martes, 16 de abril de 2013

"Acá hay presidente"



Nicolás Maduro fue proclamado presidente por el Consejo Nacional Electoral venezolano, en medio de las denuncias de intento de golpe de Estado.

El Consejo Nacional Electoral (CNE), cuarto poder del Estado de Venezuela, proclamó a Nicolás Maduro como nuevo presidente de la República Bolivariana de Venezuela. “Soy el primer presidente chavista después de Chávez”, aseguró el nuevo mandatario en la Plaza Caracas, sede del CNE. El organismo difundió asimismo los resultados oficiales de la elección del domingo. 50,75% para Maduro y 48,98% para Capriles, en una votación que tuvo una afluencia del 79,17% de los habilitados.
En una jornada cargada de tensión, Maduro se presentó en la carpa instalada en la plaza como lo ha hecho el comandante Chávez luego de cada elección. Un evento que sin embargo tuvo sus características particulares, vista la tensión que se fue generando durante el día y que tuvo su pico máximo a las 20 horas, cuando los opositores respondieron el llamado de Capriles a realizar un cacerolazo en Caracas.
La oposición, tal como lo ha hecho en otras ocasiones, desconoció el resultado de la elección y pidió el recuento de los votos a través de las papeletas de control que expiden las máquinas utilizadas en el sistema electoral venezolano. Un sistema que los acompañantes internacionales llegados al país para presenciar el proceso electoral definieron como “casi perfecto”, al igual que diferentes fundaciones a nivel mundial, como la que preside el ex presidente nortemaericano Jimmy Carter.
La Unasur, el Mercosur y las comisiones de observación electoral internacional aseguraron que los comicios celebrados el domingo fueron transparentes, pacíficos y arrojaron un resultado legítimo a favor del candidato bolivariano. En especial, subrallaron el trabajo “exitoso y brillante” del CNE, organismo fuertemente criticado por la oposición.
El Poder Judicial estuvo en el centro de los principales dardos de la derecha venezolana que denunció una supuesta inequidad en su trabajo, desmentida tanto por los demás poderes del Estado como por decenas de organizaciones internacionales presentes el pasado domingo. De allí que la presencia de Maduro, cobró una importancia especial, ya que, además de recibir la proclamación oficial de su victoria, respaldó el trabajo del CNE y sus funcionarios.
“Soy el primer presidente obrero de Venezuela”, afirmó Maduro durante su discurso, donde recordó los cambios en la historia de la democracia venezolana desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia, en 1998, hasta hoy. Se refirió a la única derrota electoral sufrida por el chavismo en las 18 elecciones que enfrentó en los últimos 14 años, la del referéndum constitucional de 2007, cuando Chávez reconoció la derrota no obstante el margen fuera más ajustado que el de la última elección.
“Mayoría es mayoría y debe respetarse en democracia, no se pueden buscar emboscadas, inventos para vulnerar la soberanía popular. Eso sólo tiene un nombre: golpismo. Quien pretende vulnerar la mayoría en la democracia lo que está haciendo es llamar a un golpe”, aseguró el presidente en medio de los vitoreos de los presentes. “Esta revolución bolivariana solo puede andar en aguas de la democracia. No habría revolución sin respeto de la constitución”, dijo tras llamar a una “profunda revisión del movimiento revolucionario bolivariano”, en un primer esbozo de autocrítica tras el anuncio de los resultados, sin duda poco satisfactorios para el socialismo venezolano.
“Que no se confundan, acá hay presidente”, aseguró Maduro con el puño en alto. Ya por la noche, y en el Palacio de Miraflores, denunció que “la oposición volvió a la locura de abril de 2002”, en referencia al golpe de Estado perpetrado por la derecha venezolana y que sólo logró durar 47 horas. Una batalla, la del control del Estado, que está en pleno desarrollo. Hacia el mediodía se rumoreaba en el entorno chavista la posibilidad de un golpe orquestado por ciertos sectores de la oposición, aprovechando la coyuntura favorable -se trata quizás del mejor resultado electoral obtenido por la derecha en elecciones presidenciales en los últimos 14 años-.
Sin embargo, la jornada de ayer se convirtió en un primer escudo de defensa ante las intentonas golpistas. Por un lado gracias al enorme reconocimiento internacional recibido por Maduro. Sólo la Organización de los Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y España cuestionaron la legitimidad del resultado anunciado por el CNE, en línea con el pedido de recuento planteado por Capriles. Pero Rusia, China, India, la Unión Europea y la gran mayoría de los Estados americanos -incluida Colombia- enviaron sus saludos al nuevo presidente de Venezuela reconociendo de hecho su victoria.Un posicionamiento que deja a la oposición en franca desventaja.
Es necesario tener en cuenta que el voto logrado por Capriles es extremadamente coyuntural, y lejos está de ser un voto cautivo que daría cuenta de un altísimo grado de polarización. Por lo tanto, el opositor no cuenta con un cheque en blanco para hacer lo que quiera, y deberá “administrar bien sus votos” en la estrategia que seguirá en los próximos días si quiere seguir contando con el apoyo de una parte del pueblo.
Algo que bien saben en el gobierno. El chavismo se mostró confiado y seguro en su estrategia. Dejó que los opositores patalearan, cacerolearan e hicieran sus denuncias, asegurando que el ejecutivo ya está trabajando en los asuntos nacionales. “Si ellos llaman a un paro general indefinido, nosotros llamaremos al trabajo general indefinido” ejemplificó Maduro.
Sin embargo el clima sigue enrarecido. El Chavismo comienza a afianzarse en su primer gobierno sin Chávez y la derecha aprovecha para dar un espaldarazo y quedarse con el poder, aún jugando por fuera de las reglas si es necesario. Una situación que el gabinete presidencial parece tener en claro, y apuesta a llamar a la paz y a la profundización de la vía del socialismo para fortalecer al país. Y las primeras medidas prometidas, que incluyen el fortalecimiento del poder popular y del rol del Estado, parecen ir en esa dirección.

Federico Larsen, desde Caracas.

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