martes, 2 de abril de 2013
Malvinas. Petróleo, armas, peces y Antártida
Cada 2 de abril, se discute nuevamente sobre la guerra, las negociaciones diplomáticas o los deseos de los malvinenses, pero ¿Por qué Londres, a pesar de las presiones internacionales, gasta millones de dólares en sostener la ocupación?
Como hace 30 años, en cada nueva efeméride vinculada a Malvinas se publican decenas de artículos, se reeditan libros, aparecen rimbombantes declaraciones. De todas formas, en la mayor parte de los abordajes, no se pone en énfasis en lo central de la cuestión: ¿Por qué Gran Bretaña sostiene un costosísmo y lejano enclave colonial, más propio de la época en que desplegaba su dominio imperial por los cinco continentes?
En primer lugar, el gobierno de Londres mantiene esta colonia por intereses geoestratégicos, ya que la ocupación de Malvinas le permite tener bases a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el Atlántico Sur, y muy próximas a la Antártida, otra región disputada por muchos países.
En segundo lugar, existen crecientes intereses económicos en juego. La pesca (los permisos que conceden los isleños en aguas argentinas), deja ingresos muy importantes. Por otra parte, ya está comprobada la existencia de cuantiosas reservas de petróleo y gas. Cuando empiece su extracción, en 2017, la explotación hidrocarburífera generará ingresos económicos muy significativos para las grandes petroleras inglesas y sus socios.
Como vienen denunciando los países latinoamericanos, la creciente presencia militar británica contituye una amenaza para el Cono Sur. La Base de Mont Pleasant es uno de los cinco enclaves militares extranjeros más grandes en América. Con un costo inicial de 1200 millones de dólares y ubicada en un área estratégica, cuenta con dos pistas de 2590 y 1525 metros, aptas para aterrizaje y despegue de aviones capaces de transportar tropas y equipos. Además, funciona en red con las bases de control y espionaje que posee la OTAN en todo el planeta.
Mont Pleasant cuenta con una estación naval de aguas profundas apta para submarinos nucleares y silos con capacidad para lanzar armas nucleares. Esto implica un altísmo costo: Gran Bretaña invierte en la base 150 millones de dólares cada año. Esta creciente presencia militar de la OTAN, entonces, es una amenaza real y concreta para la soberanía de la región, y no un "fantasma" agitado por Argentina para justificar su reclamo. Como denunció el gobierno nacional en enero de este año, en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Londres pretende avanzar en el control de la Antártida a través de su base en Malvinas. Esta región, con comprobados recursos naturales, será objeto de disputa en los próximos años. No es casual, entonces, el interés de la OTAN por tener una completísima base militar próxima al paso interoceánico y al disputado continente blanco.
Los intereses económicos también explican la persistencia colonial. El llamado Falkland Lobby, y en particular la monopólica Falkland Island Company, fueron los que boicotearon, en los últimos 45 años, cualquier acuerdo para reestablecer la soberanía argentina sobre las islas. La pesca es la actividad que más divisas le reporta a la economía de los kelpers. Gracias a las licencias que otorgan a buques factoría de distintos países, los isleños tienen un altísimo PBI per cápita, aunque eso no se traduzca en un alto nivel de vida de los 2000 malvinenses.
La decisión británica de permitirle al gobierno isleño declarar una zona económica de 320 kilómetros alrededor de las Islas fue lo que les dio jurisdicción sobre las aguas y una transformación en los ingresos: el PBI se disparó de 8 millones de dólares en 1985 a casi 200 millones en la actualidad.
Hacia el año 2010, se reflotó la posibilidad de obtener petróleo en Malvinas. La firma anglo-holandesa Shell confirmó la existencia de reservas probadas. Según algunas estimaciones inglesas, éstas superarían los 12.000 millones de barriles de petróleo, un 600% más que las de Argentina.
Se calcula que en cuatro años podría comenzar a extraerse petróleo de Malvinas. Según el especialista Federico Bernal, esta explotación le permitiría a Gran Bretaña ahorrarse años de importaciones de crudo por un valor cercano a los 60 mil millones de dólares.
Actualmente hay varias compañías inglesas que están explorando en distintas regiones en torno a Malvinas. En marzo de 2012, Argentina amenazó con llevar a tribunales internacionales a las empresas que prestaran algún tipo de colaboración con las petroleras implicadas. Las compañias Argos Resources, Rockhopper Exploration, Borders & Southern PLC, Falkland Oil & Gas Ltd y Desire Petroleum PLC fueron en ese entonces notificadas por el gobierno nacional. El objetivo era denunciar la explotación ilegal de recursos argentinos y obligar a Gran Bretaña a iniciar el diálogo demandado por la ONU desde hace casi medio siglo.
El 23 de abril de 2012, la firma inglesa Borders and Southern Petroleum PLC declaró haber logrado un importante hallazgo de condensado de gas natural en las costas de las Malvinas. Los recursos gasíferos, entonces, se suman a los petroleros. El 23 de marzo de este año, la compañía Falkland Oil and Gas Limited anunció que invertiría 160 millones de dólares para exploración de pozos petroleros. Esto muestra que, a pesar de las presiones argentinas y de la condena de distintos organismos regionales, las petroleras inglesas avanzan sin pausa.
Más allá de las especulaciones sobre la cantidad y la rentabilidad de las explotaciones, lo cierto es que la potencialidad de las Malvinas y sus áreas adyacentes como región hidrocarburífera transformaron el escenario del conflicto entre Gran Bretaña y Argentina por la soberanía de las islas. Lo que en otra época eran recursos potenciales, hoy son yacimientos confirmados y su explotación está en marcha.
La pervivencia de esta lejana colonia inglesa en territorio argentino no tiene nada que ver con la defensa de los intereses de los isleños. El gobierno inglés defiende, junto a sus aliados de la OTAN, una base militar geoestratégicamente muy importante. Y también los intereses de grandes petroleras inglesas. El control de recursos naturales no renovables, como los hidrocarburíferos, explica gran parte de las guerras y los actuales conflictos internacionales. Por eso, a la hora de discutir Malvinas, es necesario poner en primer plano una perspectiva anti-imperialista, y no cuestiones secundarias, utilizadas en muchos casos para soslayar los intereses que explican la pervivencia de una de las últimas colonias en el siglo XXI.
Leandro Morgenfeld
* Docente UBA e ISEN. Investigador del CONICET. Autor de Vecinos en conflicto. Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas (Ed. Continente, 2011), de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos (Capital Intelectual, diciembre 2012) y del blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com
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