lunes, 1 de abril de 2013

La presión sobre el dólar y la crisis del “modelo”



La escalada del dólar paralelo a $8,75 alarmó al gobierno. Cristina Fernández convocó ayer de urgencia al gabinete económico disparando rumores varios de internas. Mientras la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont culparía del salto del “dólar blue” al director de la AFIP, Ricardo Echegaray, por el anuncio del aumento al 20% del recargo a los paquetes turísticos (era del 15%), Echegaray recriminaría a del Pont laxitud en el control de la compra de dólares. También habría divisiones alrededor de las alternativas entre un desdoblamiento cambiario que sincere lo que existe de hecho, o reforzar los controles.
En la temporada turística, economistas oficialistas tranquilizaban con la idea de que la suba del blue era estacional por la demanda de dólares de los viajeros. La realidad los desmintió. El salto estacional creó un nuevo piso alrededor de $8, cada vez más cerca de $9, acelerado de la mano de los últimos anuncios de Echegaray. Hoy está un 71% por encima del cambio oficial.

El “modelo” en problemas

Aunque el mercado blue es reducido, actúa como expresión de los desajustes de una política oficial que capea los problemas que acumula la economía nacional sin resolverlos.
La presión sobre el dólar tiene raíces profundas. La inflación puso fin al dólar “caro”, uno de los pilares del alto crecimiento conseguido con la megadevaluación de 2002 (que dio un mazazo al salario). Numerosos empresarios aducen problemas de “competitividad” y exigen compensaciones, aunque muchos siguen amasando ganancias formidables.
El dólar “barato” contribuyó al crecimiento de las compras al extranjero, lo que Moreno trató de frenar exigiendo declaraciones juradas para las importaciones. Pero los problemas estructurales conspiran contra estos intentos. La “recompra” de YPF se hizo en pos del autoabastecimiento, pero no terminó con la importación de combustibles, una millonaria aspiradora de dólares.
Pese al “cepo” al dólar, por la inflación es conveniente el turismo en el exterior, y esto también drena divisas. Las empresas imperialistas presionan para remitir ganancias a sus casas matrices sin trabas. También la deuda externa sigue siendo una importante fuente de demanda de dólares. Si hay acuerdo con los buitres en la corte de Nueva York habrá otro zarpazo a los dólares del Banco Central.

El fracaso de la “sintonía gruesa”

Con el cepo el gobierno buscó penalizar la compra de dólares (aunque a la vez creó un formidable negocio para algunos amigos que acceden al dólar al cambio oficial). Pero con trabas y todo, el que apostó al dólar en el último año ganó. Quien compró un dólar blue a $6 hace unos meses, lo vende hoy con una ganancia de más del 40%. Por eso, la caída de las reservas del Banco Central se aceleró y acumula pérdidas por más de u$s 10 mil millones desde 2011.
La última iniciativa de contención fue el planteo de Moreno sobre un posible dólar oficial a $6 para fin de año. Pretendía dar previsibilidad y contener el drenaje, pero fue rápidamente desmentido por el jefe de gabinete. Las dudas sobre la cantidad de dólares que entrarán por la soja, las noticias sobre la pérdida de reservas por salida de depósitos del sistema y los anuncios de Echegaray dinamitaron cualquier contención y llevaron al salto de estos días. Se muestra el fracaso de la política de un mercado paralelo “ilegal” y se desmiente la afirmación de que el mercado blue no tendría incidencia.
Esto hace prever un giro en la política, que podría ir en el sentido de legalizar el desdoblamiento, estableciendo distintas cotizaciones (un dólar financiero, otro turista y un tercero para compras al extranjero y exportaciones). Otra posibilidad es explicitar el ritmo de devaluación del peso, como en tiempos de la “tablita” del recientemente fallecido Martínez de Hoz. Cualquiera de estas alternativas podría hacer desbarrancar los precarios acuerdos de precios que el gobierno espera utilizar para limitar las paritarias. Otra alternativa es profundizar lo actuado hasta ahora, tratando de penalizar aún más las compras de dólares, una medida de dudosos resultados.
Las distintas variantes hacen prever un golpe al poder adquisitivo de los trabajadores. Lo mismo puede esperarse de las alternativas de la oposición patronal, que exigen liberar el tipo de cambio y terminar con subsidios y controles de precios.
Es necesario pelear por cláusulas gatillo para los salarios, control obrero y popular de los precios. Sólo la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda, el monopolio estatal del comercio exterior y el control de los flujos de capitales, junto con la apropiación íntegra de la renta agraria e hidrocarburífera mediante la expropiación de las grandes propiedades y empresas petroleras, puede evitar que las salidas a los desequilibrios del “modelo” descarguen los costos sobre el pueblo trabajador. Todas medidas que sólo puede tomar un gobierno de los trabajadores.

Esteban Mercatante y Pablo Anino

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