lunes, 25 de mayo de 2009

La República Unida de la Soja


Un modelo que definitivamente excluye a la mayor parte de la humanidad y destruye nuestro entorno para los pocos que tienen la oportunidad de participar de la última gran fiesta del capitalismo global

A comienzos del año 2004 la empresa Syngenta lanzó una publicidad para uno de sus productos con un mapa en el que presenta "La república unida de la Soja". Allí, grandes territorios de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia aparecen integrados bajo el común denominador del cultivo de soja.
Esta metáfora brutal de la realidad de nuestros Estados nación podría confundirse con una crítica irónica de las organizaciones ecologistas; sin embargo, son las mismas corporaciones multinacionales las que se encargan de "refrescarnos la memoria" y mostrarnos claramente cuál es el mundo en el que vivimos y quiénes lo gobiernan.
En este nuevo mundo la soja aparece como emblema de un modelo que definitivamente excluye a la mayor parte de la humanidad y destruye nuestro entorno para dirigirse a producir mercancías para los pocos que tienen la oportunidad de participar de la última gran fiesta del capitalismo global. La soja es el mejor símbolo de este modelo de exclusión y mercantilización absoluta que nos está llevando a la ruina planetaria. Y los transgénicos han sido la herramienta a través de la cual se ha concretado esta terrible hazaña.
El modelo impuesto en todo el Cono Sur tuvo como punta de lanza la introducción de la soja transgénica resistente al glifosato a mediados de los años 90 en Argentina, y por esa vía logró extenderse en el resto de los países que ahora conforman la nueva "República". Los ejes sobre los que se desarrolla este modelo son simplemente una profundización de las bases sobre las que se desarrolló la Revolución Verde: monocultivo, uso intensivo de insumos agroquímicos, industrialización del campo, dependencia de las grandes corporaciones, cultivos para exportación.
A esta base se le suma la utilización de la siembra directa que está absolutamente ligada al desarrollo de los transgénicos resistentes a herbicidas de los que la soja ha sido el primer ejemplo "exitoso".
Los impactos de este modelo no se han hecho esperar: ha generado, junto a otros factores, que Argentina vive una catástrofe social y ambiental sin precedentes y el fenómeno se está extendiendo rápidamente a los países vecinos. Veremos a continuación algunas de las características de este triste panorama:

Rápida extensión del cultivo de transgénicos

La expansión del cultivo de soja transgénica resistente al glifosato (Soja RR) en Argentina ha sido de las más rápidas en la historia de la agricultura para llegar en el presente a ocupar una superficie de 14.000.000 de hectáreas. Este desarrollo no tuvo ni un debate público ni una legislación que permitiera asegurar un control adecuado ni la aplicación del principio de precaución.
A través de una simple norma ministerial se creo en 1991 la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) que es el órgano que asesora a las autoridades en cuanto a la liberación y comercialización de los OGM. La misma está constituida por miembros de organismos del Estado, de universidades y de empresas privadas (las mismas corporaciones que tienen intereses comerciales en la aprobación de semillas transgénicas).
La Comisión no realiza estudios independientes y basa sus dictámenes en los informes que las mismas corporaciones presentan. Por supuesto que en la misma no hay representación de la sociedad civil en ninguna de sus expresiones (organizaciones campesinas, ecologistas o de consumidores).
Con esta endeble base (y sin que haya habido ningún avance en los últimos años) se produjo en 1995 la liberación comercial de la soja RR, que no ha detenido hasta el presente su expansión. El resultado ha sido un enorme "desierto verde" que recorre Argentina de norte a sur y de este a oeste.

Incremento de la exclusión social y el hambre en Argentina

El modelo de agricultura industrial conformado por el paquete soja RR-siembra directa-insumos agroquímicos utiliza escasísima mano de obra y por lo tanto no ha cesado de expulsar trabajadores rurales en la última década. En una entrevista reciente el Subsecretario de Agricultura de Argentina informaba que en la actualidad la producción de soja requiere de un trabajador rural por cada 500 hectáreas en producción.
Por otro lado, el cultivo de soja ha desplazado a cientos de otras producciones locales (tambos lecheros, producción de frutas, producción de legumbres, etc) amenazando gravemente la seguridad alimentaria de nuestro pueblo y destruyendo completamente muchas economías regionales. Según las propias estimaciones de la Federación Agraria Argentina, desaparecen tres establecimientos por día en la Pampa Húmeda en el mismo año en que se logró la cosecha más grande de la historia.
Finalmente dado que la producción de soja está en manos de grandes pooles de siembra que la exportan durante los últimos años se ha producido una fuerte concentración de la tierra en manos de estos sectores poderosos de la economía. Hoy nos encontramos con un campo despoblado y con una agricultura sin agricultores en toda la región sojera.
Para colmo y frente a un panorama de 6 millones de personas que se halla por debajo de la línea de indigencia (esto es, no tienen ingresos suficientes para alimentarse adecuadamente), los grandes productores de soja proponen repartir entre los pobres las sobras del modelo: soja transgénica forrajera para consumo animal.
Con la excusa del hambre, los impulsores de la campaña "Soja solidaria" buscaron legitimarse ante la sociedad como "socialmente responsables" al donar el 1 por mil de su producción (30 mil toneladas por año) a los comedores comunitarios y escolares.

Crecimiento del uso de agroquímicos

Los efectos negativos en la salud y el ambiente por uso de agrotóxicos en la agricultura no resultan una novedad. Sin embargo, recientemente se han multiplicado las denuncias por casos de contaminación a lo largo del país, sobre todo, en pueblos y comunidades cercanas o rodeados por campos de soja transgénica.
En Argentina, la expansión de la soja transgénica, que alcanza las 14 millones de hectáreas, no ha logrado evitar el proceso de contaminación y perjuicio de otras actividades agropecuarias que se ven afectadas por el uso del paquete tecnológico que se aplica en este cultivo (glifosato; 2,4 D1; paraquat; endosulfán; etc.).
Solamente para el glifosato, el incremento de su consumo en los últimos 4 años fue de 28 millones a 150 millones de litros.
Aunque se las ha tratado de minimizar, e incluso silenciar, las víctimas de esta contaminación silenciosa están protagonizando una lucha por dar conocer los hechos y poder así no sólo frenar los abusos que sufren, sino también despertar la conciencia de la sociedad en su conjunto.
Además, el uso intensivo y repetitivo del glifosato ya ha dado origen a nuevas "supermalezas" que alimentan el círculo vicioso de los agroquímicos.

Avance de la frontera agrícola

Extensísimos territorios de ecosistemas naturales sumamente frágiles están siendo destruidos para permitir el avance del cultivo de la soja con un enorme impacto negativo sobre la biodiversidad. El norte argentino está soportando una tasa de deforestación cinco veces superior al promedio mundial.
El quebrachal en Santiago del Estero está siendo levantado como una alfombra por empresas de Córdoba y la zona pampeana que están extendiendo la frontera sojera allí. Bandera, Los Juríes, Sachayoj, Los Pirpintos, El Caburé, son zonas donde la actividad de las desmontadoras es constante.
Lo mismo ocurre en Salta donde la Provincia ha puesto a la venta las 16 mil hectáreas de tierras de la reserva provincial de Pizarro para ser desmontadas y destinadas al cultivo de soja, luego de desalojar a sus pobladores.

Control total de las semillas por las grandes corporaciones

El primer paso fue imponer los OGM, con la soja RR a la cabeza, en nuestro país y en los países vecinos (aún en aquellos que, como Brasil y Paraguay, los prohibían) a cualquier costo, fomentando la contaminación genética y haciendo la vista gorda a la "bolsa blanca". Una vez logrado ampliamente este objetivo ha llegado la hora de cobrar las ganancias y de "hacer cumplir la ley".
Allí es donde comienza la agresiva campaña que hoy estamos viviendo, en la que todos los artilugios son válidos para lograr su objetivo. Veamos cuáles son los mecanismos utilizados:
La aplicación de regalías extendidas para cobrar a los agricultores que sigan sembrando semillas que ellos mismos cosechen. Estas regalías están vigentes aún cuando van en contra de lo que la Ley de Semillas establece (ver recuadro al pie).
La extorsión lisa y llana con la amenaza de Monsanto de retirarse de Argentina, que no es más que una puesta en escena para presionar al gobierno para lograr los objetivos que siguen:
La aplicación de regalías globales, que son un intento de comprometer aún más al gobierno en la complicidad con las grandes corporaciones.

¿Quién gobierna la República Unida de la Soja?

Los tibios intentos de las frágiles democracias latinoamericanas por poner algún límite al poder económico dominante generado por dos décadas de globalización y neoliberalización económica han encontrado en los últimos meses un topetazo contundente en la perversa alianza de grandes terratenientes con las corporaciones del agronegocio que están actuando de manera brutal en todos los países del Cono Sur.
No es posible pasar por alto algunos hechos, unos notoriamente públicos y otros que apenas ocupan algunas columnas en los medios; todos aparentemente desconectados entre sí pero profundamente ligados en una raíz común que es la someter a los pueblos, controlar su agricultura y su alimentación ocupando y destruyendo sus territorios.
Así, el lock-out patronal de los terratenientes sojeros de la Argentina iniciado en marzo y que ahora vuelve por más mostró la senda de lo que luego en Bolivia se convirtió en una feroz agresión cargada de odio, desprecio por la vida humana y racismo contra los pueblos originarios.
Allí apareció en escena como uno de los principales dirigentes de " el presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz Branco Marinkovic que "casualmente" resulta ser uno de los grandes productores de soja de la región.
En esos días y en pleno recambio democrático que llenó de esperanzas al pueblo paraguayo, el país se vio también brutalmente conmocionado por la represión contra campesinos que incluso llevó a la muerte al campesino Bienvenido Melgarejo y con los grandes terratenientes anunciando que van a recurrir a las armas para defender sus latifundios.
En Uruguay y en medio de suaves presiones gubernamentales para establecer restricciones sobre el incremento de las áreas para el cultivo de soja con la creación de una Plan de Producción Agrícola también los grandes sojeros hicieron oír su voz y sembraron de amenazas los grandes medios.
Otras noticias no ocuparon grandes titulares de los diarios durante los últimos meses, pero sin embargo muestran el trasfondo de quienes preparan los escenarios para el futuro de nuestra región.
Ni bien culminó el lockout en Argentina, Monsanto se presentó ante las autoridades nacionales ofreciendo la pronta puesta en el mercado de una "nueva" soja transgénica resistente esta vez al glifosato y productora de toxina Bt. Su intención es "retornar" al mercado argentino siempre que se le garantice su "seguridad jurídica". Esto significa garantizarle el cobro de regalías por la patente de esta soja.
Pero Monsanto llegaba en el mismo momento con su propuesta de la nueva soja transgénica a Brasil, que desde sus autoridades ya se ha rendido a los transgénicos y ha convertido a la ctnBio en una puerta de aprobación automática de todo los que las corporaciones desean.
Mientras tanto Uruguay levantó la moratoria a la aprobación de nuevos transgénicos y abrió así las puertas para el ingreso de los "nuevos" commodities transgénicos de Monsanto. No es casual que la soja transgénica aparezca en todas estas noticias: es simplemente un instrumento del control corporativo de la agricultura y el control territorial que llega de la mano de las agroempresas y sus patrones, los grandes productores y las corporaciones transnacionales.
Por supuesto que cada uno de estos actores tiene mecanismos de acción diferenciados: las corporaciones permanecen silenciosas y hacen sus negocios mientras invierten enormes sumas en publicidad en los medios masivos de comunicación de manera de tenerlos siempre a su favor y que nunca se publiquen en ellos los cuestionamientos públicos que reciben. También ellas son quienes logran los apoyos de Estados Unidos en aquellos casos en que se necesita la intervención política directa o bajo las sombras.
En cambio los grandes productores sojeros son los que hacen el trabajo sucio con distinto grado de brutalidad, pero siempre brutalmente demuestran su desprecio por la vida y la dignidad humana para consagrarse al único dios que conocen: el Dios Dinero. Entonces ellos sí pueden cortar rutas, desabastecer ciudades, asesinar campesinos o dividir un país.
La República Unida de la Soja permanece con sus murallas altas y su reino de especulación y muerte en el poder. Parece ser que detrás de la recién iniciada caída del muro financiero del capitalismo global también empiezan a caer las murallas de esta República. Los pueblos están listos para seguir haciéndose cargo de sus vidas y su alimentación.

¿Coincidencia?

En Argentina, el 11 de marzo de 2008 el gobierno argentino estableció un incremento de las retenciones sobre las exportaciones de soja, elevando el canon del 33% al 44% y aplicando un sistema de retenciones móviles que varía de acuerdo al precio internacional de la soja (la 125). A partir de allí 4 entidades patronales iniciaron una lucha contra esta medida realizando un lock-out patronal cortando rutas en todo el país y produciendo desabastecimiento en las grandes ciudades.
Finalmente con el apoyo de diversos sectores políticos (incluido el mismo vicepresidente de la Nación) en el mes de julio en Congreso de la Nación derogó esta resolución volviendo a los valores anteriores de retenciones. El triunfo de los sectores ruralistas los impulsó en las últimas semanas a iniciar nuevas medidas de protesta.
En Bolivia, el Comité Cívico Pro Santa Cruz fue una de los principales actores en los hechos de violencia que ocurrieron en Bolivia durante los últimos meses y que intentaron jaquear al presidente Evo Morales y a sus propuestas de trasnformación social. Más allá del apoyo recibido por Evo en las urnas con un respaldo del 67% de los votos estos sectores continuaron desestabilizando y actuando violentamente contra los pueblos indígenas y los campesinos organizados que apoyan al Gobierno de Evo Morales.
En ese contexto, Branco Marinkovic presidente del Comité y uno de los grandes terratenientes sojeros de la región de Sanjta Cruz fue uno de los principales lideres de la revuelta golpista.

Carlos Dilitio | Para Kaos en la Red

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