viernes, 19 de junio de 2009

1910: El Estado y la lucha de las mujeres

El centenario

Ante la proximidad del centenario de la Revolución de Mayo, los socialistas pensaban que los trabajadores tendrían que hacer un estudio sobre su situación, así como en Europa M. Bertillon la realizó sobre las condiciones de vida de los obreros franceses, alemanes y británicos, y a la vez reiteraban su desconfianza al Departamento Nacional del Trabajo por considerarlo “una burocracia inepta, perezosa y superficial (La Vanguardia, 11 de junio de 1909).

Una ciudad desentonada

Mientras la clase gobernante se disponía a festejar, los trabajadores luchaban:
• contra carestía de la vida, pidiendo aumento salarial,
• por la cobertura por maternidad
• contra el trabajo infantil.
• El movimiento de mujeres organizaba el Primer Congreso Femenino Internacional y debatía sobre la emancipación de las mujeres.
Al cumplirse el Centenario, la ciudad de Buenos Aires se encontraba muy agitada por reclamos gremiales y un cuadro social de pobreza. El trabajo infantil era cerca del tercio de la fuerza laboral.
Acercándonos a los protagonistas de la época mediante fuentes que testimonian hechos y debates ocurridos hace casi un siglo, nos encontramos ante los intereses de los que detentan el poder, las propuestas y acciones de los afectados.
Ante el oprobioso sistema capitalista, los enfrentamientos de los trabajadores, tanto anarquistas como socialistas eran diarios. Estos últimos denunciaban la acción estatal. En La Vanguardia del 18 de agosto de 1910, la clase gobernante “en materia social.: “La política mezquina y menuda, de intrigas y contubernios, acapara su energía y tiempo. El mundo del trabajo no entra en sus preocupaciones y sólo en circunstancias dolorosas vuelven los ojos hacia las aspiraciones y necesidades de la gran masa que moldea el progreso de la nación (…) “larva, que no se desarrolla por culpa de la ineptitud o de la indiferencia del parlamento y el gobierno”.
La feroz represión de la semana roja no amedrentó a los trabajadores para que en mayo de 1910 llamen a luchar por sus reivindicaciones de salarios y mejores condiciones de trabajo, participando de la agitación gremial los carpinteros y anexos, ebanistas, torneros de madera, escultores en madera, aserradores y anexos, albañiles, galponistas y escaleristas, cortadores de calzado, aserradores, talabarteros, herreros, bronceros y anexos, pintores, loceros y sastres. Con estos últimos, tomaron parte numerosas mujeres, especialmente en los talleres Norte de Gath y Chaves.
El gobierno de Figueroa Alcorta sólo esbozó algunas promesas de modificación de la legislación laboral.
Con motivo de los festejos del centenario de la Revolución de Mayo, los anarquistas y varios gremios preparaban una huelga general con el propósito de derogar la ley de Residencia, la libertad de los presos por cuestiones sociales y la amnistía para los infractores a la ley de enrolamiento militar. La respuesta del gobierno fue el estado de sitio y una represión brutal. J. Oddone, dice: “La sanción de la ley de Defensa Social, la represión brutal que le siguió, las continuas persecuciones a los obreros, los arrestos, las deportaciones, las clausuras de diarios y periódicos y de locales obreros, produjeron general indignación en la clase trabajadora.”

El crimen del trabajo infantil.

Aunque era un grave problema social, el trabajo infantil se consideraba natural desde el inicio de la revolución industrial, motivo por el cual se exigía su prohibición en Europa desde 1848 . En nuestro país, fue parte de las reivindicaciones de los organizadores de la conmemoración del 1º de Mayo de 1890.
Se violaba la Ley 5291, con la complicidad policial, institución que tenía a cargo recibir las denuncias, y en cambio usaban argumentos mentirosos como el de que los niños, no iban a trabajar a las fábricas y talleres, sino que acompañaban a los adultos.
El control obrero implementado por los socialistas para exigir el cumplimiento de la Ley de Trabajo de mujeres y menores, (Ley 5291) en vigencia desde abril de 1908, registró a fines de 1910 más de cien violaciones. a diferencia de la inspección ad-honorem del Departamento Nacional de Trabajo que no detectaba ninguna. Desde La Vanguardia se consignaban, el nombre del taller y/o fábrica, el propietario, la dirección y la infracción pero las denuncias en su mayoría caían en saco roto pues el destinatario de las mismas era la policía, que bajo la dirección del coronel Falcón primero y luego por el coronel Dellepiane, incluidos los comisarios de las distintas seccionales, en general, las desestimaban , favoreciendo a los patrones.
Tal era la situación que el 8 de octubre La Vanguardia, publicaba la declaración de protesta, del Comité Socialista sosteniendo que el gobierno actual “condenó a muerte, esta ley”.
“Por más empeño, por más actividad y exigencias que haya desarrollado el comité obrero, nunca pudo conseguirse el imperio efectivo de la ley. Por una cruel ironía, los mismos encargados de aplicarla, han sido siempre los primeros en tolerar que se viole e incitar a los patrones a desconocerla. (…) Por eso el Comité cansado de gestionar su cumplimiento ha resuelto llevar a cabo una agitación pública, para protestar contra el jefe de policía, y contra los demás inspectores que escarnecen una ley benéfica, altamente humana.”

Acerca de la emancipación de las mujeres

En mayo de 1910, el Primer Congreso Femenino Internacional convocado por mujeres universitarias, promovió la discusión sobre la igualdad de derechos civiles y jurídicos entre hombres y mujeres y el cuestionamiento a la subordinación de la mujer casada que imponía el Código civil. También el acceso a la educación, a la ciencia, la protección de las obreras, abogándose por el derecho a la cobertura de la maternidad, la abolición de la trata de blancas
Entre las participantes se encontraban Julieta Lantieri Renshaw, Cecilia Grierson, Elvira y Ernestina López, Alicia Moreau, Petrona Eyle, Juana Begino, Paulina Luisa, Beén Sárraga, Fenia Chertkof, Corlina Muzilli, Elvira Rawson

Las actas publicadas en 1910 registraban estas reivindicaciones:

1. La mujer al contraer matrimonio no perderá los derechos que la ley acuerda a los seres mayores de edad (…)
2. La madre podrá ejercer sobre sus hijos la misma autoridad y tutela que el padre (administración de bienes, etc).
3. En todo caso será permitida la investigación de la paternidad.
4. El padre o la madre natural que ejerza la patria potestad tendrá la administración y el usufructo de los bienes de sus hijos (…)
5. La mujer casada podrá ejercer toda profesión lícita y la administración así como de los que ganara con su industria y profesión (…)
6. la mujer, sin necesidad de autorización del marido podrá girar sobre sus haberes, tener libreta de banco y ser socia de cooperativas y de socorros mutuos.
7. la mujer divorciada, en todos los casos podrá disponer del total de sus bienes.
El debate sobre la emancipación de las mujeres ya se había iniciado con la corriente anarquista en años anteriores pero con motivo de este evento, Carolina Muzzilli (1889-1917)” analizó este tema, como socialista, en las páginas de La Vanguardia del 26 y 27 de septiembre del mismo año, en un tono polémico: “se nota un florecimiento de sana discusión entre las mujeres.” Pero a renglón seguido problematizó algunas afirmaciones sobre la emancipación económica de la mujer: “ya que un grupo de feministas aseguran que para llegar a la emancipación de la mujer es necesario que ésta se emancipe económicamente por medio de un título académico, viene al caso hacer una pregunta: ¿Han pensado en la emancipación económica de la inmensa falange de mujeres proletarias? O es que sólo hacen feminismo for sport? Yo llamo feminismo de “diletantes” a aquel que sólo se preocupa de la emancipación de las mujeres intelectuales. Y como éstas ya tienen casi asegurada su independencia económica, sólo les resta pedir las mejoras inmediatas inherentes a su condición social, lo que no hacen siempre.”
Con una mirada desde la lucha de clases y con justa razón, afirmó: “Para llegar a la emancipación de la mujer, es necesario trabajar para arrancar de la fábrica malsana a la mujer madre y futura madre, es necesario elevar sus condiciones actuales por otras de trabajo más humano y cultivar su cerebro a fin de que vislumbre el porvenir del proletariado, permitiéndole esto, tomar parte en la lucha de clases. Entonces, sólo entonces, podremos decir que hemos delineado la lucha feminista”. Denuncia la superexplotación, con jornadas prolongadas en los talleres y fábricas que se continuaban con el trabajo doméstico.
Fenia Certkoff, dirigente del Centro Socialista Femenino, también participante del congreso femenino con una estrategia de transformación social, se ocupaba del cumplimiento de la Ley de trabajo de mujeres y menores, de la falta de cobertura por maternidad de la mujer obrera como un verdadero problema pues no estaba contemplado en la legislación vigente (Ley 5291). Desde LaVanguardia del 10 de septiembre de ese año, denuncia que “la madre , 8 días después del alumbramiento vuelve al trabajo y deja a su criatura durante más de 4 horas seguidas sin su alimento natural. Es una crueldad a la que se somete a la madre y a la criatura”. La propuesta inmediata se limita al cumplimiento de la ley para que “se establezca una pieza donde las obreras madres puedan amamantar a su hijos durante 15 minutos cada 2 horas”. También señala la contradicción entre las recomendaciones médicas de amamantar cada dos horas y el modo imperante que se cumplía, varias horas después.

El Estado del doble discurso

Cuando analizamos el complejo entramado de intereses, propuestas, debates y acciones y acontecimientos que enmarcaron la incorporación de la mujer a la industria y sus condiciones de trabajo, nos acercamos a la valoración contradictoria del trabajo de la mujer en esa época, cuando la maternidad y las tareas domésticas eran la misión principal y se la sometía a grados de explotación que comprometía su vida.
Asimismo las campañas contra el trabajo infantil son meras declamaciones y es por eso que parangonando la expresión actual El hambre es un crimen, que se refiere a la exclusión en la que se encuentran miles de niños/as, podríamos decir sobre el trabajo infantil de principios de siglo XX: El trabajo infantil es un crimen.
El Estado, en el sistema capitalista, con la sociedad dividida estructuralmente entre una clase apropiadora y explotadora, que ejercen el poder como señala A. Borón a través de una compleja cadena de mediaciones deposita en manos de los capitalistas el control de la economía, la política, la cultura y de prácticamente todos los sectores de la vida social. Y es precisamente esa posibilidad de instituir un orden a través de un complejo sistema de mediaciones lo que garantiza que el dominio de los capitalistas (con sus aliados y sus representantes políticos e ideológicos) pueda, bajo ciertas circunstancias, asumir un ropaje exterior ‘democrático’.
La intervención estatal era incipiente a principios del siglo pasado. La ley 5291 (1907) que regulaba las relaciones laborales de l trabajo de mujeres y menores, fue producto de una ardua disputa entre los intereses de los/as trabajadores/as y la patronal, aliada al gobierno. La obtención de plusvalía absoluta, encubierta bajo distintos argumentos, se oponía a la jornada de 8 horas, 6 horas para menores y descanso posparto para las mujeres. La inspección obrera, iniciada a partir de abril de 1908, fue la continuidad, en otro terreno, de la lucha iniciada en el ámbito parlamentario.
La participación de las mujeres en 1910 en los ámbitos laborales, políticos, académicos y eventos públicos, fue un hito en la lucha por el logro de la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres.
A cien años de estos acontecimientos, nos encontramos con un Estado que no termina de aceptar, en los hechos, que las mujeres debemos decidir sobre nuestro propio cuerpo y garantizar tampoco la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres en el ámbito laboral.
El debate sobre la verdadera emancipación de las mujeres sigue vigente.

Ester Kandel

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