domingo, 10 de mayo de 2009

Farc: reflexiones sobre la realidad económica


Las Farc comparte con los lectores de ANNCOl, "reflexiones sobre la realidad económica y el oscuro panorama que espera a los pobres y a los desheredados, si no asumimos unidos, con dignidad y combativamente, la defensa de nuestros propios y legítimos intereses de clase,.." En el mes de mayo, mes de las luchas de los trabajadores de todo el orbe.

PRIMERO DE MAYO

Saludo de las FARC a los trabajadores

Al conmemorar el día internacional de la clase obrera, jornada que evoca históricas tradiciones de lucha de los trabajadores del mundo entero, el Estado Mayor de las FARC-EP, convoca a todos los trabajadores del campo y la ciudad, a los empleados, a los profesionales asalariados de todas las ramas del conocimiento, las amas de casa, los estudiantes, los indígenas, los afro-descendientes, los integrantes de las minorías étnicas y a todos los proletarios, explotados y desposeídos del país, a luchar por una nueva Colombia democrática, justa y soberana.
Los invitamos a compartir con nosotros estas reflexiones sobre la realidad económica y el oscuro panorama que espera a los pobres y a los desheredados, si no asumimos unidos, con dignidad y combativamente, la defensa de nuestros propios y legítimos intereses de clase, frente a esa moderna horda fascista del siglo XXI que busca eternizar la dictadura de los que todo lo tienen y viven a expensas de los que trabajan.
Primero de mayo es la fecha simbólica del heroísmo creador del proletariado, de sus más profundos sentimientos de emancipación, internacionalismo y solidaridad; primavera de pueblos levantando la roja bandera de la unidad de los desposeídos y explotados que en esta alborada del siglo ven a los fantasmas que empujan la historia suscitando el temor sin remedio de los opresores en desgracia.
Sin duda, las premoniciones sobre las repeticiones cíclicas de las crisis de sobreproducción durante los siglos XIX y XX no eran sino la sintomatología de la mortalidad de un sistema inviable de sobreexplotación de la naturaleza, que no podía tener otro destino que el de una etapa final de decadencia de su perniciosa expansión financiera. La clase opresora que ha regentado la tiranía de su régimen, casta parásita, depredadora del entorno ambiental y destructora de las fuerzas productivas, habría de conducir inexorablemente su perverso sistema de explotación hacia el colapso, hacia su autodestrucción.
Diversos y numerosos traumatismos de orden energético, ambiental, político-cultural, etc., han derivado en una crisis global de la civilización burguesa toda. De los ciclos de sobre-producción crónica controlados y atenuados mediante la expansión del sistema financiero, la motivación del consumismo y la sobre-explotación de recursos naturales y pueblos periféricos, se ha dado el salto al abismo de la “super-crisis” o “crisis general” del presente. Han desembocado los procesos generales de la reproducción del capitalismo, en el largo plazo histórico de su desarrollo, en este desbarajuste irreversible del sistema, que implicará sin duda un punto de quiebre socio-histórico donde ineluctablemente la clase trabajadora ha de actuar como el sepulturero del monstruo que nació chorreando sangre de la cabeza a los pies.
Pero como en todo tiempo de luchas victoriosas, sólo unidos habremos de evitar cualquier intento de recomposición que con certeza ha de ser más salvaje que nunca al asumir la barbarie…, la profundización del fascismo a gran escala como expresión de los estertores de su agonía.
Bien pudiéramos decir, entonces, que un fantasma recorre el mundo, refiriéndonos ahora a la crisis económica mundial del capitalismo. Se trata de la perturbación en profundidad de las cloacas financieras del orbe. Y las noticias sobre el rumbo que va tomando tal expresión derivada de la explosión inusitada pero previsible de lo que los economistas conocen con el nombre de burbuja inmobiliaria norteamericana, llenan de tinta los periódicos de la derecha y de la izquierda en todos los continentes. Obviamente, su impacto también se siente en Colombia.
No obstante, aún hacen eco las voces de quienes para evitar una anarquía mayor que se pueda originar en el pánico y el apresuramiento del levantamiento de las masas inconformes, han negado la crisis a través de un séquito de “expertos”; día a día han minimizado el fenómeno catastrófico, restando importancia a su larga duración que ya se vislumbra, o a la posibilidad de su expansión imparable sobre el conjunto del planeta.
Dentro de los linderos de esta última tesis artificiosa es que parecen desenvolverse aún los pronósticos de los gurús de la economía colombiana que creen en la desacreditada “teoría del desacople” que garantizaría que algunas economías “emergentes” estarían resguardadas de los efectos de la hecatombe económica gringa, como si la economía azotado por el fascismo uribista no dependiera, como ninguna otro en América Latina, de los dictámenes y vaivenes de la economía del imperio.
No obstante, por más satisfactorios que pretendan mostrar los índices económicos, aun en medio de las cuentas alegres del gobierno Uribe que desestiman el impacto negativo de la crisis mundial, sus voceros y defensores oficiosos se han visto obligados a hablar de baja en las exportaciones, decrecimiento de la inversión extranjera, desplome de las remesas…, como consecuencia del fenómeno que genera pérdidas que pudieran llegar a los diez mil millones de dólares. Y claro, la salida de “solución”, para superar el mayor déficit en la cuenta corriente que se espera para este año, sería un mayor endeudamiento externo.
La elocuencia de los indicadores económicos lo que expresan, aún con benevolencia, es que después de una década, la economía colombiana volvió a registrar “crecimiento negativo”, precisando que en el último trimestre de 2008 el producto interno bruto cayó en -0,7%.
Incluso las cifras mentirosas del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), muestran que en el año anterior la economía colombiana creció en 2,5%; es decir, 5 puntos porcentuales menos de lo que había alcanzado en el 2007 cuando el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó 7,5%.
Refiriéndonos sólo a algunos factores que inciden en el comportamiento de los indicadores podemos mencionar el caso del crecimiento industrial, sector líder de peso específico en el PIB, el cual fue de menos dos por ciento (-2%), o ejemplificar con el desenvolvimiento no halagüeño de casos como el sector agropecuario que creció en 2,7%, o el comercial en 1,3% y el de la construcción en 2,8%.
En síntesis las cifras del DANE han hablado de que en el mes de enero, sobre todo por el impacto de la crisis en el sector industria que tuvo un decrecimiento de 10.7 % y el comercio, lo que se desnuda es la cruda realidad de una economía en franca desaceleración, que lleva a pronosticar que bajará la proyección de crecimiento para este año. De hecho, muchos analistas, incluyendo los de la ANIF que habían estimado que el PIB estaría en 2,3 por ciento, ahora han bajado su predicción a 0,5 por ciento, lo cual dista muchísimo del ilusorio 3.5, y hasta del declinante 3.0 por ciento al que hoy por hoy se aferra el Presidente Uribe. Pero ya ni siquiera el Banco de la República y diversos sectores de la academia, le acompañan en el desvarío: de un rango de cero a tres por ciento que pronostica la gerencia general del Emisor, se señala que se ubicará entre uno y dos por ciento. Habrá que imaginar, entonces cuál será la situación en el 2010 cuando, según las cuentas de los más entendidos y realistas, se considera que vendrá lo más grave.
El hecho de que el comportamiento de la economía nacional apunte evidentemente hacia la profundización de la recesión, en la práctica deriva en el recorte en dos billones 500 mil millones de pesos al menos, en las proyecciones sobre los ingresos tributarios de la Nación en el 2009. No obstante desde Minhacienda y Planeación nacional se insiste en la fantasía de que sería prematuro anticipar que el país podría entrar en recesión, lo que según sus cuentas sólo sucedería si el PIB del primer trimestre del 2009, vuelve a ser negativo.
En contrasentido de sus propias afirmaciones llenas de falso optimismo el gobierno anunció que para compensar los menores ingresos por impuestos derivados del desplome de la economía, acudirá a un mayor endeudamiento interno y externo por un poco más de dos billones de pesos.
Sin engaños deberemos afirmar que la caída de las exportaciones y de la inversión extranjera, entre otros, serán factores de profundización de una contracción económica ya en marcha, y que más temprano que tarde vendrán las argumentaciones para justificar el crecimiento de la deuda social en aras de evitar, como buenos lacayos de la banca mundial, el incumplimiento para con el pago de la deuda externa.
Agreguemos que si atendemos a que los cálculos más conservadores hablan de que por cada punto que deje de crecer el Producto Interno Bruto, el país dejará de producir en bienes y servicios cerca de 750 mil millones de pesos, la caída de la economía en manos de un gobierno que prioriza los intereses del capital financiero y de las trasnacionales, afectará de mayor manera las cifras de desempleo y de miserabilización del pueblo colombiano. De hecho, son ya dramáticas las engañosas cifras minimizadas del DANE que indican que en Colombia hay 2 millones 830 mil desempleados. Que el desempleo urbano se ubica 14,9 por ciento, para el primer mes del presente año, indicándolo como un aumento considerable. En enero de 2008, la tasa se ubicó en 12,3 por ciento. De acuerdo con los datos del organismo, en las 13 principales ciudades se pasó de un millón 179 mil personas sin trabajo a un millón 447 mil en 2009. En el consolidado nacional, la tasa pasó de 13,1 por ciento en el primer mes de 2008 a 14,2 por ciento para este período como resultante del incremento en 309 mil desempleos más. Y nótese que en estos datos no estará jamás incluida la cifra de ese desempleo disfrazado que es el sub-empleo.
El complemento del desastre contra la inversión social es la erogación por concepto de la deuda externa. El gobierno destinará más recursos a los costos de la reestructuración financiera. Habían definido, por ejemplo, pagar por intereses de la deuda externa 3,7 billones de pesos, pero ahora se habla de un ajuste que conlleva al pago de 4,32 billones de pesos.
En últimas, los menores ingresos que se tendrán este año, son el argumento del gobierno para aplazar gastos, aumentar el déficit y a recurrir a la contratación de más deuda para cubrir parte del hueco. En el limbo ha quedado la promesa del gobierno de tomar como meta en el largo plazo continuar con la reducción de la deuda como porcentaje del PIB. Para este año aunque la meta era bajar la deuda al 31 por ciento del PIB, realmente lo que ocurrirá es que se mantendrá en el 32,4 por ciento, y hasta más. Lo cual implica una pignoración inocultable de la soberanía económica nacional.
Difícilmente se podrá ocultar esta realidad de desastre que el régimen pretende maquillar en sus cifras y augurios. Pero aun de entre la maraña de los mismos datos mentirosos del DANE, contrastando con la realidad del día a día en la miseria que padece la mayoría de los colombianos, deberemos develar los caminos de resistencia en el desenvolvimiento de una lucha decidida que posicione la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia y la construcción de una alternativa política frente al fascismo uribista que se aferra a la horca del TLC aún con la constatación del fracaso del neoliberalismo, en un mundo donde los economistas ya no dudan en que la crisis tiene carácter global y de larga duración, con consecuencias aun impredecibles.
La concepción y la práctica terrorista diseñada para arrebatar las tierras a los campesinos, asesinar dirigentes populares y opositores políticos, intimidar sectores sociales y regiones enteras forzándolas económica y electoralmente; la criminalidad de un régimen que se apropia de las inversiones y negocios oficiales, controlando personajes y grupos determinantes de la fuerza pública y de las ramas del poder desde la omnipresencia del ejecutivo para direccionarlo en función de los intereses del gran capital no le bastarán para sobrevivir a su hecatombe generalizada.
Ni siquiera su amancebamiento con los dineros e intereses del narcotráfico, que le dan su mayor condición gansteril le serán tabla de salvación en una hora que frente al militarismo desenfrenado de un gobierno enajenado por el odio lo que se requiere es el razonar colectivo respecto a salidas civilizadas.
No puede la crisis mundial del capitalismo tomar a los trabajadores y explotados de Colombia, sus potencialidades revolucionarias retozando en la espera, paralizados en la contemplación; no es esa la condición de los herederos de aquellos heroicos huelguistas de las bananeras que con su sangre bautizaron el nacimiento de la clase obrera y de la organización cualificada del campesinado colombiano. No ha sido ni será esa la condición de un pueblo heroico que con dignidad no se ha dejado vencer por la guerra sucia y por un terrorismo de Estado que durante el sólo período fascista del gobierno de Uribe Vélez ha debido padecer por lo menos 13.634 asesinatos con motivaciones políticas. No ha menguado su determinación de emancipación el desplazamiento forzado que en el primer semestre del 2008 creció en 41%, sobrepasando quizás los cuatro millones de personas afectadas; es decir, algo así como el 10 % de la población colombiana, pero conmoviendo al conjunto de la sociedad. No se ha amilanado ni retrocederá un ápice este pueblo cuyo movimiento sindical, en lo que va corrido del 2009, ha tenido que enterrar al menos a 45 de sus integrantes que han sido asesinados por la mano siniestra del régimen.
Este pueblo de Bolívar que desde 1985 ha sufrido la desaparición forzada de alrededor de 25.000 personas, si no se ha sometido, con el convencimiento que le da la máxima bolivariana de que “no hay mejor medio de alcanzar la libertad que luchar por ella”, ya no se someterá sino que está decidido a tomar las armas con más determinación y energía que nunca, por la única senda de salvación de la humanidad que existe: la del comunismo, la de la sociedad sin clases.
Sin vacilación, desde el continente de la esperanza, como lo llamara Bolívar, los revolucionarios de la América Nuestra deberemos hacer causa común con los revolucionarios del mundo para dar propulsión, para catalizar todas las potencias del ideario comunista, retomando la rica herencia de las generaciones de revolucionarios que nos han precedido.
Las mentiras del régimen, manipuladas para cubrir sus vergüenzas y corruptelas, no resisten más.
Contra la contra la derecha neoliberal y fascista que arrebató las conquistas laborales a los trabajadores a través de una reforma y que activó el presupuesto de la nación en función de la guerra con el resultado del desastre social deberemos reiterar un Manifiesto de esperanza diciendo que “la perfidia con que actúa el Estado debe ser respondida con la movilización de pueblo en acciones de calle y bloqueo de carreteras que paralicen el país en demanda de los derechos conculcados para constatar en la lucha de masas la fuerza de los de abajo y para buscar la convergencia de todos los sectores democráticos bajo una sola bandera política y social con miras a conformar un nuevo gobierno que trabaje por la paz, la justicia social y el rescate de la dignidad y la soberanía del pueblo de Colombia”.
En este Primero de Mayo que es la más antigua y querida fiesta del proletariado mundial; en esta la Primavera de los parias de la tierra, en esta hora de la famélica legión, que las razones muevan nuestra guerra contra el fin de la opresión:

Por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo

Estado Mayor Central de las FARC-EP

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