Reproducimos de El peronismo que no fue. La (otra) otra historia. Editorial Metrópolis, Buenos Aires, enero 2014.
MH:- El 11 de mayo se conmemoró un nuevo aniversario del asesinato del sacerdote Carlos Mugica en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano, fundador de la parroquia de la villa de Retiro, Cristo Obrero y asesor espiritual de las Juventud Católica del Colegio Nacional Buenos Aires de donde salieron varios de los dirigentes a los que estamos haciendo referencia en estas entrevistas. ¿Qué nos podés comentar acerca de la personalidad de Carlos Mugica?
GB:- Nos impactó mucho la trágica noticia del asesinato del cura Carlos Mugica, un compañero comprometido con su pueblo. Ese mes de mayo de 1974 fue para nosotros bastante problemático, salimos de lo que llamamos “la ruptura” con Perón el 1º de mayo y a los pocos días, con esa bronca y angustia por la situación por la que habíamos pasado los sectores más combativos del peronismo nos encontramos con esta noticia, el padre Carlos Mugica había sido ametrallado a la salida de una misa de la parroquia de San Francisco Solano.
Haciendo un pequeño paneo de quién fue Mugica, nació en 1930, era un hombre joven, tuvo la experiencia de entrar al seminario y elegir la militancia dentro de la religión, en contacto directo con su pueblo, así se fue transformando su pensamiento que provenía de familias acomodadas de Buenos Aires, siendo Mugica Echagüe, su formación tiene que haber sido la que reciben los chicos de lo que llamamos la oligarquía propia de esa zona de Barrio Norte.
En su práctica sacerdotal fue tomando conciencia de la realidad social, primero estuvo en Santa Fe, con Monseñor Iriarte, en el Chaco Santafesino donde trabajó más o menos un año. Ver esa realidad lo impactó y lo modeló. Luego de ese período fue a Buenos Aires, tomó contacto con sectores más humildes, eligió irse a la villa de Retiro y empezó su militancia con los sectores más pobres, siguiendo el camino del Cristo histórico, mezclándose con el pueblo y conectándose con la necesidad de reivindicación de esos sectores. Ese fue el comienzo del padre Mugica y su compromiso enorme que lo llevó al sacrificio.
A nosotros en esa etapa posterior a la caída de Perón nos impactó, nos extrañó el hecho de que sectores de base del catolicismo, sobre todo la Juventud Universitaria Católica, la Acción Católica, que tenían contacto directo con el pueblo en su apostolado tomaran posiciones progresistas y críticas a la dictadura y se unieran a los sectores más humildes que luchaban por las reivindicaciones no solo de su clase y de sus sectores, sino también por las reivindicaciones políticas emergentes de una dictadura que proscribía a las mayorías y perseguía a los sectores del trabajo que salían a la calle a protestar.
Traigo el recuerdo de Pila Garbarino que en esa época era miembro de la Juventud Universitaria Católica de Tucumán y estuvo en distintos congresos. Participó en el Congreso de Rosario, en 1959 si no me equivoco y allí fue conociendo una cantidad de sacerdotes, como el padre Tello, el mismo padre Mugica, a varios curas que ya estaban comprometidos con los sectores populares. Ella cuenta cómo era la práctica que trataba de implementarse: “Ver, juzgar y actuar”, es decir, después de tomar contacto con la realidad social profunda en la cual estaban actuando, se planteaban el interrogante de qué hacer, los jóvenes comenzaban entonces a convertirse en actores sociales y como se dice siempre, que es el ser social el que determina la conciencia y no al revés, es así como fue surgiendo de ese apostolado directo con la gente humilde, la idea revolucionaria de transformar esa realidad en medio de una etapa de dictadura.
Así surgieron los Sacerdotes del Tercer Mundo, este término viene de Brasil, donde ya Leonardo Boff, Helder Camara y otros, habían impulsado lo que llamaban “La Teología de la Liberación”. Esto tuvo su impacto importante en Argentina y acá se formaron curas como Devoto, Ramondetti y muchos otros bajo esta línea.
Otro hecho importante fue el impacto que tuvo la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio y su compañera Casiana Ahumada. Ese órgano funcionó como cohesionador de grupos llamados los “Camilos” inspirados en el sacerdote colombiano Camilo Torres, quien se inclinó a favor de los sectores humildes, y en un momento de lucha muy fuerte en su país, se unió a los grupos guerrilleros y fue asesinado. También surgieron algunas organizaciones armadas, impulsadas por la lucha contra la dictadura. Ahí es donde esa base cristiana de compromiso con esos sectores populares, se acercaron a las fuerzas revolucionarias.
Eso fue el comienzo de toda una etapa, luego, con la dictadura, en 1976, cae otro sacerdote, el Obispo Angelelli de La Rioja, los sacerdotes Muria y su compañero, dos sacerdotes franceses que estaban trabajando con el Obispo, y continuó una persecución tremenda contra los sacerdotes, que fueron asesinados. Esto contrasta con la posición de la cúspide del clero que fueron cómplices de la dictadura, y miraban para otro lado mientras esto sucedía.
Gerardo Bavio / Mario Hernandez
No hay comentarios:
Publicar un comentario