jueves, 8 de febrero de 2018

Dos CGT, una marcha, ningún paro



Moyano busca aliados para la marcha del 21. Gordos e independientes toman distancia. Surgen nuevas “alas” dentro de la central obrera. La división, la mejor ofrenda al gobierno.

No todas son malas noticias para el gobierno. Es cierto que los últimos 50 días no pegó una. La “reforma previsional” le salió carísima y desató la bronca popular. La laboral quedó en el freezer. La imagen de Macri cae semana a semana. La economía no mejora y las noticias de Wall Street traen solo preocupación. Triaca desnudó el nepotismo de los funcionarios y su parentela. El festejo del gatillo fácil en la Rosada cayó mal hasta en los medios adictos. Y encima los que se quedan sin laburo ahora se les da por pelearla.
Se podría decir que un gobierno que parecía “fuerte” con el resultado de las urnas, ahora viene en la cuerda floja, recalculando.
En ese panorama, lo único que parece darle respiro son las noticias que llegan desde los despachos del sindicalismo peronista. Lo que parece un buen momento para poner en juego toda la fuerza de la clase trabajadora, para frenar los despidos o el golpe al bolsillo, para que se derogue aquel robo a los jubilados y ni se les ocurra una “reforma laboral”, se empeñan en convertirlo en ventaja para el gobierno.
¿Cómo? Dividiendo a la clase trabajadora.
El primer signo había sido con la reforma previsional, cuando unos se vieron obligados a convocar al paro y otros lo carnerearon abiertamente. Luego vinieron los “carpetazos” y “aprietes” a algunos sindicalistas no tan oficialistas como quiere el gobierno. Después vino la “cumbre de Mar del Plata”, donde Moyano y Barrionuevo estrenaron la camiseta de “opositores”. Más tarde comenzó el debate sobre la marcha convocada por Camioneros con apoyo de un sector del Consejo Directivo. Ahora Moyano se dio cuenta que “los gordos siempre fueron oficialistas” y se acusan de “carneros” o “desequilibrados”.
En definitiva: entre el malestar que saltó en las jornadas de diciembre y los aprietes, la división no para de crecer.
Este miércoles vivimos otro nuevo capítulo. Por la mañana, el moyanismo anunció la fecha definitiva de la movilización sin paro del 21F, acompañado por dirigentes de la CTA y la Corriente Federal. Los mismos oradores del acto del 29 de noviembre frente al Congreso, donde prometieron discutir un “plan de lucha contra las reformas” que todavía estamos esperando.
Por la tarde, gordos e independientes se reunieron para analizar su estrategia política ante la crisis. Al terminar la reunión Daer dejó claro que no piensan movilizarse el 21, ni de febrero ni de marzo. Sobre el tema que todos querían escuchar dejó una frase envenenada: “queremos seguir manteniendo la unidad, pero si esto no es posible, convocaremos a un Congreso para definir la conducción”. Ya están rosqueando para sumar a las 62 Organizaciones y el MASA de su lado.
Algunos conocedores de los pasillos de Azopardo dicen que la fractura es un hecho. Unos serían la “CGT San José” (por la sede de Camioneros) y otros la “CGT Dean Funes” (por la de Sanidad).
Por si faltara algo, surge otro sector que quiere terciar en el asunto. La UOM de Caló y la Unión Ferroviaria de Sassia, mientras dejan pasar miles de despidos en las metalúrgicas o Ferrobaires, dicen que ellos tienen la salida para la crisis de la CGT y la situación de los trabajadores.
Párrafo especial merece ATE, como parte de la CTA. Dividido en distintos sectores también, viene mostrando su impotencia para enfrentar los despidos que sufren sus trabajadores en fábricas (Fanazul), minas (Río Turbio), hospitales (Posadas), así como en decenas de dependencias estatales e incluso en los ingenios azucareros enrolados en la Federación afiliada a la CTA. Por eso un sector participará en la marcha del 21F y otro no.
Con todos estos hechos, podemos sacar una sola conclusión: en momentos en que el gobierno está debilitado, que tuvo que atacar por sectores pero miles de familias lo sufren duramente, la división de los trabajadores que impulsan las cúpulas sindicales es criminal.
Más allá de los discursos y medidas limitadas, la división es una ofrenda que le hacen al gobierno.
Los sectores combativos vienen denunciando esta división, exigiendo que apoyen los conflictos y convoquen un plan de lucha unificado. Con esa política independiente pueden participar en cada manifestación que se vean obligadas a convocar centrales y sindicatos, si tienen reclamos progresivos. ¿El objetivo? Pelear por la conciencia de los sectores que aún confían en esos dirigentes.
Pero además, como ya votaron los trabajadores del Hospital Posadas, hay otro camino fundamental que empezar a transitar. La coordinación de los sectores en lucha, para que los trabajadores en conflicto se unifiquen y tengan más fuerzas peleando en común.

Lucho Aguilar

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