viernes, 3 de agosto de 2007

CHÉ: ¿Sólo un artista de la Guerra de Guerrillas?


El argentino-cubano Ernesto "Ché" Guevara es identificado frecuentemente como "Guerrillero Heroico", y se le vincula erróneamente sólo con esa faceta de su quehacer.
En realidad, opina María del Carmen Ariet, coordinadora científica del Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara, de La Habana, el legado del revolucionario abarca múltiples aristas, teóricas y prácticas y se afianza a 40 años de su asesinato. Ariet, quien formó parte del equipo multidisciplinario cuyas labores llevaron al descubrimiento de los restos del Ché y casi todos los miembros de su guerrilla en Bolivia, afirma que hay una íntima interrelación entre el argentino y Cuba.
"Su leyenda comenzó en Cuba y se la ganó con su coraje y bravura y sus contribuciones a la lucha revolucionaria" un legado que debe examinarse desde que se unió en México a la vanguardia encabezada por Fidel Castro, indicó la socióloga. Ariet recordó que las luchas centenarias revolucionarias cubanas siempre han contado con la participación de combatientes extranjeros, cuyas figuras principales son Máximo Gómez y Ernesto Guevara. El dominicano Gómez estuvo presente en las tres décadas de luchas por la independencia de España, en el siglo XIX y ganó los grados de Generalísimo del Ejército Libertador.
El argentino Ernesto Guevara se sumó a los expedicionarios del Granma, fue la segunda persona con los grados de Comandante en el Ejército Rebelde, y con Camilo Cienfuegos repitió la Invasión de oriente a occidente. Luego, cumplió las más diversas tareas para la revolución en el poder, en la defensa, la economía y la formación de una nueva idiosincrasia a partir de que "la juventud es la arcilla fundamental de nuestra obra".
De tal forma, se consolidó el mito que había empezado en la Sierra Maestra y continuado en las montañas del centro de la isla y la batalla de Santa Clara, decisiva en la victoria revolucionaria. Su carisma y amplia cultura contribuyeron a una trayectoria ideológica que tuvo un hito en su discurso "Proyecciones Sociales del Ejército Rebelde", en enero de 1959, primera interpretación marxista de la realidad cubana. "Después de eso, apuntó la científica, la gente empezó a preguntarse por él, a seguirlo, porque encontraron que era no sólo el intrépido combatiente guerrillero, sino un hombre de convicciones y principios".
Y, continuó la coordinadora científica del Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara, hallaron que se trataba de un hombre "dedicado de corazón al trabajo diario en cada momento de su vida". No se puede olvidar, en este análisis, que el atractivo del Ché se ejerció pese a que apenas ejerció funciones durante seis años después de la victoria de 1959, pero les transmitió un legado, pese a su multiplicidad, porque las cumplió con calidad. Para dar una idea de sus contribuciones, baste decir ­indicó Ariet- que el Ministerio de Industrias que encabezó el Ché se ha multiplicado en estos momentos en seis instituciones diferentes.
La científica piensa que la influencia del argentino-cubano descansa en que siempre estudiaba, profundizaba sus convicciones marxistas con extraordinaria visión de futuro, e hizo críticas que después han mostrado su justeza. Según la coordinadora científica del Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara, fue "un hombre que combinó la teoría y la capacidad de trabajo con un gran coraje", con una misión revolucionaria bien arraigada. Desde que conoció a Fidel Castro en México, recuerda, dejó bien claro que algún día, con la Revolución consolidada, partiría a combatir en otras tierras que requirieran sus esfuerzos, en particular, su natal Argentina. En 1965, pensó que ese momento había llegado y emprendió su proyecto, que ha sido mistificado a veces, pero que, de hecho, se desarrolló mientras participaba de la Revolución Cubana y comprendió mejor las cosas. En ese proceso entendió el camino a seguir y fue de una perspectiva latinoamericana a una global, como dejó plasmado en el "Mensaje a la Tricontinental", mientras su carta de despedida.
Esa misiva, leída en el acto de constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba por Fidel Castro, hizo claro para muchos que Ché era una persona de una dimensión superior que lo dejó todo por sus ideas, aún al costo de su vida. Ha habido ­precisa Ariet- especulaciones sobre supuestas contradicciones entre Castro y Ché que llevaron al argentino-cubano a partir, pero tal interpretación ignora el desarrollo de las ideas de Guevara a lo largo de su vida. Desde mucho antes de unirse a los revolucionarios cubanos, había moldeado sus ideas en la juventud y en Guatemala que le inculcó el concepto de que la lucha armada era la vía para enfrentar la injusticia social. Al hablar de la relación con Castro es necesario recordar que ambos se tenían un enorme respeto y el líder cubano aceptó su condición de marchar a Argentina u otro lugar que lo necesitara, en el momento oportuno.
Ambos se han dedicado palabras en las que es obvia la devoción mutua, que descansó en el pensamiento propio y acertado del llamado "Guerrillero Heroico", su honradez y valentía. "Existen muchas interpretaciones erróneas sobre sus ideas y actos, como el discurso en Argelia en el que hizo fuertes críticas a los países socialistas, como resultado de criterios amasados durante largo tiempo", dijo Ariet. Ché no vaciló en expresar lo que creyó, aunque le costó muchas críticas entre algunos en el Partido Comunista de Cuba, que lo consideraron un "hereje" por sus posiciones sobre los errores que veía en la Unión Soviética.
Hacer público aquello en aquel momento ­puntualizó la especialista- era "increíblemente valiente" y un hecho teórico trascendental, que luego Fidel Castro reconoció. El líder cubano afirmó que si se hubiera hecho caso al "Guerrillero Heroico" se hubiera evitado en mucho el colapso soviético. Esa disputa del Ché con el entorno prevaleciente pasó inadvertido entonces en toda su dimensión.
La marcha del Ché, según Ariet, no puede interpretarse como una divergencia con Fidel, sino ­como escribió el propio argentino-cubano en su carta de despedida- la expresión de que él podía hacer lo que estaba vedado al líder cubano. Su partida, añadió, hizo que muchos lo vieran en una perspectiva diferente, en la que no han estado exentos conceptos malévolos eventuales sobre sus vínculos con la Revolución Cubana, pero que se desmoronan cuando se ve al Ché con buena voluntad.
No faltan quienes han tratado de presentar los conceptos guevaristas como un fracaso, a partir de las experiencias del Congo y Bolivia, pese a que se debieron a falta de condiciones objetivas más que a errores cometidos. Ariet, de su propia conclusión tras estudiar detenidamente la experiencia boliviana en la vida de Guevara, señala que aquel fue un momento crucial llevado a cabo por hombres extraordinarios.
La investigadora apunta que influyeron la traición de Mario Monje, dirigente comunista boliviano y que Ché no tuvo tiempo de crear una base para extender las guerrillas en la región, como hacía, porque los acontecimientos se precipitaron. El "Guerrillero Heroico" quería llevar a vías su famoso llamamiento a "crear dos, tres Vietnam", plasmado en el "Mensaje a la Tricontinental", y había condiciones por el estancamiento estadounidense en Vietnam. Se sumaban la existencia de varios frentes en América Latina y el desarrollo de los movimientos de liberación nacional que llevaron al derrumbe del colonialismo en África, para hacer que las ideas del Ché tuvieran un sustento real.
El fracaso se debió a fallas humanas y, sobre todo, a envidias que condujeron a quebrar la unidad para alcanzar un propósito común, consideró la coordinadora científica del Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara.
El "Guerrillero Heroico" previó incluso esa posibilidad cuando en su "Mensaje a la Tricontinental" advirtió sobre el papel de esa falta de unidad en demorar la victoria y a que la hegemonía de Estados Unidos se prolongara y costara mucha sangre, dijo. Entre las lecciones de aquel episodio en Bolivia, Ariet estima primero el coraje de los miembros de la guerrilla en hacer de la guerra de guerrillas un instrumento para luchar por la paz y la justicia social.
Otro elemento crucial es que Ché pasó a ser un ídolo al ser capaz de abandonar todo para luchar por principios universalmente aceptados, con ideas que han pasado a la vida cotidiana y la gente lo siente como un compañero.
Las ideas y acciones del guerrillero argentino-cubano lo hicieron aceptable para diversos sectores y, además de artista de la guerra irregular, fue un teórico con un maravilloso conjunto de conceptos, opina Ariet. Todo eso lo hizo demasiado peligroso para los intereses de los enemigos, quienes hacen todo lo posible para neutralizar el ejemplo que le ganó prestigio de ídolo revolucionario. Ché estará "permanentemente en los corazones y mentes de las personas porque su vida es un imán permanente para la gente y llena las esperanzas de muchos", prosiguió la especialista.
Ariet, quien integró el grupo multidisciplinario que encontró los restos del Ché y casi todos sus compañeros, rechazó la campaña enemiga para negar la autenticidad que calificó de error, porque nadie respeta ese tipo de manipulación burda. La investigación insistió- descansó y se apoyó en métodos puramente científicos y era tan sólida que Alejandro Incháustegui, jefe del equipo de forenses argentinos, dijo que no era necesaria la prueba del ADN, en una entrevista en Santa Cruz, en junio de 1967.
Pero, una vez llegados a Cuba los restos, se añadió para tener un expediente completo, aprovechando que había amplios datos de todos los guerrilleros, en particular del Ché, con su peculiar conformación ósea de la frente y la dentadura. Ché se hizo trabajos dentales en México y luego una prótesis para salir enmascarado hacia Bolivia con una identidad encubierta, además de que se le habían hecho múltiples mediciones antropológicas, que eliminaban cualquier posibilidad de errores.
La falta de las manos era una buena señal, pero nada definitivo, en comparación con las pruebas científicas, a las que se sumó la de ADN para ratificar las conclusiones a las que se había llegado. El ADN es decisivo, pero sólo se practica hace 2-3 décadas y, dejarlo todo a sus resultados sería negar las identificaciones previas. ¿Es eso un método científico?, preguntó la socióloga.
Hacer la prueba en Cuba era muy posible, porque aquí estaban la viuda y los hijos y existían las condiciones. Se llevó a cabo entre la llegada de los restos, en junio de 1967, hasta octubre del mismo año, cuando fueron ubicados en el Memorial de Santa Clara.
El Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara, cuya inauguración todavía no es oficial, aunque labora a todo tren, tiene la misión de investigar sobre la vida y hechos de una personalidad extraordinaria con un pensamiento multilateral amplio y sistemático. Esa amplitud en filosofía, sociedad, economía, política e historia, requiere estudios por temas separados que luego se integran en las grandes vertientes para poder alcanzar su comprensión integral. El Centro rechaza las tendencias para hacer del Ché un producto de mercado o presentarlo de forma parcial o manipular las ideas, además de contar con un proyecto editorial.
"Recientemente, publicamos 'Reflexiones Críticas sobre la Economía Política', un asunto que llamó su atención frecuentemente y que escribió en Praga", precisa la coordinadora científica del Centro. No faltan proyectos comunitarios para establecer vínculos con las escuelas, ya que se busca que "seremos como el Ché", la consigna de los niños cubanos, no sea una mera frase, sino una actitud diaria y consciente, explica Ariet. Entre las actividades que se promueven porque resultan atractivas a los niños y jóvenes están la fotografía, que Ché practicó con calidad, y la informática, de la que fuera promotor en el Ministerio de Industrias. El propósito es que entiendan al Ché y sus ideas y no imitarlo o copiar, lo que seguramente no lo haría muy feliz, sino que hablen de aquel hombre con comprensión de su significado, apunta la investigadora. En esa línea, hay una discusión sobre el uso de la imagen del Ché para recuerdos y otros objetos, que Ariet rechaza desde el plano personal, pero a partir de una crítica objetiva, que examine las motivaciones para esa moda.
"Ha habido intentos de hacer del Ché un ídolo distorsionado, un hombre violento y sin escrúpulos, y eso es lo que no podemos aceptar", precisa la coordinadora científica del Centro de Estudios Ernesto "Ché" Guevara. Cuando mataron al "Guerrillero Heroico", los enemigos trataron de desaparecerlo para que la gente lo olvidara, pero ocurrió todo lo contrario y su imagen pasó a ser símbolo de rebeldía y de lucha por la justicia social. O sea, que al principio Ché era un símbolo revolucionario y no un producto de mercadeo, eso debe ser analizado. Los empresarios quieren responder a un deseo de los jóvenes y otros sectores sociales y adoptaron la imagen del argentino-cubano.
Un objetivo central era manipularlo y dejarlo sin su contenido revolucionario, con la aceptación de su rostro y el rechazo de sus ideas, pero es un infantilismo tratar de detener las tendencias del mundo moderno. "La clave es no dejar que el Ché sea distorsionado. Este es un asunto complicado y debe abordarse mediante consensos, después de discusiones colectivas y basadas en la ciencia", estima Ariet. En ese sentido, hay que recordar ­señala- que ahora es una moda vestir camisetas con la efigie del Ché, pero cuando pase la moda, esas personas se preguntarán quién era ese hombre y ocurrirá un gran salto. "Los símbolos falsos pasan, pero los que establecen los pueblos permanecen y nada en el mundo podrá acabar con ellos", destaca Ariet, quien puntualiza que los pueblos han escogido al Ché como símbolo para acompañarlos en sus luchas.

FRANCISCO FORTEZA

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