El Consejo Directivo de la Facultad de Agronomía local, resolvió recientemente rechazar una iniciativa que pretendía la instalación de una imagen del culto católico en esa unidad académica de la UNLPam. La resolución está sólidamente basada en el estatuto de la universidad que en su artículo cuarto adopta la prescindencia religiosa como uno de sus principios basales, tal como no podía ser de otra manera, tratándose de una institución pública dedicada a la ciencia y la investigación.
Sin embargo, el grupo autor de la iniciativa no se ha dado por satisfecho, y ha iniciado una campaña destinada a revisar lo decidido. Aduce que se le estaría violentando su derecho a la libertad de cultos, y que negarle su petición constituiría "un acto de ateísmo militante".
Independientemente de la supuesta condición mayoritaria del culto católico en el país, y de la subsistencia de privilegios constitucionales para esa facción religiosa, lo cierto es que en Argentina rige la libertad de cultos, y ésta se traduce, precisamente, en la no imposición de las creencias de algunos por sobre el resto. Y esto incluye no sólo a creyentes de otras religiones, sino también a ateos y agnósticos.
Una imagen religiosa nada tiene que hacer en una universidad pública argentina. Mucho menos, si pertenece a un credo que durante siglos se dedicó -a través de la Inquisición- a torturar y asesinar científicos. Pero si se instala una imagen de una religión particular, debería permitirse la de todas las demás. Por ejemplo, los cultos animistas africanos como la umbanda y el candomblé, producen pintorescas imágenes de sus dioses (orixás) con órganos sexuales desproporcionadamente grandes. Estos cultos se han difundido bastante en los últimos tiempos, y tienen tanto derecho como los católicos a exhibir sus íconos, aunque seguramente estos últimos se escandalizarían ante tal ejercicio de la "libertad de cultos".
Resulta inquietante esta vocación rayana con el fanatismo de ocupamiento de espacios públicos con objetos de culto que deberían permanecer dentro de los templos.
El imponente edificio de la Ciudad Judicial de Santa Rosa tiene problemas con sus baños, su calefacción, su estacionamiento, sus cortinados, y varios etcéteras más. Sin embargo, lo primero que ya se advierte en funcionamiento es una notoria imagen de la virgen, emplazada en el vértice de todo el complejo. Probablemente se apuesta a que un milagro resuelva los desaciertos de los ingenieros.
Tampoco en ese edificio público debería estar permitida esa usurpación. Una institución estatal encargada de administrar justicia debe hacer gala de su imparcialidad, que se ve claramente comprometida cuando sus funcionarios militan ostensiblemente en instituciones susceptibles de generar divisiones y pasiones. La experiencia reciente en el juzgamiento de integrantes de una notoria secta católica, es prueba suficiente de este problema.
Quienes trabajan en instituciones públicas deben principalmente su fidelidad a las leyes del Estado. En cumplimiento de éstas, bien harían en reservar sus convicciones religiosas al ámbito de su congregación, sin intentar imponerlas al resto de sus semejantes.
LA ARENA
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