jueves, 25 de junio de 2009
El eterno debate sobre la participación de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial
El 22 de junio de 1941, Día del Dolor y del Recuerdo, siempre encabezará la lista de los días aciagos en la historia de Rusia como símbolo de una tragedia absoluta, que más espantosa que ella, sólo puede ser la derrota total, la capitulación y la desaparición del país. Y no obstante, esta fecha sigue siendo objeto de intensos debates.
La polémica adquirió especial intensidad tras el desmoronamiento de la Unión Soviética cuando algunas antiguas repúblicas soviéticas y países de la Europa del Este emprendieron campañas para reconsiderar la historia de la II Guerra Mundial y en especial, el papel que desempeño la URSS en esa contienda.
Las tesis más difundidas planteadas por los nuevos revisionistas tienen relación a la fecha cuando la URSS entró en la guerra, y se pueden dividir en dos grupos.
Los primeros que consideran que el 22 de junio de 1941 sencillamente comenzó otra fase más de la guerra, ya que, según ellos, la URSS ya había entrado en la guerra en septiembre de 1939, con la anexión de territorios occidentales de Ucrania y de Bielorrusia.
Y los segundos, en general desarrollan la tesis de los primeros, al afirmar que el 22 de junio de 1941 no tuvo lugar una agresión traicionera de la Alemania nazi contra la URSS, sino que se trató de un golpe preventivo emprendido por los alemanes para contener a las tropas soviéticas que preparaban la "invasión de Europa".
En parte, estos intentos de falsificar la historia han sido posibles debido a la práctica que imperó en tiempos soviéticos de callar a nivel gubernamental momentos controvertidos y hasta cierto punto, incómodos en la historia de la URSS, un silencio que perjudicó mucho y que duró en el país hasta 1991.
La carencia de investigaciones claras, completas y sin reticencias para explicar las causas del comienzo desastroso que tuvo la URSS en los primeros meses de la guerra alentó en muchos las sospechas de que la dirección política soviética puso en marcha campañas intencionadas para callar y distorsionar los hechos.
Recelos que se han reforzado ante las amplias y completas investigaciones hechas en países aliados de la URSS que dejando a un lado temores y prejuicios, reconocieron sus errores y fallos cometidos por los gobiernos y los ejércitos durante la II Guerra Mundial.
Y en conclusión, ¿qué supone en realidad el 22 de junio de 1941?
Es evidente que no fue una agresión inesperada, teniendo en cuenta que el Kremlin ya tenía informaciones sobre el plan "Barbarroja" y que era evidente la concentración de tropas alemanas en la frontera con la URSS.
Los dirigentes soviéticos sabían perfectamente que la guerra con Alemania era cuestión de tiempo e intentaron adoptar las medidas correspondientes para afrontar la agresión.
No obstante, la ventaja en su red de transporte les permitió a los alemanes desde occidente reunir en el frente entre 1,5 y 2 veces más convoyes de trenes que la URSS desde oriente, y en consecuencia, la concentración de fuerzas y armamentos del ejército alemán Wehrmacht se adelantó considerablemente en comparación con las fuerzas que movilizó el Ejército Soviético.
Otro objeto de intensos debates es la correlación de hombres y armamento de cada bando. Muchos analistas sumaron la existencia en "bruto" de soldados, pasando por alto que muchas de las unidades de ambos bandos no se encontraban en el frente de batalla.
Si se comparan las fuerzas de cada bando que participaron directamente en los combates, resulta que los alemanes y sus aliados (los países del Eje) reunieron tres ejércitos con 5,5 millones de hombres, 4.171 tanques y artillería autopropulsada, 47.260 piezas de artillería de calibre superior a los 75 milímetros y más de 4.950 aviones.
En las provincias occidentales, las tropas soviéticas contabilizaban 3,3 millones de personas, al menos 10.000 tanques 32.900 morteros y artillería de calibre superior a los 75 milímetros y más de 11.000 aviones.
Ante la notable inferioridad numérica de hombres, aparentemente, el Ejército Soviético tenía más tanques y aviación. Sin embrago, la situación real era diferente.
A consecuencia de problemas específicos en la industria militar soviética en esos tiempos, el porcentaje de tanques y aviones en condiciones de participar en las acciones de guerra no superaba el 70%.
Será muy difícil establecer quién fue el responsable concreto de las derrotas sufridas por el Ejército Soviético en los primeros meses de la guerra. Parte de culpa recae en el mando militar, y en la misma proporción le corresponde compartir esta responsabilidad a los dirigentes políticos soviéticos.
Los jefes militares soviéticos tienen la culpa por la inadecuada distribución de las fuerzas principales de choque en el frente occidental y el gobierno, por su política equivocada en el desarrollo de las Fuerzas Armadas, que conllevó un desequilibrio sobre la capacidad combativa de las diferentes unidades, y su pronto desmembramiento en condiciones de combate.
Y no obstante, fue precisamente el agresor el principal responsable de las derrotas sufridas por el Ejército Soviético en los primeros combates de la Gran Guerra Patria.
Teniendo en cuenta la óptima preparación y disciplina de la fuerza regular, la elevada calidad y eficacia del armamento, y la alta competencia de los mandos con experiencia en operaciones de guerra, los alemanes contaban en que obtendrían una victoria rápida y total.
Debemos de estar muy agradecidos a nuestros abuelos que con su abnegación y heroísmo pudieron abortar estos planes.
A costa de muchas muertes, duros combates y perdiendo una parte considerable de su territorio, la URSS pudo finalmente detener al adversario e impedir que realizara su plan de "guerra relámpago".
En la guerra de potenciales humanos y económicos, Alemania y sus satélites no tuvieron ninguna posibilidad contra la URSS y mucho menos contra la comunidad de naciones liderada por los países aliados.
Iliá Krámnik (RIA NOVOSTI)
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