viernes, 5 de junio de 2009

Muy pobres contra menos pobres


“La exclusión necesariamente supone pobreza. Pero la pobreza no supone, necesariamente, exclusión.” “Hay miedo a la libertad pero no hay pánico a la esclavitud. Sonamos.” (aforismos implicados)

Matan a tiros a un chico de 16 años en medio de una pelea por un predio. Se enfrentaron ocupantes y vecinos que rechazan una usurpación. Hay, además, cinco heridos.
El conflicto en torno al predio de Lanús Oeste donde se iba a hacer una planta de la Asociación de Curtidores y que fue tomado hace más de 20 años, ayer terminó en tragedia: un chico de 16 años murió a balazos y cinco personas resultaron heridas, tras un enfrentamiento entre vecinos de Villa Diamante y ocupantes del asentamiento. Según informó la Policía bonaerense, por la muerte quedó demorado un vecino de 60 años, a quien se acusa de haber efectuado los disparos desde el techo de su casa.
Los incidentes empezaron cerca del mediodía, cuando unos 250 ocupantes del predio de 36 hectáreas se dirigían a protestar a la sede de la Asociación de Curtidores de Buenos Aires (ACUBA), acompañados por un patrullero. En el camino atravesaron el barrio Villa Giardino, en Villa Diamante. Según fuentes policiales, cuando llegaron a la esquina de Florida y Primero de Mayo un hombre salió de su casa y empezó a insultarlos.
Los manifestantes respondieron y tiraron piedras, una de las cuales le rompió un vidrio a un auto estacionado, que era del hijo del dueño de casa. Furioso, el hombre buscó un arma, subió al techo y empezó a disparar. Además de matar a Contreras, hirió a tres hombres y dos mujeres, que fueron trasladados al Hospital Gandulfo.
El vecino, que quedó demorado en la comisaría 5ª de Lanús, fue identificado como Antonio Baldazarre, de 60 años, y sería italiano. Según señalaron algunas fuentes, en el lugar habrían hallado una pistola calibre 22, otra 9 milímetros y una carabina.
(Diario Crítica de la Argentina 30/05/09).
(APe).- La lucha de clases nunca termina. Las formas que toma a veces son inescrutables. Y muy alejada del deseado enfrentamiento entre burguesía y proletariado. Entre otras varias cosas, porque el poder burgués logró reciclarse como neoliberalismo y al proletariado se lo flexibilizó de tal modo que, si antes no logró unirse, ahora está separado en multiplicidad de identidades.
Es cierto que algunas gozan de personería jurídica, y otras tienen personería histórica y política. Pero la contradicción fundante que haría estallar al capitalismo, se fue diluyendo desde los 90. Mirar la bancarrota del General Motors con alegría, me parece similar a la alegría de los riverplatenses cuando Boca fue eliminado de la copa. En el mal de muchos, solo los tontos encuentran consuelo. Sin discutir si somos tontos, sí puedo afirmar que somos muchos los que no buscamos las formas más banales del consuelo.
La actualidad de nuestra cultura nos sorprende en dos aspectos que, en cierto sentido, son inesperados, o al menos, no eran esperables: 1) la confirmación de la teoría del derrame, pero es un derrame contaminado. Según los gurúes, ya que no los gurises, el enriquecimiento sin fin de los muy ricos derramaba sobre el empobrecimiento sin fin de los muy pobres. No era una profecía de la equidad, el mercado nos libre, pero al menos la publicidad de una distribución berreta de una infinitesimal parte de la riqueza.
O sea: derramaba champán extra brut frizé de la copa de los poderosos, y goteaba termidor en tetra en los vasitos de cartón reciclados de los impotentes. O sea: no es solamente el tema de la cantidad sino lo que denomino “el salto cualitativo invertido”. Una dialéctica donde no hay superación, sino una constante degradación a formas primarias de resolución del conflicto social.
Los genocidios de diversa intensidad como solución no final, sino permanente, del exceso de población sobrante. 2) La dialéctico del amo y el esclavo remixado como estática del excluido / incluido. La lucha de clases congelada, suspendida en el tiempo y el espacio histórico político, inaugura la tragedia del pasaje de la clase a la casta.
La población sobrante se convierte literalmente en nicho del mercado. En tanto no tiene la menor ocasión ni posibilidad de consumir, el sistema capitalista predador los manda por centenares al peor de los nichos posibles: el de las perversas estadísticas del Indec. Por algo digo: cuando un funcionario arma un registro único, lo único que tiene es el registro. No solamente abandonan todo intento de transformar el mundo, sino que pretenden que registrarlo es condición necesaria y suficiente del acto de gobernar. Sumamos estos dos elementos: derrame contaminado y encuentro de una clase y una casta.
El estado de derecho, supuesto árbitro del conflicto social, degrada a una fila de centuriones impidiendo de una manera laxa, la batalla cuerpo a cuerpo. Es un enfrentamiento atávico entre nómades por necesidad, contra sedentarios por deseo. La necesidad tiene cara de hereje, y la mayor herejía para el sistema capitalista sería satisfacerla. Los herejes golpean en el baluarte de la patria burguesa: la familia y la propiedad. La tradición es negociable, los otros términos no. Incluso la familia puede estar perforada por la violencia, el abuso sexual, el incesto, el irredento machismo reciclado, pero es un packaging que los sistemas de dominación no pueden abandonar.
En cierto sentido, toda familia adopta códigos mafiosos de supervivencia. Por ejemplo: la mafia del danonino, mientras 30 niños menores de un año son asesinados diariamente por un arma mortal registrada, no en el Renar, sino en los ¿tres? poderes del Estado de Derecho. Estos sedentarios no hacen diferencia entre la cantidad de estrellas que mide su sedentarismo, desde el precario hasta las orgullosas torres construidas en meses y que, por la dudas, intentan no ser gemelas. La civilización de los metros cuadrados propios, aunque pocos, contra la barbarie de los asentamientos en terrenos contaminados.
Las familias patricias hicieron asentamientos 5 estrellas, posteriormente denominadas estancias. Los sedentarios de esas tierras, los pueblos originarios, fueron exterminados. Pero como era un desierto, conquistarlo fue la jactancia de los no intelectuales. En este desarrollo de la pampa y ciudad bárbara, no hay desierto, ni siquiera metafórico, que valga.
Lo que me preocupa es que la barbarie ecológica que termina con bosques para transformarlos en desiertos (alguien podría escribir la parábola de Aníbal, el huno, a Globocopatel) sea en realidad una forma de pensar la solución permanente del conflicto social y político: que los nómades no sean siquiera sombra de su sombra. Que sean reabsorbidos por un desierto donde solo habrá espacios para autopistas con peaje/pernadas contundentes, y castillos interconectados por redes alámbricas de 220 voltios y redes inalámbricas de muchísimas megas. Multiplicidad de castas organizarán la vida de diferentes tribus, con un código de barras en el culo para poder identificar fácilmente al que lo está rompiendo (estado, o­nG, corporación, banco transnacional, particular).
Los faraones estarán más allá de toda justicia, incluso la denominada por mano propia. Pero al menos, mientras podamos, evitemos una fatal confusión: no son pobres contra pobres. Los pobres unidos quizás serán vencidos, pero no se exterminarán entre ellos. La única solidaridad posible se encuentra todavía entre ellos. La fórmula “pobres contra pobres” encubre, más allá o mas acá de la voluntad de las partes, que la contra es siempre de las castas propietarias… de algo.
Lo único que siempre tendrá cara de hereje es la defensa irrestricta de cualquier forma de inclusión. La pobreza cuando es menos que la exclusión, también es cultivo propicio de un dengue político y social, es decir, del modo fascista de concebir la vida. Los muy pobres/excluidos ya no podrán ser proletarios, pero solamente en alguna forma de unión podrán recuperar alguna forma de fuerza.

Alfredo Grande
http://www.pelotadetrapo.org.ar

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