viernes, 16 de mayo de 2014

Por qué la IV Brigada Aérea fue una cárcel clandestina



José Chiofalo, uno de los Trovadores de Cuyo, hoy está detenido por su pasado militar en la Fuerza Aérea.

La detención del integrante de Los Trovadores de Cuyo obligó a los organismos de Derechos Humanos a puntualizar sobre el caso y a ampliar conceptualmente lo que pasaba dentro de las unidades militares en la época de plomo. La ineludible explicación del MEDH.
El jueves 8 de mayo, uno de los guitarristas del grupo folclórico Los Trovadores de Cuyo, José Santos Chiofalo, fue detenido como resultado de una investigación judicial sobre delitos cometidos por el aparato represor montado durante la dictadura cívico-militar.
Chiofalo fue jefe de la banda militar de la Fuerza Aérea en Mendoza y su ámbito de trabajo era la IV Brigada Aérea, ubicada en Las Heras. Como el caso llamó la atención por tratarse de un personaje público, integrante de un grupo musical muy popular por entonces, se instaló cierta sospecha de injusticia para con “Pipo” Chiofalo, tal como se lo conoce en el ambiente musical. Esto fue abonado por el hijo del hoy detenido. José Chiofalo (hijo) tuvo mucha exposición mediática y transmitió sus dudas públicamente, al pintar a su padre como una persona con una sensibilidad distinta a la de un militar.
Tanto fue así que, en realidad, la noticia que quedó invisibilizada es que hubo 12 personas detenidas (Chiofalo entre ellas) por delitos de lesa humanidad, por lo que ocurrió en el centro clandestino de detención que funcionó en la IV Brigada Aérea.
Todo este escenario hizo que trascendieran los motivos por los cuales Chiofalo hoy está alojado en una de las celdas de la cárcel de San Felipe.
A José Santos Chiofalo se lo acusa de ser autor mediato de los siguientes delitos:
- Privación abusiva de la libertad agravada por mediar violencias y amenazas, por 3 hechos.
- Privación abusiva de la libertad agravada por mediar violencias y amenazas, y por haber durado más de un mes, por 11 hechos.
- Lesiones graves agravadas, por 1 hecho.
- Tormentos agravados por la condición de perseguido político de la víctima, por 14 hechos.
- Autor del delito de asociación ilícita en calidad de jefe u organizador de la misma (artículo 210 bis del C.P., según redacción actual).

Los fundamentos del MEDH

El Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos (MEDH) se encargó de recopilar información y testimonios sobre la actividad represora de la Fuerza Aérea en Mendoza, que tuvo gran incidencia en el esquema de persecución y exterminio planeado por la Junta Militar que dio el golpe de Estado el 24 de marzo de 1976. El siguiente es el texto del comunicado del MEDH que fundamenta lo que pasó en las dependencias militares en la época oscura del país:
Cuando las FFAA asumieron el poder en 1976, se trató de todo el poder político y administrativo. Ya el país había sido dividido en Zonas de Operaciones para la Lucha Antisubversiva. Mendoza integró la Zona III (por el 3er. Cuerpo de Ejército) al mando del Gral.Menéndez, y en este esquema se denominó Subzona 33 (Subzona 3, 1-2-3, Mendoza, San Juan y San Luis).
A partir del 24 de marzo de 1976, todo el poder quedó bajo el mando del Comando Militar Jurisdiccional, CMJ, integrado por Ejército y Fuerza Aérea (aquí no había Marina). O sea, VIII Brigada de Infantería de Montaña y IV Brigada Aérea. Ejército dirigía la lucha contra la subversión, puede verse en los Consejos de Guerra que los principales cargos los ocupaban militares de la VIII Brigada de Ejército, y los cargos secundarios, militares de la IV Brigada Aérea.
Dentro de su rol en el esquema de la lucha antisubversiva, la IV Brigada ocupó la mayoría de los cargos administrativos: Gobernación, Jefatura de Policía, ministerios, municipios. Las policías, Gendarmería, Servicio Penitenciario y demás fuerzas, servicios de inteligencia y de represión de delitos, quedaron subordinados a este CMJ.
Todo el país quedó supeditado al desarrollo de la lucha antisubversiva. Todos los civiles podíamos ser detenidos sin tiempo ni proceso. Esa lucha era la prioridad nacional. Fue reforzada la seguridad frente a establecimientos militares y policiales, al atardecer se colocaban vallas en algunas calles impidiendo el acceso aun a pie y se construyeron torretas defensivas frente a las Comisarías.
Circulaban vehículos con jefes y soldados, era frecuente que se detuviera un colectivo y se requisara a todos los pasajeros; que se cerrara una cuadra en una calle, se subiera a los transeúntes a un vehículo militar y se los condujera a una seccional para verificación de datos y antecedentes. Circular era la consigna; se prohibieron las actividades políticas, teniéndose por tales los partidos, agrupaciones, centros de estudiantes, etcétera.
Todos los jefes militares arengaban a la población en actos patrios que presidían y que eran los únicos que se realizaban. Todos los jefes militares arengaban a sus subordinados. Basta mirar diarios de la época, llenos de discursos militares. No había otras voces que las afines a ese discurso.
Todo militar está inserto en un sector militar que a la vez integra un esquema de actividades militares. Tiene un grado militar como principal factor de su identidad personal. Tiene superiores y subordinados. Recibe e imparte órdenes. Está sujeto a una disciplina de mando y obediencia a las órdenes. Así funciona una brigada, un cuartel, las instituciones militares en general.
De la Jefatura de la IV Brigada Aérea dependían el Grupo Aéreo, el Grupo Base 4, y el grupo Técnico.
En el Grupo Base 4 se encontraba el Escuadrón Tropa y, dentro de este, la Compañía Policía Militar y Compañía de Defensa, la Compañía de Servicios y la Banda de Música.
Cada uno de estos sectores funcionaba militarmente con sus jefaturas y sus escalas de mando, su disciplina, sus días de guardias reglamentarias, sus tareas asignadas.
Todos estos sectores compartían el mismo espacio institucional y también físico en la IV Brigada. Compartían los Casinos de Oficiales y de Suboficiales, los lugares de atención de salud, los vehículos, las guardias. La información general y particular que se comparte al interior de un espacio común, sea importante o banal.
La institución militar de un país tiene como eje trabajar alrededor de una hipótesis de conflicto en relación con la situación imperante en una etapa dada.
La hipótesis de conflicto en 1976 y siguientes era, en lo continental, el peligro de avance del comunismo internacional. En Argentina, en ese marco, era destruir al enemigo interno, políticamente enemigo de las instituciones nacionales, y del modo de vida occidental y cristiano. Todos los jefes militares indagados por la Justicia entre 1985 y 1986 explicaron prolijamente esto que aquí se desarrolla de manera básica. También en años recientes fue explicitado por algunos de aquellos jefes sobrevivientes, como el GeneralTamer Yapur.
La posición de no saber nada, no haber oído nada, no conocer que hubo una lucha antisubversiva de su arma, su unidad, su condición de integrante de una institución militar, es pueril y peca de creer en una excesiva ignorancia de los jueces. Como mensaje a un sector desprevenido de la ciudadanía, causa un impacto cuyo efecto y duración están condenados a ser breves.
No caben dudas de que muchos militares de menor rango no participaron en forma directa de operativos represivos, no integraron el personal de un centro clandestino de detención. Lo que sí se puede asegurar es que ninguno de ellos ignoró que había sectores que entraban y salían de la Brigada en misiones antisubversivas, que cumplían servicios especiales, que en la Seccional 16 y en el viejo cine de la Brigada hubo civiles detenidos, custodiados por Fuerza Aérea, y que en Las Lajas “pasaba algo” (por lo menos) de lo que se hablaba en voz baja pero era conocido por todos.
"Yo no supe nada" no es un camino digno para un militar. Y menos "Yo estaba ahí, pero haciendo otra cosa, era un militar de mentiritas". No estamos en una comedia norteamericana sobre un cuartel muy divertido, sino en una etapa legal que por fin llegó a nuestro país, a nuestra sociedad civil cansada de impunidad y de inacción de la Justicia.
La mejor hipótesis hoy es que la impunidad de los culpables se acabó, y los no culpables y no responsables harían muy bien a la sociedad y a sus familias si esgrimieran la responsabilidad de mirar al pasado y describir las cosas como realmente ocurrieron ante sus ojos. Sin subordinación al ocultamiento, con valor para seguir adelante y dar genuinos ejemplos.

Jorge Fernández Rojas
Fuente: Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos

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