sábado, 17 de mayo de 2014
Ultimas imágenes del naufragio
La Presidenta de la Nación acaba de crear el Ministerio de Cultura y designó al frente de ese organismo a la folclorista Teresa Parodi.
Según manifestó Parodi, una defensora exultante del kirchnerismo, “la decisión apunta a jerarquizar el área”, que hasta la semana pasada tenía rango de Secretaría y estaba a cargo de Jorge Coscia, quien había reemplazado en 2009 a José Nun.
Detrás de esta movida emergieron versiones sobre supuestos “fuertes desmanejos administrativos” relacionados con las actividades de la Secretaría a cargo de Coscia, quien abandona la gestión cultural con varias denuncias judiciales en su contra (La Nación, 8/5). Coscia llegó en 2009 a Cultura investigado en tres causas judiciales durante su paso por el INCAA.
La nueva ministra ocupó la Dirección de Música de la Ciudad durante el gobierno de Aníbal Ibarra y fue directora del espacio cultural de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo, Ecunhi. Incluso, en 2010, la cantante fue invitada por Hebe de Bonafini a conformar la agrupación “Las Cristinas”, donde estaba la eyectada Patricia Alonso, la mano derecha de Sergio Schoklender.
Como funcionaria del gobierno pos-Cromañón, a cargo de la Dirección de Música, Parodi llevó hasta el extremo la clausura al rock y la censura a las organizaciones de músicos (como el MUR y Autoconvocados por el Tango), y terminó con el “Circuito rock”, con responsabilidad compartida con el Ministerio de Cultura de la Ciudad. También avaló la ola de cierres y clausuras a centros culturales alternativos e independientes (Prensa Obrera, 3/5/07).
La designación de Parodi al frente de este ministerio enfatiza por un lado el signo precarizador del gobierno nacional en materia cultural. Esta medida busca reforzar la política de cooptación estatal que caracterizó a la “década ganada” (en este caso poniendo al frente a una artista con imagen ‘progre’), en beneficio de la gran industria cultural, y, en consecuencia, del sometimiento de los trabajadores de la cultura.
Pero, sobre todo, este nombramiento pone en foco una disputa de camarillas en un gobierno en declive, y le otorga mayor poder a La Cámpora en un espacio estratégico. Parodi viene a reemplazar a Coscia, un hombre del peronismo porteño. El arribo de la cantante coincide con el desembarco de referentes de La Cámpora: desde hace un mes y medio, Franco Vitali -militante de este espacio e hijo del fallecido Elvio Vitali (Juventud Peronista)- ya había desembarcado como subsecretario del área.
Detrás de esta maniobra estaría Javier Grosman, a quien señalan como el verdadero ministro de Cultura en las sombras. Grosman es titular de la Unidad Bicentenario, ideólogo de Tecnópolis y cercano a la Presidenta. Según trascendió, Grosman y su socio Guillermo Moranchel (ex director nacional de Acción Federal e Industrias Culturales) ordenaban a Coscia que el presupuesto de la secretaría de Cultura financiara acciones que digitaban desde la Unidad Bicentenario lo que dejó en jaque las finanzas del área (Clarín, 8/5).
Se supo, también, que CFK creó la Unidad del Bicentenario (para que Grosman no tenga problemas presupuestarios) y modificó para esa oficina el Régimen Legal de Contrataciones y Compras del Estado, aumentó los montos límites fijados para las contrataciones directas hasta en un 400% y redujo requisitos, condiciones y plazos (Infobae, 20/4). Según esa investigación periodística, Grosman no maneja presupuestos propios, pero tiene decisión sobre partidas de todos los ministerios. Esta Unidad del Bicentenario transfirió 178 millones de pesos a universidades y a Madres entre 2010 y 2013. La Unidad del Bicentenario gastó entre actos, festejos y ferias más de 710 millones de pesos.
Se ha señalado que por el momento habría tres nombres que tendrán “estrecha colaboración” con Parodi: son el subsecretario Franco Vitali (a quien le endilgan una relación hostil con Coscia), el director nacional de Industrias Culturales Rodolfo Hamawi (Carta Abierta), y la directora del Canal Encuentro, María Ronsenfeldt (Clarín, 9/5).
Este recambio en Cultura busca rescatar por un lado la mística del relato en la etapa final de un gobierno en crisis. Son las últimas imágenes del naufragio kirchnerista.
No puede entenderse este nombramiento sino como un intento de tapar los hechos de corrupción en un área salpicada por denuncias. El gobierno, busca preparar las condiciones que le permitan sobrevivir a las espadas judiciales Finalmente, este escenario desnuda en qué consistió la política cultural durante la ‘década ganada’, con un proyecto que fue desenvolver una red de negocios entre los capitalistas amigos.
Los trabajadores de la cultura, más que nunca, debemos intervenir en forma independiente del Estado en este escenario de crisis, cooptación política y camarillas, y darle una perspectiva propia que eleve no sólo nuestra dignidad laboral, sino que desarrolle, en el mismo gesto, las condiciones para la más absoluta libertad en la creación artística y el acceso a la cultura de los trabajadores.
Daniel Mecca
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