viernes, 26 de junio de 2009

El presente y el futuro de la economía en argentina

En el fragor de la campaña electoral han desaparecido los grandes temas económicos. ¿Cómo va a terminar afectando la crisis mundial a nuestro país? ¿Cuáles son sus consecuencias actuales en términos de desempleo? ¿Qué va a pasar con la deuda externa?
Tanto el oficialismo como los principales candidatos de la oposición coincidieron en un punto a lo largo de esta campaña electoral corta, pero densa y poblada de "maniobras", "operaciones", denuncias y contradenuncias: hay algo de lo que no se habla. Se trata del futuro económico inmediato.
En otras épocas, los candidatos eran acusados de sólo tener propuestas económicas de corto plazo, no avanzando en ningún planteo de desarrollo en el mediano o largo plazo. El viejo Keynes podía ser parafraseado entonces, con su famosa sentencia: "en el largo plazo estamos todos muertos".
Sin embargo, ahora lo novedoso es que nadie habla, siquiera, del corto plazo económico. Más aún, del cortísimo plazo: del inmediato "después" de estas elecciones, del temible segundo semestre de 2009. Por supuesto que alguien podría ponerse a buscar microscópicamente en las declaraciones de campañas y encontrar hasta algunos pronósticos, como cuando los candidatos son consultados acerca de "a cuanto va a estar el dólar a fin de año", o cosas similares. Pero nos referimos a planteos más de fondo.

La crisis mundial y el desempleo

Desde el mes de octubre se ha acelerado una verdadera ola de despidos, suspensiones, adelantamiento de vacaciones, "no renovación de contratos" para trabajadores terciarizados", negociaciones entre empresas y sindicatos con recortes de horas de trabajo y rebajas salariales, y situaciones similares. Hay más de 75.000 trabajadores a los cuales una parte de su salario (600 pesos para ser más exacto) está siendo abonado por el estado a las empresas con la promesa (a veces incluso incumplida) de que no se produzcan despidos.
Hemos asistido en los últimos meses a la reaparición de conflictos como no se veían desde la crisis del 2001. Intentos de despidos masivos, amenazas de cierres de plantas, tomas de plantas e incluso la reaparición de la posibilidad de que alguna de ellas se transforme en "fábrica recuperada" como sucedió en aquella época con Zanón y tantas otras, fue lo que sobrevoló en estos meses sobre Paraná Metal, Cive, Massuh, Pilkington, Mahle, por nombrar sólo algunos casos paradigmáticos.
Muchos conflictos tienen resolución pendiente. Otros, conciliación obligatoria para después del 28 de junio. Pero, mientras tanto, el balance provisorio es de entre 220.000 despidos en blanco en el último año (en el número más optimista), hasta otros cálculos que llevan esta cifra hasta los 400.000. Y si extrapolamos esta cifra con el hecho de que casi el 40% de la masa laboral de nuestro país está en negro y de que todos los estudios insisten en señalar que los despidos son mayores en este sector, no exageraríamos si afirmamos que alrededor de medio millón de trabajadores han pasado en el último año por la traumática experiencia de ser despedidos de su trabajo.
Una vez más debemos remarcar que es lamentable que tengamos que hacer estas conjeturas en base a datos parciales, ante la imposibilidad de contar con lo que siempre existió en nuestro país hasta enero de 2007: una base confiable de datos. La virtual destrucción del Indec como organismo independiente y de mínima confiabilidad, nos impide tomarlo en cuenta, por un mínimo de ética profesional y de respeto a la sufriente condición de nuestro sujeto de medición (el desocupado).
Esta es la "foto" de los últimos meses. Pero lo más preocupante es la película. La crisis mundial no se ha detenido, en particular en el campo que los economistas ortodoxos llamarían "de la economía real" (léase el terreno de la producción, el empleo, el consumo, la inversión productiva, y la demanda). Los datos siguen siendo preocupantes a escala mundial y es muy difícil que no tengan repercusión sobre la Argentina. Apenas si queda, como un dato a favor, la recuperación de los precios de algunas "commodities" (agrícolas y energéticas).

Los vencimientos de la deuda

El final del "viento de cola" de la economía mundial, no sólo afecta al empleo. También tiene consecuencias serias sobre el financiamiento externo. Después de varios años donde primó el espejismo de que "la deuda externa argentina ya no era un problema" (afirmación también sistemáticamente combatida por este columnista), llegó finalmente la hora de la verdad. Ya no habrá compra fácil de bonos desde Venezuela (porque el mismo Chávez enfrenta la restricción financiera internacional). Tampoco refinanciamiento tras "buenos gestos", como cuando se intentaba obtenerlo regularizando la situación con el Club de París.
"En silencio", "sin hacer olas", se va delineando el nuevo escenario: aquel que comparten tanto el actual presidente del Banco Central, Martín Redraro, como el anterior y hoy candidato Alfonso Prat Gay, y los economistas asesores de De Narváez y Macri: retomar el financiamiento vía Fondo Monetario Internacional. Incluso ya comenzó la operación de prensa de construir un FMI "progresista", que supuestamente habría "cambiado" con respecto a sus recetas de ajuste salvaje de la década del '90.
Junto a esto aparece la ya varias veces intentada operación de reconocer a los "hold-outs" (bonistas que quedaron fuera del canje de 2006 y que formalmente hoy no son reconocidos como parte de la deuda argentina). Teóricamente, la aceptación y renegociación de sus bonos abriría otra vez los mercados financieros internacionales a la Argentina.
Ante esta "promesa futura", lo concreto es que de reconocerse a los hold-outs, la deuda externa argentina aumentaría automáticamente entre 20.000 y 30.000 millones de dólares.
Pero, ¿qué pasa si todas estas elucubraciones de obtener financiamiento no resultan exitosas? ¿O si, aún obteniéndose algo, sucede lo más probable: que vengan atados a condicionamientos sobre la futura política económica? Mientras tanto, la coyuntura transcurre con los vencimientos actuales de deuda "gestionados" vía la utilización de los fondos del Anses.

Bailando en la cubierta del Titanic

La economía argentina entra en el cono de sombra de la hora de su verdad. El crecimiento "fácil" a tasas chinas entre 2003 y 2007 por un lado no "derramó el vaso", dejando sin saldar las profundas deudas sociales abiertas en la crisis de 2001. Pero tampoco significó consolidar un modelo de desarrollo que permitiera romper con la lógica de los '90 o más atrás, con el régimen de acumulación abierto con la dictadura militar.
Hoy ni siquiera está garantizada la continuidad del crecimiento. Desempleo y deuda externa. Dos títulos; dos temas centrales. Dos heridas abiertas en el cuerpo social argentina. De las que lamentablemente, salvo honrosas excepciones, no se escuchó hablar en esta campaña cuya máxima emoción estuvo dada por los avatares diarios de "Gran cuñado".

José Castillo, economista. Profesor de Economía Política y Sociología Política en la UBA. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).

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