (Boden) terminó en un fracaso completo; recogió apenas una adhesión del 6% de los montos involucrados -que eran mayores a 6 mil millones de dólares. Ocurrió algo parecido a la oferta de Cedines, hace dos años, cuando nadie se interesó por convertir dólares no declarados a pesos, para aplicarlos a la financiación o compra de inmuebles. El fracaso de los Cedines fue seguido por una fuerte caída de las reservas, un incremento importante de la inflación y, finalmente, una megadevaluación del peso. ¿Qué podría ocurrir ahora, cuando la oferta de canjear Boden por títulos con vencimiento a diez años pretendía evitar una cesación de pagos (defol) a corto plazo? Argentina tiene, en 2015, vencimientos por 15 mil millones de dólares más que las reservas netas del Banco Central. El gobierno descuenta que logrará refinanciar la parte de la deuda que tiene contraída con organismos internacionales.
El fracaso del canje fue previsto por menos que pocos. Oficialistas y opositores aseguraron que el gobierno había obtenido la participación de bancos importantes por 1.500 millones de dólares. Apelaban al antecedente de la intervención del JP Morgan en el arreglo de los bonos para pagar la indemnización a Repsol. El diario BAE había titulado: "Economía se garantizó los dólares para responder por el pago anticipado del R015" (9/12). Uno de sus columnistas financieros aseguraba: "La mejor opción es entrar al canje" (8/12). El mismo día de la transacción, El Cronista informaba: "Crece el optimismo entre los inversores respecto a un resultado favorable" (12/12). Daniel Marx aseguró a Ambito (5/12): "El canje le quita presión a las reservas y es una buena opción para tenedores". Cuando llegó el momento, ni él se hizo presente.
Con los hechos consumados, el fracaso fue atribuido, en primer lugar, a los términos desfavorables del canje para los inversores. El gobierno ofrecía comprar el Boden, en dólares efectivos, a un precio por debajo al de su cotización en el mercado y alejado de lo que se cobraría a su vencimiento, en octubre del año que viene. Es decir, aunque no lo dijo nadie, que apostaba a un rechazo para no tener que poner los 3 mil millones de dólares que ofrecía bajo esta modalidad. Fingiendo que tenía la plata, confesaba, sin embargo, que la realidad era la opuesta. Al mismo tiempo, sin embargo, ofrecía bonos (Bonar 24) a un precio superior al que cualquiera podía comprarlo en el mercado, extendiendo los mismos términos a una nueva emisión de esos bonos. Con esta propuesta, la operación iba más allá de un canje, para convertirse en un incremento neto de la deuda externa. La lógica de ofrecer vender más caro un título que se cotiza más barato, era, de un lado, promover un aumento de su precio antes de la emisión, algo que efectivamente ocurrió ("Repuntaron los bonos involucrados en el canje", Cronista, 12/12). El incentivo para entrar en la operación debía ser la expectativa de que esos bonos subirían como consecuencia de que los precios de mercado de la deuda son bajos en relación con el exterior. El gobierno estaba ofreciendo una ruta de suba de todos los títulos de la deuda externa.
El fracaso del operativo deja las siguientes conclusiones tentativas. La primera es que con el derrumbe de las bolsas y deudas internacionales, vinculado al colapso de los precios del petróleo, se esfuma la expectativa de que mejore la cotización de la deuda externa de Argentina. El 'pesimismo' se acentúa si se incorpora la crisis enorme que atraviesan Brasil, por un lado, y Rusia, por el otro. Si se verifica esta tendencia, Argentina entrará en cesación de pagos (defol), lo cual precipitaría una crisis financiera de conjunto. La segunda conclusión es que los especuladores internacionales no vislumbran una mejora de la cotización de la deuda externa del país sin un arreglo previo con los fondos buitre, en especial cuando se acumulan nubarrones negros para los K en los estrados judiciales de Argentina y del exterior en relación con la pelea con estos fondos. La intención de ‘Kici’ de patear, con el canje para 2016, el tema de los buitres, ha puesto a Argentina a merced de los buitres más de lo que ya estaba. El problema ahora es que, con el derrumbe de acciones y títulos de deuda en todo el mundo, una oferta de deuda de Argentina a los buitres saldría muchísimo más cara para el país.
Conclusión para el movimiento obrero: las posibilidades de una crisis política se han acentuado con el agravamiento de la crisis financiera. Es necesario discutir y organizar una salida política en un año que está ocupado por una campaña electoral. Esto pone a prueba la consistencia del Frente de Izquierda, o sea su claridad y su unidad política, y relega al electoralismo sin principios a un desviacionismo contradictorio con los intereses de la clase obrera.
Jorge Altamira
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