Se acaba de conocer un nuevo archivo (“offshoreleaks”) sobre actividades ilegales y lavado de dinero, que contiene una mina de informaciones sobre el sistema financiero de los paraísos fiscales: los movimientos de dinero de 120 mil empresas y de alrededor de 130 mil personas o entidades en los llamados bancos “extraterritoriales” (offshore en inglés). Se estima que por esos canales circulan fondos gigantescos, del orden de los 20 a 30 billones de dólares.
Los datos fueron entregados por una fuente anónima hace quince meses al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, según la sigla en inglés), una red global de 160 periodistas de más de 60 países. El archivo contiene 2 millones y medio de archivos digitales, correos electrónicos y otros documentos. Su volumen es 160 veces mayor que el correspondiente a los cables diplomáticos y militares secretos que hizo público Wikileaks en 2010. El desciframiento de semejante “caja negra” llevará mucho tiempo.
Lo que se dio a conocer ya comenzó a provocar problemas políticos. El vapuleado gobierno francés ha sido golpeado por la revelación de que el jefe de finanzas de su campaña, Jean-Jacques Augier, era un activo operador de transacciones sucias en los paraísos fiscales. Un ex ministro de Hacienda, Jérôme Cahuzac, que defendía la política de “austeridad” del presidente “socialista”, manejaba una cuenta con dinero “non sancto” en Suiza. Se ha revelado también el manejo en negro de frondosos fondos vinculados con PVDSA por parte de empresarios del chavismo. Entre los “clientes” con tránsito fluido en el territorio “offshore” aparecen figuras tan disímiles como el presidente de Azerbaijan, la esposa del viceprimer ministro ruso, y empresas de su gobierno y de la oligarquía rusa; una baronesa española, viuda de uno de los capos de la industria del acero en Alemania; la hija del ex dictador filipino Ferdinando Marcos, banqueros de Wall Street, traficantes de armas; grandes capitalistas de la Unión Europea. A la fiesta no ha faltado nadie y la historia recién comienza.
El punto político crucial es que esta es la clase social que pretende imponer su salida al derrumbe capitalista.
Crisis mundial
El informe pone de relieve que los bancos “más serios del mundo” trafican, formal e informalmente, con empresas “pantallas”. James S. Henry, un hombre de larga trayectoria en una de las consultoras financieras más grandes del mundo (McKinsey) señala que los fondos de los 50 mayores bancos privados del mundo que circulan por los centros “offshore” para preservar los intereses de sus “grandes cuentas”, pasaron de 5 a 12 billones de dólares entre 2005 y 2010.
La crisis mundial ha potenciado el lavado de dinero de la evasión fiscal, el narcotráfico, el contrabando de armas y el negocio de la trata. Han contribuido a garantizar la liquidez de los grandes bancos frente al derrumbe del mercado interbancario. Las multas que aplican los Estados, cuando descubren estas operaciones, apenas rozan las ganancias obtenidas. El Wells Fargo, el principal banco de Estados Unidos, fue obligado a pagar más de 100 millones de dólares por lavado de dinero del narcotráfico mexicano, que involucró más de 300 mil millones de dólares. Los fondos de las Islas Vírgenes británicas tienen la participación mayoritaria en el negocio inmobiliario de Londres. Papel similar juega la mafia rusa.
El “offshore leaks” está relacionado con el hecho de que los Estados han llegado a su límite último para rescatar a la banca con dinero público. Hay una gigantesca masa de capital privado que podría absorber el peso del rescate, pero que solamente lo haría en sus propios términos, previa desvalorización del capital afectado por la quiebra. Es, por ejemplo, lo que ocurre con el llamado ‘banco malo’ en España, que fue creado con los activos incobrables del fundido Bankia. El ‘banco malo’ es manejado, entre otros, por el Santander y el BBVA, que buscan vender esos activos (inmuebles, por ejemplo) a un precio mayor al reconocido por el gobierno cuando puso el dinero para compensar la parte ‘buena’ que dejó el Bankia. El rescate de los bancos con dinero del Estado ofrece a los capitales refugiados en los paraísos fiscales la posibilidad de lucrar, como lo hacen los ‘fondos buitres’, con la diferencia entre el precio al que compraron la entidad quebrada, por un lado, y la venta posterior de sus activos, por el otro.
Lo que corresponde es usar la denuncia del “offshoreleaks” para promocionar que la crisis la paguen los capitalistas, y por medio de esta lucha acercar el momento para instalar gobiernos de trabajadores.
Pablo Rieznik
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